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Opinión

No diga terrorismo, diga 'luchas populares'

Es a los padres a quienes hay que preguntar, no a los hijos; porque no son los niños de 13 años los que hacen que EH Bildu sea la segunda fuerza política del País Vasco

terrorismo
Una manifestación que pide que los presos de ETA vayan "a casa"

La semana pasada diez personas hablaron en Bilbao sobre la memoria, el terrorismo y sus efectos. Hablaron a lo largo de tres días y condujeron sus palabras de manera recta, evitando tanto el triunfalismo bobalicón como el fatalismo paralizante. La determinación de escapar de la isla del loto no sirve de nada si el viaje nos arrastra, por un exceso de optimismo o pesimismo, hasta Escila o Caribdis. Las más de cien personas que escucharon y preguntaron durante tres días no buscaban sanación ni consuelo, sino análisis y hechos. Y eso fue lo que tuvieron.

El lunes hablaron Chelo Aparicio, Ana Aizpiri, Santiago González e Iñaki Arteta. El cineasta se refirió a la Encuesta sobre el conocimiento del terrorismo en la población escolar de ESO de Navarra, publicada hacía un par de semanas. En ella se mostraba un dato que de manera regular suele aparecer en la prensa: casi la mitad de los adolescentes dice no conocer qué fue ETA. Otro dato: menos del 30% de los alumnos de ESO decía recordar algún atentado concreto de la banda terrorista; y de entre quienes respondieron afirmativamente, sólo un 0,5% mencionó el nombre de Miguel Ángel Blanco

Los niños de 13 años probablemente cumplirán 30, y para entonces habrán tenido tiempo de leer. Y es precisamente en ese momento cuando habría que preguntarles

La respuesta habitual cada vez que se publican estas encuestas consiste en llevarse las manos a la cabeza. “¡Los niños no saben quién fue Miguel Ángel Blanco!”, nos lamentamos. En esto coinciden dos tipos de ignorancia, y sólo una es aceptable. Los críos de 13 años no saben quién fue Miguel Ángel Blanco, es cierto. Y es normal. Tampoco saben quién fue Hernán Cortés, o Bartolomé de las Casas, o Séneca. E incluso aunque conocieran el nombre, aún les faltaría el contexto necesario para comprender qué significó su asesinato. Esta ignorancia nuestra sobre la ignorancia por defecto con la que venimos al mundo y sobre sus tiempos es la única que debería preocuparnos. Los niños de 13 años probablemente cumplirán 30, y para entonces habrán tenido tiempo de leer. Y es precisamente en ese momento cuando habría que preguntarles. Esto es lo que dijo Arteta: es a los padres a quienes hay que preguntar, no a los hijos; porque no son los niños de 13 años los que hacen que EH Bildu sea la segunda fuerza política del País Vasco, sino los adultos; y probablemente todos ellos saben quién fue Miguel Ángel Blanco.

El martes comparecieron Leyre Iglesias, Arcadi Espada y Josu de Miguel. Espada dijo algo obvio: ETA fue un movimiento de izquierdas y nacionalista; por eso (y para eso) mataba. Añadió también algo que se suele señalar menos: ETA será, si atendemos a algunos mensajes institucionales actuales, un agente suspendido en el vacío. Una máquina de matar sin ingenieros ni operarios. Es “violencia pasada”, “un error que no se debió producir jamás”, “un tiempo felizmente superado”. Pero ETA no fue ni violencia, ni un error, ni un tiempo; fue una banda terrorista al servicio de un proyecto político concreto, con un órgano de comunicación de masas, un partido político y el apoyo de una parte importante de la sociedad.

En el País Vasco no hubo un rechazo social más o menos mayoritario mientras ETA asesinaba sólo a militares, policías o guardias civiles

Por último, el miércoles la plaza fue para Víctor Trimiño, Gaizka Fernández y José Antonio Pérez. Algunos datos de dominio público que recordó este último: el 92% de los atentados terroristas con víctimas mortales en España fueron cometidos por ETA. El 95% de esos atentados fueron cometidos tras la muerte de Franco. Y dos reflexiones, la primera de Gaizka Fernández y la segunda de José Antonio Pérez: en el País Vasco no hubo un rechazo social más o menos mayoritario mientras ETA asesinaba sólo a militares, policías o guardias civiles; y nos hubiera gustado que la presión social hubiera sido la que acabó con el terrorismo, pero no fue así, sino que fue precisamente la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado la que acabó con ETA.

El electricista cómplice del crimen

El 8 de noviembre, pocos minutos antes de que comenzase la primera de las charlas en el Casco Viejo de Bilbao, EH Bildu compartía un vídeo en el que aparecía Oskar Matute, diputado de la formación de la izquierda abertzale en el Congreso. “Euskal Herria es tierra de luchas populares, de derechos conquistados a base de esfuerzo”, decía Matute. A continuación citaba “al movimiento antinuclear de Lemoiz” como ejemplo de esas luchas populares que conquistaron derechos a base de esfuerzo. Lemóniz no llegó a entrar nunca en funcionamiento por el esfuerzo de las luchas populares de Euskal Herria, efectivamente. Ese esfuerzo consistió, entre otras cosas, en el asesinato de Andrés Guerra, Alberto Negro y Ángel Baños, trabajadores en las instalaciones; en el secuestro y asesinato de José María Ryan, ingeniero jefe; y en el asesinato de Ángel Pascual Múgica, director de la sociedad mixta que debía encargarse de la finalización y gestión de la central.

José Antonio Torre Altonaga trabajaba como electricista en Lemóniz, y fue él quien hizo posible el atentado en el que dos obreros fueron asesinados. Diseñó el plan durante meses y sirvió de guía a los terroristas que colocaron la bomba. Pasó 19 años en la cárcel y al salir se integró en las listas de la izquierda abertzale. En la historia de las “luchas populares de Euskal Herria” hay muchos Efialtes, ningún persa y recompensas considerables para quienes descubrieron los atajos en los caminos de la política.

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