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Opinión

Ante los tambores de recesión, ¡un New Deal Verde para todos!

Wall Street.

Resuenan de nuevo tambores de recesión. No hemos aprendido nada. La salida a la Gran Recesión fue en falso, enésima patada hacia adelante. La "Liga de la Injusticia" salió rauda y veloz para contaminar todo, incluido el origen de la crisis, el fracaso más absoluto de ese sistema de gobernanza llamado Neoliberalismo. Medios de comunicación, transformados en correveidiles sin oficio ni beneficio, sin duda una inversión muy productiva para la superclase; y académicos cómplices, aquellos que siguen empecinados en los cuentos infantiles de la ortodoxia neoclásica, se revolvieron panza arriba para brindarnos un relato pérfido, falaz, falso. Esto sí que son “fake news”. Tienen la desfachatez de echar la culpa a un Estado rehén de quienes repudian de él, a los más débiles, a los más desprotegidos, a los desheredados, a los parias, abandonándolos a su suerte. Para ello cuentan siempre con un ejército de reserva, cierta clase media temerosa de perder lo suyo, cuando en realidad son las políticas que refrendan con su voto las que de manera irremediable les empobrecen día a día.

Hemos llegado hasta aquí como consecuencia de la implementación de un sistema de gobernanza económica que hoy se encuentra completamente roto

Durante la Gran Recesión no se hizo aquello que social y económicamente era más eficiente, desterrar los cuatro pilares del neoliberalismo que identificaron los economistas James Montier y Philip Pilkington. Cada día es más evidente la conexión entre el actual sistema de gobernanza económica, el "neoliberalismo", y aspectos tan diversos como el populismo, el estancamiento secular y las distintas inflaciones de activos surgidas desde 1998. La economía global se encuentra exactamente en una situación parecida a 2006-2008. Occidente solo sabe crecer vía inflaciones de activos, alimentada por una deuda total que no para de crecer; la inversión productiva ni está ni se le espera; los salarios no aumentan; la productividad de los factores continúa cayendo; el sistema bancario mundial es profundamente frágil; y la inestabilidad financiera elevada.

La ortodoxia solo genera deflación, sumisión y genuflexión

Hemos llegado hasta aquí como consecuencia de la implementación de un sistema de gobernanza económica que hoy se encuentra completamente roto, el neoliberalismo. Los cuatro pilares básicos de sus políticas económicas más significativas han fracasado, y debemos repudiarlos, desterrarlos. ¡Ya! Nos referimos, por un lado, al abandono programado del pleno empleo como objetivo político deseable y su reemplazo por objetivos de inflación. El objetivo, crear un ejército de reserva dócil, sumiso. El resultado ya lo ven ustedes. Las economías desarrolladas no son capaces de generar inflación, ni a propósito. Por cierto, por contra intuitivo que parezca, bajando los tipos de interés, se intensifican las dinámicas deflacionistas.

El segundo pilar del neoliberalismo ha sido el aumento de la globalización de flujos de personas, capital, y comercio. Solo la economía china ha sido capaz de aprovecharla plenamente para crecer y reducir masivamente la pobreza, al dotarse de instrumentos necesarios que han evitado el desmadre de Occidente. Desde el control de capitales, pasando por un férreo control de las inversiones extranjeras -siempre ha sido el gobierno chino quien ha decidido dónde, cómo, cuánto y cómo-, hasta una apuesta masiva y decidida por la educación y la innovación. Desde occidente, la contra-reacción a la globalización ya la estamos sintiendo en una doble vertiente peligrosa, el auge del fascismo y el descenso del volumen del comercio mundial.

