Quantcast

Opinión

La perenne ideología del odio

Imagen de la manifestación a favor de la huelga en San Sebastián.

Hay ciertas cosas que el pueblo vasco o desconoce o ha olvidado. Pienso que si Sabino Arana y Federico Krutwig hubieran vivido en el anonimato nada de lo que ha ocurrido desde 1895 en el País Vasco hubiera sucedido.

Comienzo por Sabino Arana. No hay un rincón de la Comunidad vasca donde no se honre públicamente su memoria como si fuera el Libertador de la Patria vasca. Los iconoclastas de estatuas que han propagado su furia antirracista como si fuera una pandemia, y el feminismo revolucionario tan dado a la protesta airada, consienten sin parpadear el homenaje perenne a quien abrazó el racismo más extremo y el machismo más despreciable. De él se ha llegado a decir que es “la inteligencia más poderosa que acaso ha urgido en nuestro pueblo”.

Invito a quien quiera comprobarlo a navegar por sus Obras completas, si las encuentran en el mercado de libro. Reproduzco unas cuantas perlas, de las muchas que podría rescatar, que hablan por sí solas: “Si se diera una Bizkaya, libre sí, pero constituida por la raza 'maketa' [todos los nacidos fuera del País Vasco], ¿sería en verdad Bizkaya? … Entregar este pueblo en brazos del maketismo es precipitarle a los abismos del infierno”. / “…para nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen euzkera. ¿Por qué? Porque la pureza de la raza es, como la lengua, uno de los fundamentos del lema bizkaino y mientras la lengua, siempre que haya un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable, la raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida”.

“Si nos dieran a elegir entre una Bizkaya poblada de maketos que sólo hablasen el euzkera y una Bizkaya poblada de bizkainos que sólo hablasen el castellano, escogeríamos sin dubitar esta segunda, porque es preferible la sustancia bizkaina con accidentes exóticos que pueden eliminarse y sustituirse por los naturales, a una sustancia exótica con propiedades bizkainas que nunca podrían cambiarla… /…vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o los habéis adulterado por completo, o los habéis reemplazado por los usos y costumbres de un pueblo a la vez afeminado y embrutecido… Era antes vuestro carácter noble y altivo, a la vez que sencillo, franco y generoso: y hoy vais haciéndoos tan viles y pusilánimes, tan miserables, falsos y ruines como vuestros mismos dominadores…/Os habéis hermanado y confundido con la raza más vil y despreciable de Europa, y estás procurando que esta raza envilecida sustituya a la vuestra en el territorio de vuestra Patria…”.

"Desgraciada mujer"

Y ahora otras perlas sobre su machismo: "La mujer es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades propias de la naturaleza humana. (...) Es inferior al hombre en cabeza y en corazón. (...) ¿Qué sería de la mujer si el hombre no la amara? Bestia de carga, e instrumento de su bestial pasión: nada más". / “Uno de tus deberes principales [escribió a su desgraciada mujer, Nicolasa Achica-Allende] es el de estar sumisa a mis mandatos y obedecerme en todo lo que no vaya contra Dios". “¿Por qué me dices, pues, que he hecho mal en casarme, (...) que no me porto como marido, sino que te trato como a esclava?".

Conseguiría que su tesis fuera aceptada y surgió así el 'batua' o vascuence unificado. Fundador de ETA y exiliado en Argentina, Krutwig publica en Buenos Aires (1963) un ensayo titulado 'Vasconia'

Habría que esperar a 1963 para que otra mente privilegiada redefiniera la ideología racista y machista del fundador del PNV. Me refiero a Federico Krutwig, vizcaíno nacido en 1921, fruto del mestizaje entre un alemán y una vasca con sangre veneciana. En 1943, en pleno régimen franquista, había ingresado en la Real Academia de la Lengua Vasca, donde defendió apasionadamente la necesidad de unificar los distintos dialectos del vascuence. A su juicio la pervivencia del idioma vasco dependía de su unificación. Finalmente, en los años sesenta, conseguiría que su tesis fuera aceptada y surgió así el 'batua' o vascuence unificado. Fundador de ETA y exiliado voluntariamente en Argentina, Krutwig publica en Buenos Aires (1963) un ensayo titulado Vasconia, bajo el seudónimo Fernando Sarrailh de Ihartza, convertido en el libro de cabecera de los dirigentes de la banda terrorista, aunque ahora algunos lo nieguen.

Federico Krutwig reformula el nacionalismo vasco y lo inserta en el marco de la lucha de clases y de la revolución proletaria. El castellano es el idioma de los burgueses vizcaínos y demás opresores del pueblo trabajador vasco. Expresarse en castellano es utilizar la lengua de los explotadores. Y la liberación de la opresión es un derecho y un deber del pueblo trabajador vasco. El euskera se convierte así en el elemento esencial de la lucha por la independencia. El castellano es “un cáncer desarrollándose en un cuerpo sano”. Así se sembró la ideología del odio. La misma que mantienen sus herederos ideológicos, señores de muchos de los municipios de la “tierra llana”.

Krutwig aboga por el adoctrinamiento de los niños, una obsesión de los radicales aberzales que se intensifica en el País Vasco y en Navarra día a día: “El pensamiento del hombre es durante toda su vida enteramente tributario del lenguaje que aprendió cuando niño… El idioma crea el alma del individuo y el alma de los pueblos”.

"Levantarse en armas"

Por eso, los calificativos más duros de Krutwig se dedican al que fuera por aquel entonces presidente del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María Leizoaola (PNV): “Mi espanto fue tremendo cuando me enteré de que el propio presidente Leizaola, en realidad no era más que un colaborador gratuito de los enemigos del pueblo vasco y siéndolo otro tanto su esposa… y diciéndose nacionalista vasco, tenían hijos de los que ninguno poseía la característica principal de la nación vasca. Pensé que en realidad en los pueblos de la Europa central, un falso nacionalista que cometiese tal pecado de lesa patria hubiese merecido ser fusilado de rodillas y por la espalda, mientras que nosotros aún lo teníamos por presidente de un gobierno, que el ingenuo pueblo vasco cree Gobierno Nacional del Pueblo Vasco, la entidad que va a traer la independencia a nuestra patria".

Y concluye Krutwig con esta terrible apelación a la revolución, al terrorismo y a la guerra: “El pueblo vasco, no solamente tiene derecho a levantarse en armas para oponerse a la nacionalización de parte de España y Francia, sino que se trata de un deber moral el que se oponga a la deshumanización hecha por vías del Estado opresor. Es una obligación de todo hijo de Euskalherria oponerse a la desnacionalización aunque para ello que emplearse la revolución, el terrorismo y la guerra. El exterminio de los maestros y de los agentes de la desnacionalización es una obligación que la Naturaleza reclama de todo hombre. Más vale morir como hombres que vivir como bestias desnacionalizadas por España y Francia”. Los cobardes criminales de ETA ya tenían licencia para matar. Y sus herederos para tratar de borrar cualquier huella de la españolidad vasca y navarra.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.