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Opinión

Torra y Corinna

El presidente de Cataluña, Quim Torra.

Aunque el género epistolar esté en franca decadencia, todavía hay gente que lo cultiva y con no poca notoriedad. Ahí tienen ustedes a la tal Corinna, la ávida dólares entrañable, y a Quim Torra, de profesión sus cortinas de humo. Ambos entretienen sus ocios en los últimos tiempos escribiendo misivas a Su Majestad Don Felipe VI. Qué cosas. Tálamos aparte, los dos deslizan su estilográfica – que no de otra manera concibe uno pergeñar tamaña correspondencia – con ganas de sarao. Y el redactado no deja lugar a dudas, porque la hábil barragana y el inhabilitado president tienen un rasgo en común: preguntan a la Corona qué hay de lo suyo.

La señora, es un eufemismo, pide más dinerito porque la vida está carísima y, si no se lo dan, amenaza con seguir arrastrando a Don Juan Carlos y a Don Felipe por el barro y, ya de paso, al sistema constitucional ante los aplausos de podemitas, come hipopótamos, separatistas de Pedralbes y demás ralea gárrula y vociferante; a Torra le ha bastado con mucho menos, puesto que se limita a decirle a Don Felipe que casi mejor que no venga a Cataluña, que anule el ochenta por ciento de su agenda catalana, que aquí hay mucho contagio. Todo con prosa chapucera de abogado de multinacional de seguros y reaseguros. Tiene la de Torra una grosería de funcionario de ayuntamiento de pueblo de séptima división que escribe al dictado del cacique local, mientras que la de Corinna es la de un letrado de oficio y desempeño que procura escamotear sin éxito la bilis y la bajísima condición de su clienta. Son cartas, pues, recados de gente con más rencor que vergüenza, con más culpas que encomio y, evidentemente, con una terrible dosis de egoísmo de la peor especie, el de quien se queda impertérrito arruinando lo que sea con tal de salirse con la suya.

Corinna y Torra saben muy bien que su actitud es terrible porque el acoso a la Corona, más allá de lo que los tribunales puedan y deban decir, pone en estado de gravísima inestabilidad al sistema democrático español. Esa debilidad no puede habérsele escapado a quienes desde Europa han de enviarnos los viáticos imprescindibles para que esto no se vaya del todo al garete, lo que no es tema menor. Pero la que se quedó un apellido aristocrático que no era suyo y el hombre del apreteu, apreteu, no han dudado en llevar a la monarquía a los tribunales; una,  por pasta, mucha pasta. El otro, que se querellará también contra el Emérito, por pura tontería, por quedar bien delante de los suyos, por impresionar a Puigdemont, por ansias de pasar a una historia que solo le recordará en la fe de erratas.

Las misivas de los dos poseen lo que decía el gran Ramón Gómez de la Serna cuando escribió que las cartas que se echan al buzón tienen algo en común con las peticiones que se arrojan al cepillo de San Antonio.

Cuidado con esto, a ver si la próxima república catalana será, en realidad, un principado y la presunta señora aparecerá como heredera

Coinciden en su galería de rogues: monarquía, servicios de información, España… un momento. ¿Coinciden tanto? ¿Argumentan cosas similares, independencia aparte? Permítanme que aventure una hipótesis. ¿Y si Torra y Corinna fuesen la misma persona? ¿Alguien los ha visto juntos en la misma habitación? ¿No hablan un español deplorable? ¿No afirman haber sido espiados por el CNI?

Cuidado con esto. Si anda como un pato, grazna como un pato y parece un pato, es un pato. Torra y Corinna buscan destruir la familia real, en especial a Don Juan Carlos, y esperan obtener provecho personal, bien en forma de dinero, bien en forma de privilegios territoriales que, en el fondo, también es un asunto de dinero. Y utilizan cartas, amenazan y se presentan ante la opinión pública como víctimas. Uy uy uy.

Yo no sé ustedes, pero servidor se ha quedado con la mosca detrás de la oreja. Cuidado con esto, a ver si la próxima república catalana será, en realidad, un principado y la presunta señora aparecerá como heredera. Cosas más raras se han visto, como que nadie en el Govern hay dicho ni mú del procesamiento de los Pujol como asociación criminal.

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