El tercer pilar, sin duda alguna uno de los más dañinos, por obra y desgracia de Milton Friedman, es un enfoque empresarial basado exclusivamente en la maximización del valor para los accionistas, en lugar de la reinversión y el crecimiento económico. Es sin duda la mayor chorrada de la última centuria. Todo ello aderezado con el abandono ideológico de la inversión y el gasto público como motor de la innovación. Permítanme una pequeña ligereza, me descojono de los liberales que repudian al Estado. Todas las inversiones revolucionarias proceden del sector público. Repito, ¡todas! Harían bien nuestros aprendices a políticos en leer a Mariana Mazzucato. Es lamentable el papel de los gobiernos europeos, miopes, adalides de un liberalismo ciego, y bien arrimados a ciertos lobbies. Como resultado, hoy, tecnológicamente hablando, China está a años luz de Europa: 5G, baterías eléctricas de aluminio, minería de datos, inteligencia artificial, … Finalmente, el último pilar, la búsqueda de mercados laborales flexibles con la disrupción de sindicatos y trabajadores. Es un proyecto que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría. Esto se refleja en una clase mimada de individuos de altos ingresos.

Bajo este marco de análisis, desde el lado de la demanda, Occidente solo puede hacer frente al estancamiento secular con tipos de interés reales negativos. Pero la implementación de dichas políticas monetarias activará distintas burbujas financieras y/o inmobiliarias. Ello supone de antemano reconocer el fiasco de una de las hipótesis más falsas del actual paradigma dominante: la eficiencia de mercados. Además, pone de manifiesto cómo las élites económicas y políticas diseñaron, en ausencia de subidas salariales, un sistema encaminado a sostener una expansión artificial de la demanda. Desde el lado de la oferta no comento nada porque no es motor de nada, puro humo académico para justificar los 4 pilares de esa pócima distópica llamada neoliberalismo.

New Deal Verde y Trabajo garantizado

La solución óptima pasa por revertir cada una de estas cuatro políticas económicas. La pregunta es cómo. Se requiere una combinación de políticas económicas de medio y largo plazo; y la implementación de ciertas políticas transitorias que permitan corregir los efectos más negativos de las políticas actuales –marginalidad, exclusión, y pobreza- hasta que se alcance los objetivos de medio y largo plazo.

La propuesta de la que será la próxima presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha sido un New Deal Verde basado en meros mecanismos de mercado

Como condición necesaria, y posiblemente suficiente, debemos recuperar el objetivo de pleno empleo, asumido durante la edad de oro del capitalismo y abandonado a su suerte tras la puesta en marcha de la agenda neoliberal (Consenso de Washington). De nuevo me río de las previsiones apocalípticas asociadas a los efectos de la robotización. Esos análisis asumen el marco neoliberal. Pero de lo que estamos hablando es de finiquitarlo. Para ello es fundamental entender el concepto de soberanía monetaria, la base de la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Y el instrumento básico vinculado a la Teoría Monetaria Moderna es el trabajo garantizado (0% desempleo). Tras la ruptura de Bretton Woods en 1971, estamos en un entorno TMM. La mayoría de gobiernos empezaron a emitir sus monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio flotante. Un tipo de cambio flexible libera a la política monetaria de tener que defender una paridad fija. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria pueden concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero. Pero desde el momento en que los emisores de dinero, los Estados, empiezan a ser gobernados democráticamente, las élites decidieron sin titubear crear y difundir mitos que se han ido extendiendo, y que en el momento actual están muy arraigados en la intuición colectiva. El objetivo no era otro que mantener sus privilegios convirtiendo la economía en una especie de religión.

¿Por qué no empezamos con un plan de trabajo garantizado al albor de un genuino New Deal verde que salve el planeta? Un New Deal inclusivo para todos por definición es inversión pública. Y el entorno actual, TMM, es ideal para ello. Pues ¡no!, aquí en Europa siguen sin entender nada. O quizás sí. La propuesta de la que será la próxima presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha sido un New Deal Verde basado en meros mecanismos de mercado, donde sean las empresas privadas las que extraigan las rentas derivadas de los esfuerzos colectivos contra la emergencia climática. Pero además de que éstas ni tienen ni tendrán el musculo necesario para implementarlo, ello supone prostituir lo que supuso en términos de teoría y política económica el New Deal de Roosvelt. Mientras tanto, hasta ahora, el único New Deal serio encima de la mesa, las nuevas Rutas de la Seda de China.

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