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Opinión

Todo es falso, salvo alguna cosa

Pablo Iglesias en la sede de Podemos en Madrid

Puede que el lector recuerde que esta fue la indecente respuesta que Rajoy dio cuando le preguntaron por la verosimilitud de los papeles de Bárcenas, hoy con domicilio en Soto del Real y aventajado alumno de la UNED. Traigo aquí aquel momento porque lo recordé cuando en la noche del domingo vi a los líderes políticos explicar sus resultados. Primero pensé en la forma aviesa e infantil en que las emisoras de radio leen el Estudio General de Medios, todos ganan, nadie pierde. Luego lo de Rajoy, que la verdad no sé como calificarlo, ni siquiera hoy mismo sé cómo tuvo valor de decir aquello. Era obvio que le gustaba el pitorreo, claro.

En la madrugada del domingo escuchábamos a Sánchez, Rivera, Casado, Carmena, Gabilondo… Todos ganaban, y era verdad, salvo alguna cosa que tiene que ver con una costumbre instalada definitivamente España, donde ya no importa ganar si no puedes gobernar. ¿Qué tal sienta su propia medicina, señor presidente del Gobierno en funciones?

Claro que ganó Manuela Carmena, ¿y? Claro que ganó Gabilondo. Y antes ganó Esperanza Aguirre y las izquierdas juntas le quitaron la alcaldía. Podrá gustar o no, pero esto es lo que hay y habrá si no cunde algo de sentido común -un sentido poco objetivo, por cierto, y el centro-derecha repara en que así, divididos y peleados, no van a gobernar nunca en España.

Todo es falso, salvo alguna cosa. Falsa la sonrisa de Pablo Casado, que gana Madrid, pero se deja votos por espuertas, en Madrid y fuera de la capital. Falsa la de Sánchez, que fracasa estrepitosamente con la operación Pepu y deja a Gabilondo al borde de la jubilación política. Y así van camino de cinco lustros, sin tocar pelo en Madrid. Falsa la armónica y venerable sonrisa de Manuel Carmena que, aunque insistía en que había ganado, no veía cómo Rita Maestre lloraba y lloraba a su espalda mientras ella insistía en la victoria. Falsa la alegría desbordante de Albert Rivera, que después de tanto afán debe empezar a asumir que lo que tiene es un partido bisagra que no consigue arrebatar el sitio al PP. Algo hay, y no es aquí el momento, que hace poco fiable a Ciudadanos, incluso entre los que lo han votado. Se han gastado los ahorros catalanes en el famoso sorpasso, pero el intento, inútil donde los haya, los ha dejado en la más absoluta melancolía.

Ahora resulta que la culpa de que Unidas Podemos perdiera el domingo 860.000 votos la tienen a un tiempo Errejón y  la cloacas del Estado

Pero sin duda donde todas las cosas son falsas es alrededor de Pablo Iglesias. Un líder menor hundido y amortizado con ínfulas de ministro que no tuvo el arrojo suficiente de dar la cara ni de poner un rácano tuit. Su cobardía da idea de su talla. Él sólo, con la inestimable ayuda de su compañera Irene Montero y con el mastuerzo político de Pablo Echenique y el taimado Monedero se han cargado un partido llamado a gobernar España -eso decían las encuestas-, en los momentos donde la crisis hacía estragos. Curiosa, por cierto, la forma en que embiste Monedero contra Errejón, al tiempo que culpa del desastre 'podemita' a las cloacas del Estado. En verdad que harta tanta golfería política. Sí, claro, las cloacas han hecho que Unidas Podemos perdiera el domingo 860.000 votos y 68 diputados. Pero, oiga, ahí está Pablo Iglesias, viendo como crece el césped de su jardín en Galapagar mientras su compañera calienta biberones y biberonas. Este Pablo Iglesias, el mudo, es el mismo que pretende ser ministro, vicepresidente y no sé cuantas cosas más. Hay que suponer que alguien habrá en el PSOE que le recuerde lo que es y lo que lleva camino de ser.

Y en cuanto a Pedro Sánchez, también es cierto que todo es falso salvo alguna cosa. Cierto que no son malos sus resultados, cierto que va a necesitar a Ciudadanos. Pero se muestra falso y mendaz cuando pide que Rivera y Casado no pacten con la extrema derecha, con Vox. Claro, claro, para ellos Podemos es izquierda alternativa. Un partido que quiere cargarse la monarquía, nacionalizar la banca, autorizar un referéndum en Cataluña, que vota en contra de la suspensión como parlamentarios de los presos catalanes golpistas, bendice al chavismo  y se toma vinos con Bildu es exactamente esto, izquierda alternativa y no la más rancia y genuina y extrema izquierda antisistema.

Es conmovedor ver a Sánchez advirtiendo al centro-derecha de los peligros de pactar con Vox sin reparar en sus pactos con independentistas -tranquilo Junqueras, tranquilo-, y filoterroristas. Y es algo más, es sencillamente siniestro. ¿Y así estaremos cuatro años? Está por ver.

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