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Opinión

Roures el filántropo

El empresario y productor cinematográfico Jaume Roures Llop presentó concurso de acreedores voluntario hace cinco meses.

La cosa es que a los presos separatistas les están empezando a caer permisos para salir de la galera como caen las gotas del rocío en primavera. Unos se van a cuidar a parientes enfermos, cosa a la que nada se puede alegar, otros harán trabajo como voluntarios, objetivo loable y cívico como pocos, y alguno, como el ex conseller de interior Joaquim Forn, saldrá con el pan debajo del brazo. Si, señoras y señores, en estos tiempos de egoísmo y falta de sensibilidad social, a Forn le han ofrecido un trabajo de lo suyo, abogado, nada menos que en Mediapro, el grupo audiovisual propiedad de Jaume Roures. El mismo que organizaba cenas en su casa entre Pablo Iglesias y los separatistas, el máximo promotor audiovisual de la estelada, el trabajador de TV3 que supo encaramarse a lo más alto de la cadena – nunca mejor dicho – alimentaria de los medios merced a contratos jugosos de fútbol.

De la misma manera en la que los frailes trinitarios rescataban a los presos cautivos por el moro, Cervantes incluido, así ha procedido ese munificente millonario con el exresponsable de la policía catalana cuando aquello del 1-O. Dándole cobijo, acogida, trabajo y, presumimos, cariño y afecto, Roures se significa como ese hombre sensible y solidario que siempre intuimos que era. Déjese don Amancio Ortega de donar millones para paliar la cruda realidad de los pacientes de esa lacra llamada cáncer, que al lado de Roures poco o nada tiene que hacer. Gracias a que ese millonario de extrema izquierda brinda un puesto de letrado a quien debía cumplir y hacer cumplir la ley en aquella malhadada fecha del pseudo referéndum, Joaquim Forn podrá salir de lunes a viernes sin vigilancia, cadenas ni peajes, trabajando fuera y dentro de su despacho que suponemos convenientemente soleado e incluso decorado con alguna planta de interior, dado que esa fue la responsabilidad del preso en sus tiempos.

Gracias a que ese millonario de extrema izquierda brinda un puesto de letrado a quien debía cumplir y hacer cumplir la ley en aquella malhadada fecha del pseudo referéndum, Joaquim Forn podrá salir de lunes a viernes sin vigilancia, cadenas ni peajes, trabajando fuera y dentro de su despacho

El tiempo que le reste de condena – diez años y medio aunque la cosa acabará antes – será, así, un tiempo amable, ligero, debiendo tan solo pernoctar en el hotel rejas. Como sea que su labor, siempre según el prócer generoso de Roures, se desarrollará en el campo del derecho público y su patrocinador siempre suele tener un juicio o dos por asuntos diversos, no ha de faltarle ocupación. El bendito artículo 100.2 unido a la magnanimidad del desinteresado Roures ha hecho que el milagro se cumpla. Los desempeños varios que tendrá Forn – ostentará un papel importante, dice el empresario audiovisual – podrían llevarlo a los muchos lugares en los que Mediapro tiene delegación. No serán, claro, Nueva York, El Cairo, Maputo, Santiago de Chile, Dubái, Bogotá, Londres, Shanghái, Singapur, Toronto, Zagreb o Belgrado, por citar tan solo unos pocos. Pero si podría ir y volver en un día a Gerona, Bilbao, Granada, Madrid, Zaragoza o Santiago de Compostela, lo que ya es decir.

Su labor, siempre según el prócer generoso de Roures, se desarrollará en el campo del derecho público y su patrocinador siempre suele tener un juicio o dos por asuntos diversos, no ha de faltarle ocupación.

Y todo porque Roures, que tiene memoria histórica, debió recordar aquella campaña que los anarquistas mantuvimos en los lejanos años setenta del siglo pasado con la Coordinadora de Presos en Lucha, la COPEL, que tenía por lema “Presos a la calle, comunes también”. Que si ellos se reclaman presos políticos, lo cierto es que son comunes y muy comunes, porque la malversación de fondos públicos jamás se ha considerado algo que tenga que ver con la política heroica del resistente ante el fascio maligno. Ah, Roures, bien aprendiste la lección de los ácratas mientras vosotros, los troskos, os infiltrabais en una CNT que siempre adoleció de ser más tonta que el que asó la manteca

Proponemos pues, de manera humilde, que se levanten estatuas en todas las plazas de España, perdón, del estado español, a mayor honra y prez del filántropo que, no lo dudamos, empezará a ofrecer puestos de trabajo a todos quienes estando presos desean sinceramente reformar sus vidas. No hablamos de asesinos, de pederastas o de etarras, nos referimos a los que, un mal día, se desviaron del recto camino, hundiéndose en el abismo de la delincuencia, de la droga, del lumpen, estando ahora arrepentidos y dispuestos a comenzar una nueva vida, pretendiendo redimirse y hacer de sus existencias una cosa útil para ellos, para los suyos, para la sociedad. Algo que, fíjense, no han manifestado nunca los separatistas encarcelados.

Venga, Roures, camarada, tú puedes.

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