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Sí lo sabíais, sí lo sabéis

Manifestación en Pamplona contra el acuerdo de Bildu (EFE).
Manifestación en Pamplona contra el acuerdo de Bildu. EFE

La cara, gestos y declaraciones de incredulidad e indignación de los políticos de UPN después del anuncio de la moción de censura merecen un óscar al mejor actor (José Javier Esparza) y otro al de mejor actriz (Cristina Ibarrola, la todavía alcaldesa de Pamplona). De ésta última nos enterneció a muchos navarros cómo disfrutó, muy cercana y pizpireta, de ser alcaldesa en sanfermines: todos, incluida ella, sabíamos que serían los últimos. Los que tenían amigos y familiares trabajando en el ayuntamiento sin ser funcionarios esperaban el momento en que caería la moción de censura y deberían buscar empleo en otros lados. La sorpresa no ha sido el movimiento del PSN y de Bildu: la sorpresa ha consistido en ver que se produjera tan tarde.

La gente que intenta ser honrada e ir de frente no comprende (¡todavía!) que hay partidos con hojas de ruta muy claras y que Sánchez (cuyo único objetivo es sobrevivir y pisar la tierra firme del control total del poder) se doblega ante ellos, empezando por los más díscolos y faltos del “seny” del que antaño tanto presumían. Otegi supo esperar a que el PSOE se arreglara primero con Puigdemont and company. En muchos perdura la imagen de la extrema izquierda independentista vasca como una horda de orcos, asesinos de flequillo cortado a machete, aquellos que reían como hienas, sin piedad, desde la jaula de cristal que los separaba de sus víctimas en los juicios. Qué bien les vino a los líderes de esta piara de jabalíes aquello de “algunos agitan el árbol, otros recogen sus frutos”. Que lo subestimen a uno es el mejor regalo que pueden hacerte tus enemigos, algo que podríamos decir de Otegi si no fuera porque es quien más ha desmontado a Sánchez, en deslices propios de a quien le embarga la petulancia del vencedor. De su boca burlona hemos oído comentar la propensión compulsiva de Sánchez a la mentira, incluso bromear sobre el hecho de que lo tienen en sus manos, que harán -que hacen- todo lo que quieran con la marioneta de Moncloa.

Aquí los navarros filo-etarras (cada día son más, y no es casualidad sino ingeniería social) pierden completamente su dignidad: ¿no debería ser al contrario, que vascongadas se anexione a Navarra?

Lo más divertido – llegados a este punto, mejor reír por no llorar- es adivinar cuál y en qué momento será la próxima concesión. Porque están todas ya otorgadas. Absolutamente todas. Dejen de dudar acerca de eso. Lo interesante es apostar cuál vendrá primero, y juguetear con la imaginación: ¿con qué argumentos convencerá a media España de que esto es lo que conviene a la convivencia y a la paz social? ¿Qué vendrá primero? ¿La liberación de todos los presos de ETA? ¿La convocatoria de un referéndum para que Navarra se anexione al País Vasco? Aquí los navarros filo-etarras (cada día son más, y no es casualidad sino ingeniería social) pierden completamente su dignidad: ¿no debería ser al contrario, que vascongadas se anexione a Navarra? Las primeras no fueron más que uno de los puertos de Castilla, Navarra tiene una larga historia ineludible como reino. Por supuesto, después de la anexión habrá referéndum de independencia. Los independentistas de uno y otro sitio aprovechan que los socialistas están que tiran la casa por la ventana.

Personalmente, no acabo de comprender esa desesperación de Sánchez. ¿Ninguno de los tropecientos mil asesores que tiene puestos a dedo es capaz de hacer bien su trabajo, con lo sencillo que es? Es tan fácil como darle la vuelta a la tortilla: “Si yo no estoy, tendréis en frente al PP apoyado por Vox. Sois vosotros los que dependéis de mí, no a la inversa, menos humos, caperucita.” Sobre el papel suena bien. Sonaría, si no fuera porque el PP está centrado en diferenciarse y distanciarse de Vox con la vana ilusión de rascar votos a los ciudadanos decepcionados con el PSOE. ¿De verdad esperan obtener mayoría absoluta a través de esta táctica? ¿Con qué objetivo, por cierto? ¿El de ser un PSOE con piel de cordero? ¿Ya hemos olvidado el nacionalismo gallego de Feijoo, ignoramos que el germen de la inmersión lingüística empezó en Valencia con el PP? ¿Qué podemos esperar de un partido que sólo ofrece moderación (palabro etéreo donde lo haya) y economía? Nada. Incluso aunque gobernaran, la izquierda y el independentismo proseguirían con su labor de zapa, moldeando esa gigantesca mentira según la cual España se divide entre buena gente y los fascistas, sin importar todos los despropósitos que perpetran los primeros. Y luego me preguntan, sorprendidos, por qué mi marido y yo barajamos la posibilidad de migrar al extranjero. ¡Ay, España, qué gran país si tuviera buen señor!