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Opinión

¡Que viene Rahola!

Pilar Rahola.

El futuro de Barcelona pretenden decidirlo en Waterloo

El fugadísimo Puigdemont está en esa fase que tanto les gusta a los autócratas: recibir. Las audiencias no son regias, de momento, – aún veremos a Puigdemont I – pero en Waterloo acuden en santa peregrinación aquellos que quieren tener un futuro y no desean seguir la negra y amarga suerte de Marta Pascal o Carles Campuzano. Las municipales y europeas de la primavera que viene les traen muy preocupados a los lazis, porque precisan crecer en número de alcaldes, regidores y eurodiputados para frenar el auge de Ciudadanos o, lo que les horroriza casi más, pactos de gobierno en ayuntamientos importantes entre Esquerra y un PSC que parece estar ahora solamente medio muerto.

En el glorioso marco de la Casa de la República, más bien la Casa del Reloj de nuestra infancia, Puigdemont recibía este sábado a Jordi Graupera, filósofo defensor de la tesis que el independentismo debería concurrir a los comicios en Barcelona unido en una sola plataforma. Con el encabezándola, claro. O no, porque entre los presuntos candidatos a enfrentarse a Ada Colau por la cosa amarilla también ha sonado el sempiterno Ferrán Mascarell, aunque no parece que tenga ningún número para ir de cabeza de cartel.

El politburó separatista teme, asimismo, una lista en Barcelona ciudad que lleve a Manel Valls de número uno, con lo que conllevaría de elemento aglutinador del electorado no separatista que, no lo olvidemos, es mayoritario tanto en la capital catalana como en la corona metropolitana. De ahí que, empleando términos eclesiales, los neoconvers hayan decidido tocar los grades órganos catedralicios.

Lo que se comenta, y mucho, en círculos del PDECAT que saben que se cuece, es que Puigdemont tendría casi cerrada una lista de independientes y políticos de su Crida

Lo que se comenta, y mucho, en círculos del PDECAT que saben que se cuece, es que Puigdemont tendría casi cerrada una lista de independientes – bueno, gente que cobra, ha cobrado o espera cobrar del proceso – y políticos de su Crida y el PDECAT encabezada por, agárrense a la silla, la ínclita Pilar Rahola. La omnipresente portavoz de la neoconvergencia, casi con el don de la ubicuidad mediática, es el arma secreta del separatismo para intentar recuperar una alcaldía a la que definen com básica e imprescindible, después de que los podemitas se la arrebatasen tontamente a Xavier Trías. Decimos tontamente porque estamos seguros que, en otro contexto político, Trías habría repetido sin grandes problemas, pero el radicalismo de su partido le pasó factura, lo que es una lástima porque siempre lo he tenido por persona de bien, dialogante y buen conocedor de la ciudad. La verdad es la verdad y nunca hay que dejar que banderías o partidismos nos impidan decirla.

La cosa estriba en saber si Pilar va a acabar de aceptar lo que le proponen, aunque, en palabras de esos mismos círculos, ella se está dejando querer. Personalmente, opino que eso de ir de candidata para ser alcalde le debe poner mucho a la de Badalona, políticamente hablando y dicho sea con todo el respeto Francamente, a Rahola se le quedan chicas las tertulias de radio o de tele, porque ha convertido sus intervenciones en unos auténticos sermones, trascendiendo el mero rol de opinadora. Son auténticas y furibundas diatribas que parece pronunciadas desde un púlpito separatista de domingo, comunión y ballada de sardanes. No hay quien se le resista, entre otras cosas porque no deja hablar a nadie, y desde que se finiquitó el programa de Josep Cuní en el que era la star, a veces mucho más que Cuní, vaga por los medios del régimen, pero se la nota con ganas de más.

Aquellas paellas de Cadaqués con Puigdemont, Trapero, Laporta – ojito, que igual lo fichan los de Puigdemont – están dando fruto. ¿Era paella de señorito, paella a la valenciana, arroz a la cazuela? Ah, misterios de la política gastronómica.

