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Opinión

La temperatura sigue subiendo

Bienvenidos a la dictadura sanchista
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero. EP

Según una cierta fábula–mito, cuando una rana entra en contacto con agua hirviendo sale huyendo de inmediato, pero si el agua está fría y se va calentando poco a poco la rana se va adaptando al aumento de la temperatura hasta que inconscientemente acaba pereciendo. Es el caso de buena parte de la sociedad española que no es consciente del progresivo deterioro de nuestras instituciones, y como consecuencia añadida, de nuestro bienestar económico y social.

El poder político en España está en manos de: independentistas que reniegan de la existencia misma de la nación española y consecuentemente de la constitución que la ampara;  comunistas que además de compartir tales supuestos, aspiran a convertir España en una “república popular” -es decir una dictadura comunista- al estilo de Cuba; y socialistas -los de ahora, no los de la Transición- que ante su cada vez más obvia incapacidad de representar como en el pasado una mayoría social, no tienen otra ideología que el mantenimiento del poder al precio que sea, que no es otro que la obediencia ciega al dictado de sus citados aliados.

La situación descrita está siendo posible merced a un sistema electoral que, paradójicamente, está diseñado para desdeñar la voluntad popular -el voto electoral- tan pronto se cierran las urnas y someter a los parlamentarios al ordeno y mando del jefe de partido. Mientras han existido contrapesos en los partidos, se ha podido conllevar nuestro sistema proporcional, pero cuando los órganos intermedios han desaparecido como en el PSOE actual, todo lo que queda es la voluntad del líder y la obediencia debida al sumo sacerdote, cuya única razón de ser es conservar el poder -y repartirlo con sus allegados- al precio antes indicado.

Con un sistema electoral mayoritario de circunscripciones unipersonales o incluso mixto, como es habitual en todos los países de referencia, la dictadura del jefe del partido es imposible, pues los diputados dependen tanto o más de sus electores que de su formación política. Así, por ejemplo, una ley de amnistía como la actual sería implanteable por imposibilidad de aprobarla,  pues muchos diputados -seguramente la gran mayoría- temerosos de actuar contra la opinión de sus electores votarían en contra.

Pero en tanto no se cambie el actual sistema electoral, la única posibilidad de regenerar nuestro deterioro institucional antes de que seamos -todo lo que está haciendo el Gobierno nos acerca a toda prisa- una Venezuela más, es la convocatoria de unas nuevas elecciones que permitan un gobierno libre de las ataduras antiespañolas y tercermundistas del actual.

Los votantes que pueden determinar el curso de los próximos acontecimientos políticos, detestan la amnistía, pero como suelen decir -los más ilustrados– no dejan de sentirse socialdemócratas por lo que, probablemente, no votarán al PSOE pero tampoco al PP.

La calidad de sus instituciones, que se podría dividir en tres ámbitos: la vigencia del Estado de Derecho, las facilidades / limitaciones al ejercicio de la Función Empresarial y el Orden Moral de la sociedad

La irracionalidad ideológica de tal razonamiento salta a la vista: ¿acaso el PP no es un partido socialdemócrata? ¿Qué conquistas sociales desmantelaron cuando gobernaron?: ninguna, a lo sumo las financiaron con más prudencia presupuestaria y algunas modestas reformas para facilitar un mayor crecimiento de la economía y el empleo, que es de suponer sea del gusto de los socialdemócratas no doctrinarios; es decir como los del norte de Europa. Por cierto, dichos países tuvieron que dar marcha atrás a sus ensoñaciones socialistas para -tras empeorar durante años de excesos- intentar regresar a la recuperación de su prosperidad perdida. 

En las últimas décadas, una avalancha de ensayos económicos han puesto de manifiesto las razones de fondo de la prosperidad o el fracaso de las naciones, con una unánime conclusión: la calidad de sus instituciones, que se podría dividir en tres ámbitos: la vigencia del Estado de Derecho, las facilidades / limitaciones al ejercicio de la Función Empresarial y el Orden Moral de la sociedad. 

Cuando se soslaya el estado de derecho, se legisla en contra de la función empresarial y se propaga un orden moral educativo contrario a los principios y valores de nuestra civilización cristiana-occidental, los resultados económicos y sociales que se obtienen son mucho peores que cuando sucede lo contario. Justamente lo que está sucediendo en España desde que Zapatero alcanzó el poder y ahora está siendo reeditado, para peor, con Sánchez.

Para Manuel Aragón -catedrático de Derecho Constitucional y exvicepresidente del Tribunal Constitucional- impulsor de un reciente y magnífico libro editado por el Colegio Libre de Eméritos titulado Democracia menguante, “la degradación de nuestra democracia constitucional” presenta hoy un “panorama desolador de erosión institucional” hasta el punto de que el adjetivo menguante deba cambiarse por “desfalleciente”.

En el ámbito económico, el también catedrático Jesús Huerta Soto tiene acuñada una definición de socialismo como “todo sistema de agresión institucional y sistemática contra el libre ejercicio de la función empresarial”, que este gobierno social-comunista cumple escrupulosamente.

En el mundo de los valores morales, además de haber expulsado de la educación el esfuerzo, el mérito, la autoridad del profesor y seleccionar a los enseñantes entre los estudiantes con peores expedientes académicos, en su mundo político los socialistas desdeñan la integridad -pensar, decir y hacer lo mismo- y excluyen la confianza personal -la virtud que vertebra la prosperidad de las naciones- de las relaciones sociales

Las consecuencias de todo lo dicho para la prosperidad económica y social de los españoles saltan a la vista, con los datos en la mano, de los que huyen los progresistas y nunca se atreven a refutar; porque es imposible. He aquí un espeluznante resumen del fracaso histórico del socialismo del siglo XXI.

