Opinión

Trump saca la lengua

Los estadounidenses ya creían que el inglés era el idioma oficial del país

  • Donald Trump: en inglés, please -

No nos hace gracia alguna que Trump, el ingenioso, oficialice el inglés y silencie a la segunda lengua de EEUU y del mundo. Podría haberse quedado quietecito, que es lo que más les conviene a las lenguas. Mucho mejor la no intervención en materia lingüística, olvidarse de intervencionismos y actitudes intemperantes.

Otros países carecen de lengua oficial y saben sus hablantes perfecamene la que tienen que utilizar en cada momento. EEUU ha sido uno de ellos durante dos siglos y medio, desde su fundación. Hoy es un país imperial, con enormes tics autoritarios. ¿A qué viene legislar y cambiar las cosas que han funcionado tan excepcionalmente bien durante tantos años?

Consideremos que la decisión de Trump es similar a la tendencia de países tan relevantes como Francia, donde el francés ensombrece a sus numerosísimas lenguas regionales y donde ni el catalán, ni el vasco, ni el occitano, ni el bretón son oficiales.

Consideremos que en Italia sucede lo mismo, nada para el napolitano, ni para el siciliano, ni para el lombardo, ni para el véneto…

Consideremos que en Rusia o en China, también naciones imperiales, todo es ruso o mandarín a pesar de su respectiva riqueza lingüística. El ruso eclipsa y margina a todos los idiomas excepto, tal vez, al tártaro; y el mandarín, el idioma más difícil del mundo, absolutamente a todos, y son muchos, sin distinción, con un considerable desprecio a etnias como la de los tibetanos o los uigures. Y qué decir de Indonesia, donde lenguas como el balinés, el sudanés o el javanés quedan eclipsadas por el bahasa indonesia o lengua de indonesia que todos están obligados a conocer. Menos mal que su aprendizaje es muy sencillo. Y podríamos seguir en muchos más países, salvo en España, claro.

Si es por el prestigio de la lengua, parace un detalle que poco le importa al inquilino de la Casa Blanca, al igual que ocurre con el de la Moncloa.

Consideremos que en Estados Unidos más de 30 estados ya habían institucionalizado al inglés como lengua oficial, todo el centro y sur del país excepto Nuevo México, Texas y Louisiana.

Consideremos igualmente que una amplísima mayoría de la población habla inglés sin que nadie lo imponga, ni lo obligue académicamente, ni prohíba rotular en otras lenguas.

Consideremos que los hablantes ambilingües son casi 68 millones, es decir, utilizan a diario su lengua familiar y el inglés, de los cuales 57 mill. hablan español en la cotidianeidad, pero también inglés. Si es por el prestigio de la lengua, parace un detalle que poco le importa al inquilino de la Casa Blanca, al igual que ocurre con el de la Moncloa.

Consideremos que el inglés siempre ha sido lengua oficial sin que haya sido necesario un pronunciamiento oficial desde la presidencia del país, como se desprende de la redacción de documentos históricos como la Declaración de Independencia y la Constitución.

Consideremos que la idea de una lengua, una nación constituye el principio del credo nacional desde los Reyes Católicos. La oficialización del inglés es coherente con el ideario America First del presidente.

Factor de ascenso social

Consideremos que la orden busca fomentar el aprendizaje del inglés entre quienes no lo hablan, según un documento de la Casa Blanca. Viene a ser lo mismo que incentivaron los revolucionarios franceses para enseñar francés a quien no lo hablaba. Inglés y francés sirven para facilitar el ascenso social.

Consideremos que la segunda lengua hablada en España no es el catalán, ni el valenciano, ni el gallego, sino el inglés, y no por ello goza de consideración oficial mayor que la que tiene el vasco.  

Consideremos que, antes de la orden ejecutiva firmada por Trump para declarar por primera vez el inglés única lengua oficial, en EEUU nunca se había considerado necesario destacar al idioma hegemónico. Se imponía solo. Lo cual revela que la medida responde a un móvil ideológico.

Consideremos que, si bien el español es el segundo idioma hablado en EEUU, sin el inglés solo pueden los hispanos quedarse en casa. De la misma manera si el inglés es el segundo idioma hablado en España, sin el español no se va a la puerta de la calle, salvo en Cataluña, donde se puede ir al Parlamento y a la subvención con el catalán.

La orden de Trump no obliga a los organismos a operar únicamente en inglés y que estos pueden seguir ofreciendo documentos y servicios en otros idiomas.

 

Consideremos que hablar inglés es un lujo en cualquier lugar del mundo, una puerta abierta, una herramienta única que, en ningún lugar, ni siquiera Rusia o China, parece extraño.

Consideremos que la orden de Trump no obliga a los organismos a operar únicamente en inglés (salvo, de momento, la web de la Casa Blanca, donde se dacaba de desterrar el castellano) y que estos pueden seguir ofreciendo documentos y servicios en otros idiomas.

Consideremos, por último, que los estadounidenses ya creían que el inglés era el idioma oficial del país.

¿Habrá traicionado Trump al electorado latino que le dio la victoria en noviembre? No está claro. Los latinos saben que su ascenso social pasa por el inglés y también que el inglés estadounidense admite y respeta miles de acentos, tonos y dejes. Un cubano puede ser jefe del Departamento de Español de una universidad con un profundo y desabrido acento anglófono, y nadie se espanta.

Una lengua común, ya lo saben rusos y chinos, promueve la cohesión nacional, ayuda a los recién llegados y enriquece la cultura compartida como dijo un funcionario de la Casa Blanca

 

Es verdad que Trump hace gala de cierto provincianismo, igual que los separatistas catalanes, pero una lengua común, ya lo saben rusos y chinos, promueve la cohesión nacional, ayuda a los recién llegados y enriquece la cultura compartida como dijo un funcionario de la Casa Blanca.

En Estados Unidos se puede ascender socialmente por hablar español, pero no se asciende en español. Ojalá, y a pesar de todo, viviéramos en España la misma libertad lingüística que en Estados Unidos, incluso con la oficialización del inglés.

Es la primera vez que en Estados Unidos se designa un idioma oficial a nivel nacional. Realmente no hacía falta. Lo criticable, sin duda, es que la convivencia funciona mejor sin lenguas oficiales porque son los hablantes quienes libremente las eligen en cada momento. Y esa libertad nos da alas.

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