Quantcast

Opinión

Silenciad a mis extremistas

Los partidos políticos, como estrategia de comunicación, hablan a menudo de los extremistas del otro partido para avisar de los peligros y excesos del otro bando

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump
El expresidente de Estados Unidos Donald Trump. Rich Graessle / ZUMA Press.

El domingo pasado Donald J. Trump, expresidente de los Estados Unidos y golpista ocasional en sus ratos libres, pidió la "terminación de todas las reglas, regulaciones, y artículos, incluso aquellos que se encuentran en la constitución" para que pudiera ser declarado de nuevo presidente.

El motivo, como suele ser habitual en Trump, era algo completamente estúpido (la "revelación" de que Twitter tiene moderadores), pero es un poco lo de menos. Estamos hablando de un señor que, tras haber intentado mantenerse en el poder por las bravas hace algo menos de dos años, está pidiendo abiertamente derogar la constitución del país completo. Y ese señor resulta ser el líder de facto de uno de los dos grandes partidos del país.

Hasta no hace demasiado, Trump soltaba sus dicharacheras proclamas antidemocráticas en Twitter, diciendo cosas como que no estaría mal que una turba enfurecida linchara a su vicepresidente y detalles parecidos. Estos días, sin embargo, Trump lanza sus consignas en su propio tugurio de internet, una versión ligeramente casposa de Twitter llamada Truth Social que es de su propiedad, y es mucho más pequeña que Twitter.

El mensaje de Trump fue inmensamente polémico. Políticos a lo largo y ancho del espectro político le criticaron con vehemencia. Uno no bromea sobre derogar la constitución por completo, especialmente con esos antecedentes. El debate, sin embargo, duró relativamente poco, y pasó a un segundo plano a los pocos días. No ha sido una semana demasiado cargada de noticias en Estados Unidos, pero las redes sociales no estuvieron obsesionadas con reacciones y debates demasiado tiempo. Trump no está en Twitter, así que no se produjo el enjambre de actividad que rodea otras polémicas. En vez de tener que pasarse la semana contestando preguntas sobre si quieren eliminar todo el sistema de gobierno del país o no, los republicanos pudieron dedicarse a otras cosas.

Trump es increíblemente impopular fuera de las bases republicanas y moviliza a los demócratas como nadie. Cualquier cosa que haga que la prensa le cubra menos es bueno para su partido

En realidad, uno de los secretos peor guardados de la política americana es que la mayoría de los políticos, asesores, y directores de campaña del partido republicano están muy contentos de que Trump no tenga cuenta de Twitter. Como red social, la página de Elon Musk no es demasiado grande, pero tiene la peculiaridad de que está llena de periodistas y gente obsesionada con la política, así que lo que sucede en ella recibe una cobertura mediática tremenda. No hay demasiados periodistas en Truth Social, así que los pollos que monta Trump por allí pasan un tanto desapercibidos. Trump es increíblemente impopular fuera de las bases republicanas y moviliza a los demócratas como nadie. Cualquier cosa que haga que la prensa le cubra menos es bueno para su partido. Quitarle la caja de resonancia que es Twitter es, en el fondo, un enorme favor.

Estos días se está hablando mucho sobre la política de moderación de contenidos de Twitter, y cómo en los últimos años, pre-Musk, había silenciado a "voces conservadoras" mientras permitía que los progresistas siguieran campando a sus anchas. Ya he hablado otras veces de que esto lo hacían porque es una necesidad de negocio, no una oscura conspiración para silenciar a la derecha, así que no me voy a repetir. Lo que se dice menos a menudo, y que es igual o más importante, es que esta clase de moderación de contenidos probablemente ayudaba a los republicanos y perjudicaba a los demócratas.

El debate político, estos días, viene definido a menudo por los extremos. Esto se atribuye a menudo a la polarización de la opinión pública, pero mi sospecha es que la causalidad va en dirección contraria. Los partidos políticos, como estrategia de comunicación, hablan a menudo de los extremistas del otro partido para avisar de los peligros y excesos del otro bando, poniendo ideas que muy poca gente defiende en el centro del debate.

La paradoja de la compra de Twitter por Musk es que silenciar las voces de extrema derecha va a perjudicar a los republicanos, no ayudarles

Un ejemplo clásico en tiempos recientes fue el Defund the Police, un eslogan creado por un pequeño grupo de activistas de Mineápolis durante las protestas contra la violencia policial del 2020. Es un lema muy desafortunado, y el partido demócrata intentó distanciarse de él casi de inmediato. Los republicanos, sin embargo, se han pasado los últimos tres años amplificando el mensaje de una facción minoritaria del partido al que todo el mundo estaba intentando hacer callar intentando definir a sus oponentes como radicales peligrosos.

Para llevar a cabo esta estrategia, los republicanos tenían la suerte de que la gente detrás de Defund the Police, como todo el mundo es un yonqui de la política en Estados Unidos, estaba en Twitter. Un número casi ilimitado de activistas, micro-organizaciones de iluminados y colgados variados estaban ahí fuera, diciendo cosas horribles sobre la policía. La derecha americana no tenía más que retuitearlos escandalizados para darles audiencias millonarias. Tener a todas esas voces "extremistas" campando por internet no era una ventaja, sino una penitencia.

Por motivos bastante obvios, los anunciantes son mucho más reacios a pedir que se moderen contenidos de extrema derecha que de extrema izquierda (nadie quiere anunciarse con nazis, vamos), así que pre-Musk, Twitter tenía muchos más chiflados progresistas que conservadores. Si Musk, como ha prometido, relaja los controles a las voces de lo peor del movimiento conservador americano, los chiflados extremistas enloquecidos que son de verdad nazis, racistas, o algo peor, van a tener la puerta abierta al debate público. Darle el micrófono a tarados como Marjorie Taylor Greene, Alex Jones o al mismo Trump es un favor gigantesco a la izquierda, que tendrán una galería de horrores casi ilimitada que amplificar y criticar.

La paradoja de la compra de Twitter por Musk es que silenciar las voces de extrema derecha va a perjudicar a los republicanos, no ayudarles. Buena suerte defendiendo a Trump cuando pida fusilar a alguien.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • W
    Wesly

    Y del golpe de Estado a fuego lento que Pedro Sánchez está perpetrado ¿no tiene nada que decir, Sr. Senserrich?.

    Por lo que expone, Ud. es un firme defensor de la arbitrariedad. Para Ud. existe la violencia buena (la de los progres) y la violencia mala (la de los demás, los fachas). Y así todo, la libertad de expresión, la corrupción, la presunción de inocencia, las dictaduras, etc, para Ud. todo es relativo, y siempre hay que criminalidad a los fachas, hagan lo que hagan y disculpar a los progre también hagan lo que hagan, aunque sea mucho peor.

    Se llama arbitrariedad. Se llama sectarismo.

  • V
    vallecas

    Llámela de Identidades, religiosa, fría, de culturas , pero estamos en Guerra.
    Vencer a USA/Occidente con la guerra tradicional es totalmente imposible, por eso se trata de "envenenar" la sociedad, inyectar un virus, provocar una guerra civil.
    Defender a Trump es tan absurdo como culpabilizarle de la situación actual. Es ser muy superficial.

    De lo que si estoy convencido es que el inicio de todo esto, la propagación del veneno en la sociedad nos entra por la Izquierda.

  • P
    pancho

    Esto no es una opinión, es un panfleto poco argumentado. Que Trump sea bastante antipático no debería justificar las fechorías del partido demócrata y de la momia Biden.