Opinión

La traición de Ciudadanos y su fracaso con el PSOE

Ahí estaba el Partido Socialista, dispuesto a participar activamente en una operación que quiebra todos los códigos de la ética y estética, política y humana

Ciudadanos pierde el 60% de la militancia en Madrid en menos de dos años
La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, junto al exvicepresidente madrileño Ignacio Aguado. EFE

Con motivo del affaire murciano surgido la semana pasada, los verbosos de nuestra siniestra han volcado su verborragia en recordar un asunto sucedido en 2.003. Es curioso cómo los reseñados usuarios de la verborrea utilizan la memoria. Si de verdad la quisieran histórica y no histérica se tratarían esa amnesia selectiva que les hace ignorar sucesos como el acaecido en la Comunidad de Madrid en 1989. Procede refrescarles su singular e interesada memoria. Vamos a ello.

En las elecciones municipales y autonómicas de 1987, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid el centro derecha (entonces, Alianza Popular y Centro Democrático y Social) superó en escaños al centro izquierda (entonces, Partido Socialista e Izquierda Unida). No obstante, el partido de Adolfo Suárez se puso de perfil y permitió que el PSOE siguiera gobernando en ambas instituciones.

Dos años después, AP y CDS pactaron sendas mociones de censura que harían alcalde a Rodríguez Sahagún y presidente autonómico a Ruiz Gallardón. Sin embargo, el PSOE se movió entre bambalinas y consiguió que dos diputados autonómicos de AP se descabalgaron del pacto abortando el cambio en la Comunidad, lo que permitió que la siguiera presidiendo Leguina. Éste declaró que “nuestra oferta ha sido mejor”, disipando así cualquier posible duda sobre lo ocurrido.

Memoria del 'leguinazo'

A modo de hipótesis. Si se invirtieran los términos y actores, si hubiera sido el centro derecha el que hubiera mantenido el gobierno de Madrid con semejantes artes, y si Joaquín Leguina fuera de derechas, el entorno izquierdoso hubiera inundado estos días platós, estudios y redacciones con constantes recuerdos históricos al leguinazo. Como quien cocinó aquel guiso fue la izquierda y Leguina es socialista, lo sucedido en 1989 se ha borrado de la historia que escribe y recuerda nuestra izquierda.

Pero es que también resulta peculiar su olvido de la historia más reciente porque omiten cualquier análisis relativo a los antecedentes inmediatos del affaire murciano. Un partido ,Ciudadanos, que forma parte de un Gobierno en el que ocupa la vicepresidencia y varias consejerías, se despierta una mañana y sin previo aviso a su socio de coalición presenta una moción de autocensura contra la institución en la que cogobierna. En román paladino, eso se llama traición. Eso sí, por hacerla, recibiría a cambio la presidencia autonómica pese a haber sido el tercer partido en las elecciones.

Al hilo de lo ocurrido en Madrid, recordemos el revillazo, también protagonizado por el PSOE. Afortunadamente, parece que el traidor y su cómplice van a fracasar en su intento

Semejante tropelía necesitaba de un cómplice. Y ahí está o estaba el Partido Socialista, dispuesto a participar activamente en una operación que quiebra todos los códigos de la ética y estética, política y humana. Por cierto, que eso de subvertir la voluntad popular haciendo al tercero campeón si con ello se estima dañar a su rival político más próximo no es nuevo. Recordemos el revillazo, también protagonizado por el PSOE. Afortunadamente, parece que el traidor y su cómplice van a fracasar en su intento.

Pero la escaramuza murciana ha avivado la batalla de Madrid. Los socialistas, desesperados por cumplir ya fuera de la Puerta del Sol veintiséis años, llevan dos cortejando al político Ignacio Aguado, y éste dejándose cortejar. Tras comprobar en Murcia como entiende Inés Arrimadas el sentido de la lealtad, la presidente de Madrid ha vuelto a demostrar su capacidad política. Disolviendo la asamblea autonómica, Isabel Díaz Ayuso ha abortado ipso facto las maniobras conspiratorias que venían urdiendo los socialistas y el aguado político.

Subidón de Ayuso

La reacción del PSOE madrileño -también del grupo de Íñigo Errejón- constituye un paradigma de lo que es bajar la deontología política a nivel freático. Presentar una moción de censura cuando ya está acordada, y firmada, la disolución de la Asamblea supone una maniobra ratonera que contradice la letra y el espíritu del estatuto autonómico de Madrid. Pero eso sí, da pie para que el entourage de la siniestra siga voceando contra la presidenta Ayuso.

Como en ocasiones la política es justa, este fin de semana se han publicado varias encuestas electorales que prevén para el próximo cuatro de mayo unos resultados electorales que harían justicia: subidón espectacular de Isabel Díaz Ayuso, el que hoy es aguado pasaría a estar ahogado, y previsiblemente los socialistas madrileños seguirían en la oposición. Otra proyectada traición de uno que también finalizaría en fracaso de dos.