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Opinión

La tapa dura de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Del guante recogido con una mano, al libro de tapa dura sostenido con la otra. Cada día tiene su afán. La fabrica de las metáforas, perdón de los marcos mentales, no se agota. Hay que ponerse a la tarea. El fin justifica el mensaje. Ahora resulta que hay 'economistas de élite'. Debe ser que los no reclutados pertenecen a la escala básica, la tropa cuartelera de toda la vida. Además de los que ya tiene por sistema el Ministerio de Economía, hay que recolectar a un grupo selecto que acompañe al presidente del Gobierno en su caminar hacia el inevitable rescate, al que llamarán de cualquier forma para que parezca un accidente. El guionista de la Moncloa ya tiene escrito un borrador de cómo será ese capítulo. Como en la crisis de la covid, Sánchez prepara el terreno para “hacer, en todo momento, lo que nos recomiendan los expertos”. Su ejercicio de supervivencia política va camino de ser un superventas en la realidad virtual. El Manual de resistencia tendrá más tomos que el Cossío. Al tiempo mientras llegan los del norte con la rebaja.

Incluso cuando el PP votaba 'sí' a la alarma -así fue con los tres primeros decretos-, salía al quite, con el estoque de verdad, la portavoz Lastra para poner a Casado al borde del descabello. El presidente del Gobierno juega varias partidas a la vez e incluye en el listado la posibilidad de que los presupuestos generales se los acabe aprobando el PP tras un empujón de los empresarios en España y otro de los socios europeos en Bruselas. Mientras tanto, abre brecha con algunos barones autonómicos del PP, simula que acepta un diálogo con el primer partido de la oposición en el Senado pero al día siguiente atiza a Casado en el Congreso.

Si no existiera Vox, el guionista de la serie se inventaría otro personaje un poco más clásico. Tal vez el PP de Aznar o el de Rajoy

Vox es un recurso además de un pretexto, una coartada para Sánchez. Y también viceversa. En su respuesta a Abascal, este miércoles en la sesión de control, aprovechó la oportunidad para lanzar al aire el tuit de la semana: “Usted y el señor Casado tienen la misma intervención, siguen el mismo guion. Ustedes publican el mismo libro, aunque usted, hay que reconocerlo, lo hace con tapa dura”. Fin de la cita. Ya frotará el genio la lámpara, para el siguiente mensaje. Si no existiera Vox, el guionista de la serie se inventaría otro personaje un poco más clásico. Tal vez el PP de Aznar o el de Rajoy a quienes por supuesto, en temporadas anteriores de la serie, llamaban de todo menos moderados. Ahora, de repente, los hay de tono bajo en el PP: Feijóo, Mañueco, Moreno y López Miras. El grupo de presidentes con fronteras está en el sector moderado, según el guion que escribe un experto en el 'divide y vencerás'.

Financiar al sur

La equiparación del PP con Vox tiene un matiz nuevo. Uno es más blando que el otro. No hay puntada sin hilo. ¿Y si de repente Sánchez necesita al partido de Casado para apoyarle en la negociación del rescate camuflado con los enfurruñados gobiernos socialistas del norte de Europa? La noticia es que el agua empieza a subir de nivel y por eso ya no es lo mismo el PP y Vox. Un cable es un flotador a tiempo en mitad de la zozobra por venir. La gran paradoja de Sánchez es que los progresistas del norte no van a pagar las políticas de esa extrema izquierda pro-chavista -como dicen también en Alemania- que, al igual que en Italia, anda apoltronada en los gobiernos del sur de Europa, los dos países más necesitados de financiación exterior. Un martillo pilón que no descansa. España necesita del mercado, solo en 2020, alrededor de 300.000 millones de euros entre deuda nueva y refinanciación de parte de la viva.

Resulta que el Partido Popular Europeo es la salvación junto al verso libre de Francia, el presidente Macron. La tapa dura del PP se ha puesto blanda y la gran coalición nos la van a hacer por encargo en Bruselas. Si Nadia Calviño preside el Eurogrupo será a cambio de algo. Pierde Pablo Iglesias. Los halcones no dejarán pasar la oportunidad de apretar hasta el último minuto, para que no haya un solo euro que no sea metido en un préstamo con condiciones, o algo parecido con forma de dogal. Lo que se da no se quita. Pero sí se devuelve. El refranero español se queda corto a oídos de un finlandés.

Sánchez se juega la Legislatura con unos presupuestos que serán revisados al detalle por quienes nos van a prestar el dinero. Le van a pedir las cuentas con una tapa dura, firme, recta y fría 

Luis de Guindos, hoy vicepresidente del Banco Central Europeo y en junio de 2012 ministro del Reino de España, recuerda muy bien cómo se las gastaban entonces los de ahí arriba. El rescate blando a España -para tapar el desastre de los políticos de todos los partidos en las cajas de ahorro- llegó tras una negociación dura como la tapa de un manual clásico de economía. Aquella tarde de bochorno -hacía calor en Madrid- del 9 de junio de 2012, por videoconferencia, los ministros de Economía del euro pusieron todo tipo de pegas, especialmente el finlandés, que quería garantías de pago a España por los mil millones que le correspondían en el reparto del préstamo. Yerran los que piensan que el carácter de la socialdemocracia nórdica se ha dulcificado con el confinamiento.

Sánchez se juega la Legislatura con unos presupuestos que serán revisados al detalle por quienes nos van a prestar el dinero. Le van a pedir las cuentas con una tapa dura, firme, recta y fría al más puro estilo calvinista. No hay nada personal, son solo negocios. El guionista de la política española -para algunos lo nuestro ya solo es una serie- no da abasto. Y encima viene el calor.

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