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Opinión

Ruido

Los diputados independentistas presos, en el Congreso

Ya está en marcha la XIII legislatura y no parece que vaya a ser esta la de la vuelta a la normalidad institucional. El Congreso de los Diputados ha abierto las puertas para que entren nuevos partidos y diputados que están siendo procesados por intentar romper la unidad de la nación española. La nueva presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tiene que poner ya en la Mesa la que posiblemente será la decisión más importante de toda la legislatura: si los diputados independentistas procesados pueden asistir a ejercer sus deberes de diputados o si de lo contrario, como ya pasó en el Parlament, dejan sus escaños vacíos.

La Cámara Baja está más fragmentada que nunca. En el nuevo Congreso de los Diputados están representados diputados desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, desde independentistas rupturistas hasta recentralizadores jacobinos. No se dirá que el Parlamento no representa a la diversidad española. Sin embargo, la pluralidad y su ejecución es una de las asignaturas pendientes de la nueva Cámara. El ruido generado por diversos diputados y los discursos que se saltaron los protocolos reglamentarios dibujan un escenario difícil de gestionar.

Iniciamos la legislatura del ruido. Un ruido sordo que únicamente busca el titular, el golpe de efecto, pero que difícilmente conducirá a resolver los graves problemas  de la sociedad española

El primer día de colegio de sus señorías fue un acto electoral en toda regla. La instrumentalización de la Cámara de la soberanía popular a cinco días de las elecciones del 26 de mayo no será un oasis aprovechado para rascar los últimos indecisos de la campaña, sino la caja de resonancia de una España centrifugada hacia sus extremos, donde la sola presencia del adversario genera incomodidad, la misma que buscaron los diputados de Vox situándose en la tradicional bancada socialista.

Iniciamos la legislatura del ruido. Un ruido sordo que únicamente busca el titular, el golpe de efecto, pero que difícilmente conducirá a resolver los graves problemas y retos que afronta la sociedad española. El Congreso de los Diputados puede correr el peligro de sustituir el diálogo por el ruido, la cordialidad por el rencor, el interés popular por la soledad que produce la indiferencia pública. Como dijo el poeta Sabina, "mucho, mucho ruido, tanto ruido que al final, por fin el fin, la soledad".

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