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Opinión

Traidores

CCOO y UGT hace tiempo que dejaron de ser sindicatos de clase, convirtiéndose en chachas del supremacismo. Eso sí, cobrando mucho.

Canet de Mar: CCOO y UGT protestarán contra el 25% de español en las aulas catalanas
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y el de UGT Cataluña, Camil Ros Europa Press

Deben ser las Kellys más caras del mercado, cosa muy fácil debido a lo pésimamente retribuidas que están las personas que se dedican a labores de limpieza. Porque la auténtica vocación de esos comegambas es medrar al amparo del poder, recibiendo pingües subvenciones de este, y mantener una estructura descomunal que permita alojar en ella a todo ganapán que haya decidido que el trabajo es una maldición bíblica. En España hace tiempo, si es que existieron alguna vez, que no hay sindicatos que cumplan la función de representación y defensa de los trabajadores. Pero la ignominia ha llegado a su punto álgido con la llamada a la movilización que UGT y CCOO han hecho a propósito de la tormenta desatada por el caso del niño de Canet. Las dos centrales sindicales se han apuntado a la llamada del cornetín de órdenes separata y acudirán junto a los supremacistas este próximo dieciocho en manifestación cómplice y obscena. ¿Motivo y alcance de la visita? Desfilar junto a lo mejor de cada casa del separatismo excluyente y racista, con el golpista indultado Cuixart, a la cabeza, bajo el internacionalista lema de “Ahora y siempre, la escuela en catalán”. Argumentan que estarán porque no quieren que se fracture la sociedad. Hace falta valor. Los vividores de la marisquería – tienen en común con Puigdemont las langostas – dicen que defienden la cohesión social en Cataluña y que no quieren dividir la escuela por motivo de lengua.

Los sindicalistas catalanes están en la misma línea que Borrás y Rahola. No hay mejor cohesión que la que proporciona excluir todo lo que se nos oponga. ¿Qué queremos? ¿Que el catalán sea la única lengua en Cataluña? Pues nada, se proscribe el castellano desde la infancia en las escuelas y solucionado. A todo esto, esos sindicatos, por llamarlos de alguna manera, so pretexto de ser de izquierdas ven en la sentencia del 25% un “ataque al modelo lingüístico”. Que la presidenta del parlamento inste a la generalidad a tomar las riendas del centro El Turó del Drac no ataca nada. Claro, como defiende al señorito… Pero que un juez atienda las peticiones de unos padres a tenor de la ley, uy, eso es fascismo del rancio. Nada que decir de las manifestaciones a la puerta del colegio por parte de la horda lazi, ni de los mensajes en contra de la familia o del acoso que están sufriendo. Y, lo peor, nada acerca del crío. A ellos, mientras tengan los millones que les caen al año por parte de generalidad y del gobierno ¿qué más les da? Con exhibirse con pañuelitos multicolores o decir cuatro vacuidades ya han cumplido. Uno recuerda cómo llegó Pepe Álvarez al frente de la UGT catalana, que la cúpula del PSC percibía como su peor enemigo al ser antinacionalista. Eran los tiempos de Justo, de Gil-Pachón, siempre combatidos incluso por sindicatos espurios como el de funcionarios que dirigía ya entonces Ernest Maragall a las órdenes de los nacionalistas de la ejecutiva del PSC. Álvarez era joven, guapetón, ambicioso y amigo de Iceta. Las primeras veces que acudió a las ejecutivas socialistas catalanas venía vestido con el mono de La Maquinista Terrestre y Marítima donde decía que trabajaba, aunque allí aseguraban que no se le veía el pelo porque todo eran horas sindicales. Buena carrera hizo. 

En fin. Me gustaría dirigirme a la UGT, sindicato que conocí y en el que milité muchos años. Recuerdo a sindicalistas de bien como mi admirado Paco Parra. Sé que hay buena gente. Compañeras y compañeros que todavía militáis en ese sindicato, daros de baja inmediatamente. No os lo penséis más. La organización que un día conocimos en tiempos de Nicolás Redondo ya no existe. Solo queda un colosal armatoste de funcionarios, burócratas y estómagos agradecidos. En tiempos de tanto paro, de tanto cierre empresarial, de tanta necesidad, de tantas colas ante los comedores sociales, de pensiones de mierda para nuestros mayores, de despilfarro gubernamental, de destrucción del tejido productivo, de pérdida de valores democráticos, nadie que se sienta sindicalista de una organización secular como la UGT puede permanecer un minuto más en ella, dando con su afiliación una coartada a quienes han hecho de unas siglas históricas una burla a los trabajadores y a sus intereses.

No seáis traidores a la clase obrera como ellos. Porque son eso, traidores y vagos que no saben pegar un palo al agua. Y unos comegambas.

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