  • Nuestra renta per cápita que desde 1960 disfrutó elevados crecimientos, hasta estar muy próxima a la media europea, con el socialismo del siglo XXI se ha venido alejando de nuestros vecinos para seguir la pauta Argentina; un estado fallido.
  • Mientras que con González [+039%], Aznar [+0,61%] y Rajoy [+0,52%], las tasas anuales de convergencia con la UE fueron positivas, Zapatero[-1,52%] y Sánchez [-1,88%] solo han logrado divergencia, con el actual líder socialista como campeón absoluto del desastre
  • A principios de siglo, el desempleo español era equivalente al de la UE, mientras que con Zapatero y sobre todo Sánchez lo duplicamos, año tras año, incluso con el maquillaje estadístico de la ministra de trabajo. Eso sí, con cada vez más empleo público frente al privado.
  • La inversión privada, tan amiga de la creación de empleo y de la mejora de la productividad que posibilita mayores salarios, como refractaria a las políticas anti empresariales del gobierno social-comunista, no hace sino disminuir; y no volverá a crecer hasta que no se reviertan.
  • En lo que llevamos de siglo, nuestra productividad total de los factores, según la OCDE, descendió un 7,3% -la mayor caída- frente a las notables subidas de EE.UU., Alemania, Reino Unido, etc.
  • La fiscalidad española presenta un panorama desolador: entre 2019-2022 nuestra presión fiscal aumentó 14,5 veces la de la media de la UE,  mientras que la mayoría  de los países más ricos la reducían. El esfuerzo fiscal -versus renta per cápita– español es el doble que el de la OCDE.
  • La enorme presión recaudatoria, en vez de propiciar superávit fiscal, solo ha venido generando déficits, aumentando así la deuda pública hasta extremos históricamente inauditos: desde 2008 se ha multiplicado por 2,6 -el mayor aumento de la UE y la OCDE- hasta alcanzar como % del PIB el mayor desde principios del siglo XX.

Los españoles -incluidos los votantes de este gobierno- deben hacer frente ahora a una deuda per cápita del 110% de su salario medio, cuando en 2007 la deuda solo representaba un 38% del mismo. Un magnífico ejemplo de la “solidaridad socialista” con las nuevas generaciones, que enfangadas en la deuda de sus padres, ni siquiera podrán disfrutar de aumentos de sus rentas porque el crecimiento económico -como ya está resultando- es incompatible con las “trampas progresistas”.

Supercherías ideológicas

Sería de suponer que los votantes socialistas más apegados a la realidad pudieran hacerse cargo de la obvia “subida de la temperatura” -los datos acumulados anteriores, salvo que pudieran desmentirlos- de nuestro medio ambiente y en consecuencia abandonaran sus supercherías ideológicas para poder vivir mejor, todos, incluidos ellos. ¿Sucederá?: en las próximas elecciones lo sabremos.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • M
    ma

    Los dos volúmenes de Samuelson antes de palmar, como coautor, dan la clave de la prosperidad, al analizar el impuesto sobre la renta en los estados de la unión durante décadas .
    A crisis larga revolución segura, así, los golpes separatistas y la violencia impune contra los ciudadanos que mínimamente muestran signos de moderación constitucional, vienen tras más de cuatro décadas de desempleo masivo, con la falta de empatía de la derecha discriminando por edad en el acceso al empleo, sustituyendo la mano de obra nacional por la emigración masiva, y recortando ayudas miserables como hizo Aznar con los cuatrocientos euros al emigrante retornado durante once meses, o Rajoy subiendo la edad hasta los cincuenta y cinco para cobrar otros cuatrocientos y poco, ahí están los van halen o beito rubido llamando vagos a los parados mientras ellos viven del dinero público, en forma de sueldos, ayudas o publicidad pagada hasta por los que no son de la cuerda de estos panfletos.
    Qué defensores va a tener este régimen cuando con cuarenta años las empresas ya no contratan a nadie salvo que seas alguien con un súper currículum?

  • V
    vallecas

    Que sea cierto o no lo de la rana a mi me trae sin cuidado. Yo no soy una rana. Yo al igual que el resto de humanos, si el agua se calienta mucho salgo de la bañera.
    Aunque la realidad es mucho peor. A la pregunta ¿ Qué le parece a usted que Sánchez sea presidente hasta el año 2035 sin necesidad de votar?
    10 millones de personas dirían que si.
    Pensándolo mejor, somos peores que ranas.

  • N
    Norne Gaest

    De acuerdo, agradeciendo los datos económicos que hoy aporta.
    Al final ha tocado el asunto crucial: el votante socialista o de izquierdas en general (no digamos el nazionalista). ¿Como hacer que deje de votar como vota cuando ni los datos económicos, ni los razonamientos, ni las continuas mentiras y fechorías del Jefe le hacen desistir de cambiar su voto? A lo más que suele llegar es a renegar de los políticos en general, pero sin dar el salto a "la derecha", porque eso es anatema y ahí "no hay nada", según he oído a algunos.
    Con lo cual no quiero decir que el panorama a la derecha sea ilusionante,
    El PP, partido mayoritario, sigue sin enterarse: no propugna nunca la reforma de la Ley Electoral, practica un nacionalismo regional de menos intensidad (vea Galicia) y ha contribuido a la partitocracia y la politización de las instituciones, aunque sea un aprendiz al lado del PSOE.