Por qué podríamos ver un cara a cara Colau-Rahola-Valls

Celebración oficial de la Diada en Madrid. Torra invita a Pilar a que pronuncie un discurso. Todos los presentes interpretaron que aquello era el pistoletazo de salida su pre campaña. Arropada por numerosos Consellers de peso en el Govern como Elsa Artadi – no es un tema menor su asistencia -, Ester Capella o el de interior, Miquel Buch, Rahola estuvo doctoral. Bien, no doctoral en el sentido de doctorado, que ahora tanto se lleva, puesto que Pilarín ya retiró oportunamente de su web eso de que era doctora, en medio de explicaciones aproximativas y nebulosas en las que ponderaba que en Iberoamérica se llamada doctor a cualquiera que tuviese una carrera. Como dicen en “La venganza de Don Mendo”, qué cosas se ven, Don Nuño, qué cosas se ven, Don Pero.

Decimos doctoral porque no se dejó ni uno de los eslogan que emplea el separatismo para hacer valer sus razones. Denunció al nacionalismo español de corte imperial y retrógrado, se lamentó de que España recortaba los derechos, la historia y la memoria de Cataluña, habló enardecidamente acerca de como se había roto el consenso, acusó a los demócratas españoles de haber perdido el norte, a los artistas e intelectuales españoles de no solidarizarse con la causa catalana, de destruir la democracia española, glosando a los presos como luchadores de la libertad para acabar declarando, con una actitud mezcla de madre coraje y el Pichi de Lina Morgan, que nunca renunciarían al derecho a la autodeterminación, porque no era solo suyo, sino que pertenecía al pueblo. Si París bien vale una misa y Waterloo un buen cargo, tamaña pieza de oratoria solamente puede premiarse con una candidatura a la alcaldía.

Con ese argumentario casi religioso, Rahola podría muy bien hacerle frente a una Colau en horas bajas, con los vecinos lanzados a las calles en protesta por el enorme deterioramiento de la ciudad y, además, con un partido debilitado por la defección de Xavier Doménech. Sería plausible, porque Rahola es mucho mejor actriz que Colau, tiene más experiencia, más garra y sabe creerse mejor su personaje. Ahora bien, sabemos que en un debate no es lo mismo el histrionismo que los datos, la calma y la ideología. Por eso nos atrevemos a sospechar que un Colau-Rahola tendría como vencedora a la segunda mientras que, por el contrario, un Rahola-Valls daría como ganador al político anti separatista. Recordemos el famoso cara a cara entre Borrell y Junqueras y como el líder de Esquerra acabó abrumado ante la lógica cartesiana del de Lérida.

Rahola preferiría un debate a tres entre la actual alcaldesa, Valls y ella. Ahí se apoyarían las dos para enfrentarse al candidato liberal, aunque también nos reservamos el resultado

Rahola preferiría un debate a tres entre la actual alcaldesa, Valls y ella. Ahí se apoyarían las dos para enfrentarse al candidato liberal, aunque también nos reservamos el resultado, porque Valls es mucho Valls. A Pilar lo que le va es la batahola, el follón, la riña tabernaria, el gesto bronco, la interrupción sempiterna, siéndole, en cambio, poco propicio el debate sosegado de ideas, proyectos y propuestas. No es persona de aguas mansas y serenas porque cuando uno – una, perdón- tiene alma y corazón filibustero, lo que realmente te atrae es la mar embravecida, el abordaje, la pólvora y el degüello antes que un coloquio en el ágora, filosófico, empírico e intelectual.

De confirmarse las candidaturas de Pilar y Valls tendríamos ante nosotros una campaña sumamente interesante. Sería una justa implacable entre dos maneras de entender la política y, acaso, la vida: la bandera con la Jolly Roger frente a las citas de Montaigne, la bravata al pie de la guillotina careándose con el Discurso del Método, el reclamo del feriante oponiéndose al discurso de un miembro de la Académie Française. En resumen, y por rematar la pieza con lo de las paellas y la gastronomía, sería el fast food de las ideas separatistas contra el Oreiller de la Belle Aurore, Brillat Savarin y Curnonsky del europeísmo, el liberalismo y la democracia, todo en un solo candidato.

Ya estoy ensalivando.

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