Opinión

Sánchez se postula como líder internacional

Los viajes internacionales sin contenido son una ofensa a los españoles asustados por unas expectativas agobiantes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic. Europa Press

Erase una vez un presidente al que se le reconocía fuera lo que se le negaba en casa. Para armar ese relato de consumo interno se organizó la excursión de Pedro Sánchez a los Balcanes. Suena a desesperación, a no nos comprenden, pero así funciona la narrativa sanchista, con constantes saltos en el vacío. En cuanto a los objetivos de la escapada, eso qué importa; esto no va de relaciones internacionales, va de ansiedades electorales.

No se le presta atención suficiente al jefe de gabinete del “doctor”. Oscar López es el artífice de estos cuentos que se diluyen en el aire antes de llegar a la mesa. Quienes le conocen saben de sus cualitativos, sondeos domésticos que siempre se demostraron inútiles en su larga carrera política. A él, de la mano del inefable ministro de Exteriores -qué actor se perdieron los hermanos Marx-, se le ocurrió este nuevo vuelo presidencial para desviar la atención de unos resultados de gestión que les abrasan.

Sólo a los mismos que improvisaron la operación Argelia se les podía ocurrir una visita a Montenegro, el enclave de la oligarquía de Putin durante décadas, donde muchos se están refugiando ahora con sus yates, a raíz de las sanciones por la agresión contra Ucrania. No sabemos si Sánchez le exigió al presidente montenegrino el cumplimiento de los acuerdos de sanciones de la UE, donde aspiran a entrar. No lo creo. Donde sí se metió en un lio fue en el asunto Kosovo, sobre el que España mantiene una posición diferente a la de los socios europeos, salvo que la haya modificado y no nos hayamos enterado.

Todo eso qué importa frente al objetivo de trampear con la realidad. De hecho, apenas aterrizó de vuelta en Torrejón y ya se desayunó con los horribles datos de empleo y paro registrados. Aquí, el canutazo cocinado se adapta a la política interior con la tontería correspondiente: “se deben leer los datos con unas lentes distintas”, le hacen decir. Superado el percance, se vuelve al nuevo yacimiento narrativo, el del líder que se ofrece al mundo, tan convulso. Así, filtran que podría ser secretario general de la OTAN, o nuevo presidente de la Internacional Socialista en el cónclave de noviembre. No le aprecian en casa, pero el mundo le adora, predica Oscar López.

Han organizado esta escapada turística a los Balcanes, obviamente sin objetivos diplomáticos serios, como quien va a Lourdes buscando un milagro

Para eso, y más, pueden aportar méritos. Sobre dirigir la Alianza, importa su currículo militar, iniciado con la propuesta de suprimir el Ministerio de Defensa y seguido del incumplimiento de todos los compromisos presupuestarios. Y acompaña que en estos días se ha conocido el estado de nuestro material militar, con los tanques Leopard -nada menos- en situación de inservibles. En cuanto a la jefatura de la organización socialista mundial, ahí están sus resultados de alianza con los comunistas. ¿Qué otro podría reunificar la II internacional, la socialista, y la III, la de Stalin, a partir de los hechos comprobados en la política nacional? Perfil planetario contra las encuestas, de eso va el periplo organizado, y habrá más.

Lo que transmite el equipo, ahora reforzado con Patxi López – del que se ha comprobado que tampoco él sabe qué es una nación-, es que han organizado esta escapada turística, obviamente sin objetivos diplomáticos serios, como quien va a Lourdes buscando un milagro. Pero los milagros no existen y, finalizado el programa de visitas, ahí sigue la realidad insoportable. Campeones en inflación e incapaces de pasar, como ya han logrado nuestros socios europeos, de la recuperación post-pandemia al crecimiento, que el FMI pospone ahora a ¡2024! Qué difícil es ver lo que se tiene delante, como señalaba Orwell. Mejor, volar y volar.

Más, cuando la trampa de calificar como franquista a quien se oponga a Sánchez empieza a chirriar. Algo similar a lo que le ocurre al gobierno chileno que controlan los comunistas. Allí, la identificación como pinochetista de todo el que rechaza el proyecto de nueva Constitución también empieza a cansar, como muestran las encuestas. Tiene enorme interés la organización de colectivos de centroizquierda -les llaman los Amarillos- para neutralizar esa táctica. Están teniendo éxito frente a la estratagema de fabricarse un enemigo a medida, de acusar a todo el que se opone como “derecha o extrema derecha”. Truco conocido, ¿no?

Tome nota Alberto Núñez Feijóo e ignore a quienes le piden que se centre en una guerra cultural izquierda-derecha, el trampantojo utilizado por los enemigos de la Transición, y que tanto rendimiento les ha dado

El expresidente socialista Ricardo Lagos, el equivalente chileno de Felipe González, ha criticado con dureza un proyecto constitucional 100% bolivariano, en un país que no quiere eso. ¿Pinochetista? En semanas se ha aglutinado un bloque mayoritario de chilenos con simpatías hacia el centroizquierda y el centroderecha, a los que los periodistas equivalentes a nuestros sanchistas -también allí mayoritarios- aguijonean con sus “¿cómo votáis con la derecha?”. Descubierto el engaño, se les desploma el tinglado. Tome nota Alberto Núñez Feijóo e ignore a quienes le piden que se centre en una guerra cultural izquierda-derecha, el trampantojo utilizado por los enemigos de la Transición, y que tanto rendimiento les ha dado.

Sobre lo que habrá ya pocas dudas es acerca de la incapacidad de Sánchez para discernir qué es la socialdemocracia, él que aspira, dicen, a liderar a todos los socialdemócratas del mundo. Igual que tantos, incluidos ideólogos sanchistas como Sánchez-Cuenca, la identifica con un conjunto de ideas vigentes durante gran parte del siglo XX y hoy inservibles, incluso dañinas para las sociedades actuales. El reconocido intelectual socialdemócrata Tony Judt -Cuando los hechos cambian (2015)- dedicó los últimos años de su vida a advertir del peligro de los socialdemócratas zombis, que emplean hoy modelos mentales pertenecientes a realidades que ya no existen.

Sus análisis son muy apropiados para entender por qué el PSOE es ya una organización que no sirve para representar al centroizquierda, y a su electorado huérfano. “Será inútil recuperar la retórica de la socialdemocracia del siglo pasado”, advirtió. En esos casos, hay que “empezar en otro sitio”. Ya no cuelan los tramposos giros a la izquierda instrumentalizados por un gobierno convertido en una agencia de repartijas. Y los viajes internacionales sin contenido son una ofensa a los españoles asustados por unas expectativas agobiantes.