Opinión

Una televisión Fast Food

Ahora la cocina se ha convertido en un espectáculo en el que importa menos lo que se guisa que la persona que esté detrás de los fogones

  • Miembros del jurado y concursantes de 'Masterchef Celebrity' de RTVE -

Servidor pertenece a la generación que veía en la tele cosas relacionadas con la gastronomía sencillas pero interesantes. Ahí estaba hace más de medio siglo la inolvidable Maruja Callaved, QEPD, pionera en programas de cocina con su “Vamos a la mesa”. Y para qué hablar de “Con las manos en la masa”, donde Elena Santonja traía a su cocina a famosos para que le ayudasen a preparar sus delicias, todo aderezado con la sintonía de Vainica Doble a dúo con Joaquín Sabina. Los veteranos recordarán la letra: “Siempre que vuelves a casa me pillas en la cocina, embardunada de harina con las manos en la masa”. Eran programas amables en los que podías aprender muchas cosas de ese arte efímero, pero arte, consistente en transmutar alquímicamente materias primas en suculencias. La cocina es un producto cultural, una manera de ocultar el canibalismo, decía Vázquez Montalbán. Faustino Cordón afirmaba que cocinar hizo al hombre, porque todos los seres vivos se alimentan pero sólo el humano ha hecho de esa necesidad un monumento a la sofisticación.

Pero como la televisión, igual que cualquier otro medio de comunicación, es reflejo de su época, ahora la cocina se ha convertido en un espectáculo en el que importa menos lo que se guisa que la persona que esté detrás de los fogones. Vivimos a años luz de las clases magistrales que el gran cocinero francés Raymond Olivier impartía en 1954 en la televisión francesa con su programa La magie de la cuisine. Olivier era propietario en París de Le Grand Véfour y bajaba en brazos a diario a la escritora Colette, que vivía encima de su local, para que ocupase su mesa de siempre. Pero, ¡ay!, lo que vemos ahora no tiene nada que ver con aquel grave y circunspecto chef. Es cierto que tenemos a Karlos Arguiñano, que lleva décadas ofreciendo una cocina popular, dirigida a la gente que cocina en casa, de manera divulgativa y con un toque de humor campechano. Pero el Fast Food, terrible invención, se ha impuesto y no es raro ver aquí o allá formatos en los que esforzados concursantes se afanan para confeccionar un plato con un ojo puesto en el horno y el otro en el reloj. Eso es una barbaridad que atenta contra la buena cocina, la sensata, en frase de Curnonsky, el padre de la cocina moderna. Hay platos como el cassoulet – en cualquiera de sus tres variantes, el de Toulouse, el de Castelnaudary – data del 1355 nada menos - y el no menos ilustre de Carcassonne que precisan casi dos días para su elaboración perfecta. 

Pero todo ha de ser rápido, fungible y, por tanto, fácilmente olvidable. Cuando una sociedad decide que es mejor una esferificación de aceituna que degustar unas buenas olivas de Kalamata, unas arbequinas, o una de Málaga por sí mismas es que hemos tocado fondo. El último invento nos lo ha ofrecido RTVE con el concurso “Bake Off: famosos al horno”. Se trata, como en la edición VIP de Master Chef, de juntar a personajes más o menos famosos, meterlos en este caso a hornear pasteles y ver qué pasa. Eso no es divulgación, es otra cosa. Congregar a un ramillete de personajes conocidos no le dio en su estreno de este domingo más que un rating de 996.000 espectadores con un 9% de Share. Vamos, que los espectadores prefirieron la serie turca de Antena Tres. Nada que ver con Olivier ni tampoco con “Escuela de cocina” con el gran Sergio Fernández, que se basta y se sobra con su saber culinario y su personalidad para interesar al amante de la buena mesa. Instructivo, ameno, didáctico, sabio y humilde. Ponle peguitas, que diría el buen Sergio.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli