Opinión

Votantes socialistas: ustedes dirán

Pedro Sánchez votando
Pedro Sánchez votando

Cuando los golpes contra la Constitución los da el PSOE, los electores socialistas tienen mucho más difícil banalizar el mal y hacerse los despistados. Ellos -no los militantes, menguados e irrecuperables- se han convertido hoy en pieza decisiva a la hora de desactivar la mayor amenaza contra la democracia española. Felipe González, Alfonso Guerra y un goteo de exministros que se dirigen a ellos han comprendido, al fin, qué terrible es ser cómplice de la traición que lidera Pedro Sánchez contra la España constitucional. Habrá que ver con qué resultados.

Está en juego la democracia española, nada menos. En este sentido, las intenciones del sanchismo son un libro abierto. Iniciaron el juego con la indecente visita de la vicepresidenta Yolanda Díaz para normalizar políticamente al prófugo. El plan continuó con una programación mediática masiva destinada a sacar de foco la amnistía. Esfuerzo inútil. Ya se encargan los Otegi, Ortúzar, Junqueras o Puigdemont de poner en ridículo diariamente al ejército de activistas que trabaja para el gobierno sanchista. No hay propaganda capaz de ocultar la realidad que los jefes del secesionismo ponen en escena en sesión continua.

Acostumbrados a declaraciones grandilocuentes para decir hoy una cosa y mañana la contraria, según convenga, los dirigentes del Partido Socialista no detectan el cambio de atmósfera que se está produciendo ante sus narices. No ven que las consignas que funcionaron en la etapa de los indultos no sirven con la amnistía. Han sobrepasado todos los límites en el recurso a la “suspensión de la incredulidad” de sus seguidores, que como en el cine convierte en verosímil cualquier cosa, incluso que las vacas vuelen. El margen de credibilidad de Sánchez se estrecha; los cuentos se agotan de tanto repetirlos.  

Las declaraciones de González anuncian cambios en el ecosistema socialista. Su auctoritas puesta al servicio de la constitucionalidad contra la traición que protagoniza Sánchez es un servicio encomiable a la Nación

¿Qué piensan los electores del PSOE? Se suele decir que no tienen remedio, que ya sabían qué votaban. Hasta la fecha los hechos desaniman, aunque en el análisis político conviene atender a los estudios comparativos. Lo ocurrido con el Partido Socialista francés, por ejemplo. Los socialistas, que con François Hollande como candidato presidencial lograron más del 51% de los votos en 2012, bajaron al 6% en 2017 y al 1,7% en 2022. En Europa otros ejemplos como el de Grecia han reproducido la misma caída socialista por descrédito, aunque uno de los casos más espectaculares se dio en Chile. En octubre de 2020, siguiendo la senda marcada por el Partido Comunista, el 78% de los chilenos votó por un cambio constitucional. En septiembre de 2022, el 62% votó en referéndum contra la Constitución propuesta cuando detectaron que se les estaba engañando. Si los electores españoles del centroizquierda son una excepción a esta tendencia o no, se verá.

Quiero ser optimista y pensar que como en Francia la aventura populista del PSOE está en su fase final. Las declaraciones de González anuncian cambios en el ecosistema socialista. Su auctoritas puesta al servicio de la constitucionalidad contra la traición que protagoniza Sánchez es un servicio encomiable a la Nación. Desenmascara la interpretación errónea e interesada que el sanchismo político y mediático está haciendo de los resultados electorales del 23-J. Contra el espejismo de vender que los españoles han aprobado su coalición de gobierno, los resultados y los estudios postelectorales evidencian la demanda mayoritaria de un gran acuerdo PP-PSOE que haga frente al secesionismo.

Con la amnistía ahora, como antes con los indultos, los interpelados principales siguen siendo quienes votan PSOE. A ellos se dirigió Inés Arrimadas cuando en diciembre de 2019 propuso su “vía 221” para un acuerdo de Estado con la suma de diputados PSOE, PP y Cs. Si la iniciativa hubiera tenido éxito, los españoles se habrían ahorrado los desastres que ahora irremediablemente el PSOE dejará en herencia. Si entonces González y los barones socialistas hubieran reaccionado convocando a sus electores, Sánchez no habría podido continuar con su disparate. De esa desidia han vivido los soldados de fortuna que se hicieron con el control del partido y están a punto de llevarse por delante la España del 78.

Como si se tratara de un pozo de petróleo, el sanchismo ha tenido tiempo para explotar la ley de hierro de la vieja política, según la cual el éxito se mide, no por resultados, sino por la tensión izquierda-derecha utilizada como cebo electoral. Ahora denominan a la artimaña “mayoría socialista”, formada por la alianza con todas las facciones comunistas camufladas y con PNV, ERC, Junts y EH Bildu. En cada uno de estos socios deberían fijarse con atención los electores del PSOE para saber quiénes son sus compañeros de viaje.

Entre ellos, el presidente del Partido Comunista José Luis Centella que exhibe sus creencias en innumerables tuits como este: “el pueblo cubano aprobó ayer (26-9-22) el Código de la Familia en un proceso participativo ejemplar… Tomen ejemplo en otros lugares”. No es menos explícito el presidente autonómico catalán Pere Aragonés que, en competencia con Puigdemont, advierte al Partido Socialista que la amnistía es solo el punto de partida. Es decir,  vayamos por partes. No perderse lo de Asens -el de “España tiene ocho naciones, Murcia, no”- cuando señala que hay que centrarse en la amnistía o algo equivalente. Por el lado del secesionismo vasco, Otegi y Ortuzar compiten para “dar un salto” en el derecho a decidir, cuyo significado nadie ignora.

En tanto el PSOE trabaja para buscar el “encaje jurídico” al golpe mortal a la Constitución del 78, ustedes dirán, votantes socialistas.