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Opinión

Rompiendo cadenas de tela

Las mujeres en Irán han explotado cuando asesinaron a una de ellas por llevar mal puesta su cadena de tela. Ni siquiera por intentar quitársela

Fotografía de Mahsa Amini, la joven iraní fallecida la semana pasada tras ser detenida por llevar mal puesto el velo DPA

Permanezco asombrada tras las imágenes y vídeos que he visto esta semana de lo que sucede en Irán. Es un asombro beneficioso y bueno. Aunque las sensaciones que percibo al hacerme preguntas no son tan buenas.

He visto cómo las mujeres iraníes se quitan ese trapo de la cabeza y lo lanzan a una hoguera. Disculpadme si me refiero al hiyab o velo islámico como trapo o pañuelo, yo hablo desde mi cultura y mis costumbres y, eso que se ponen en la cabeza, lo acostumbramos a llamar trapo o a lo sumo pañuelo. Solo os voy a pedir que respetéis mis costumbres a la vez que mis pocas ganas de imbuirme en las suyas.

Hay mujeres arrancándose ese pañuelo, que parece pesarles más que la losa de cualquier lápida, con la misma valentía que alegría. Saben que se juegan la vida con ese gesto, pero no pueden más, han dicho basta. Lo agitan en el aire en plazas, entre gritos y aplausos de quienes tampoco pueden más. Se suben a lo alto de tarimas y monumentos y se cortan sus largas melenas ante la vista de todos, sabiendo que eso se pena con la muerte.

Debería ser también una lección para todos los gobiernos, incluido el nuestro: si no quieres ver tu cabeza en una pica, no intentes averiguar dónde está el límite de tu pueblo

He visto multitudes, formadas no solo por mujeres, sino también por hombres, rebelarse y hacer frente al poder. Al contrario de lo que escucho, no creo que las apoyen ni acompañen: ellos se han rebelado igual que ellas, van de la mano todos juntos y los hombres alzan su voz porque también es cosa suya, porque todos tienen hijas, hermanas, esposas o madres. Porque no quieren vivir en un mundo así.

Esa gente ha iniciado un camino que ignoro hasta dónde le llevará. No sé si terminará antes de alcanzar su meta y ni siquiera sé si su meta es la misma que yo desearía. Sea como fuere, los pasos que han dado no son solo una lección de valentía allí, sino que debería ser también una lección para todos los gobiernos, incluido el nuestro: si no quieres ver tu cabeza en una pica, no intentes averiguar dónde está el límite de tu pueblo.

He de reconocer que esos pañuelos lanzados al viento suponen también para mí una lección de lo estúpidos que somos. Aquí estamos unos y otros enfrentados, discutiendo por un feminismo que nos quieren vender o incluso imponer. Un feminismo que se empeña en alejar al hombre de una supuesta lucha por la mujer y en señalarle como culpable, no ya de la opresión de la mujer, sino de todos sus males.

Las feministas se han apropiado de un término que no les corresponde, que ni siquiera entienden y se atreven a decir: "Tú no puedes manifestarte ni alzar la voz conmigo, porque eres hombre y no necesito que ningún hombre me defienda". ¡Qué lección os están dando los hombres y las mujeres iraníes y qué lástima que seáis incapaces de aprenderla!

Nuestras heroicas feministas quieren ponerse un bikini que no sea rosa y que nadie haga el más mínimo comentario sobre ese michelín o esa estría, porque eso es odio. Esa es su lucha

Ahora me vienen a la memoria estudios encargados por nuestro Ministerio de Igualdad, en los que no se ha escatimado ni un céntimo para averiguar cómo nos oprime el color rosa, por ejemplo. Campañas que han costado lo que ganan en un año cinco españoles medios, para decirnos que todos los cuerpos femeninos tienen derecho a lucirse en la playa, sin ser juzgados.

Los iraníes se juegan el cuello para que nadie obligue a sus mujeres a esconderse debajo de un manto negro de odio y opresión que las hace invisibles al mundo, mientras que nuestras heroicas feministas quieren ponerse un bikini que no sea rosa y que nadie las mire, que nadie haga el más mínimo comentario sobre ese michelín o esa estría, porque eso es odio. Esa es su lucha.

Las mujeres en Irán han explotado cuando asesinaron a una de ellas por llevar mal puesta su cadena de tela. Ni siquiera por intentar quitársela. Desde entonces son muchas las que hacen jirones sus cadenas, pero no son pocas las que están pagando con la vida el querer ser libres.

Me vienen imágenes de la diputada ceutí que se pasea por nuestras instituciones luciendo ese trapo en la cabeza y que lleva años empeñada en convencernos de que esa cadena de tela es símbolo de libertad

Y a mí me viene el recuerdo de esa señora que se dice periodista, cubriéndose la cabeza para ser así digna de hacer una entrevista al presidente de Irán por entonces. Cuánto que aprender de Christiane Amanpour, de la CNN, que hace unos días se negó a cubrirse para formular sus preguntas al presidente actual. También me vienen imágenes de la diputada ceutí que se pasea por nuestras instituciones luciendo ese trapo en la cabeza y que lleva años empeñada en convencernos de que esa cadena de tela es símbolo de libertad y de empoderamiento de la mujer. Porque la mujer lo elige.

Por supuesto que lo elige. Elige ser "una buena mujer" según le han enseñado. Lo elige igual que un esclavo que nació esclavo, siendo hijo y nieto de esclavos, no se opone a sus cadenas y se coloca sus grilletes al despertar por la mañana, porque eso es de ser buen esclavo.

Imagina a una persona llevando tras de sí a otra con una cadena al cuello, entrando por nuestros aeropuertos y paseando por una Europa moderna y civilizada, sin que se lo impidan y sin que nadie trate de liberar a la encadenada. No lo imagines: lo veo cada día con cadenas de tela, algunas de ellas tan oscuras como una noche sin luna y tan grandes que incluso esconden a toda una persona debajo de ese saco de esclavitud. Y todos callan.

Con qué dignidad puede tratar nadie ahora de convencerme de que ese trapajo libera a la mujer, cuando tantas mujeres en el mundo son perseguidas y asesinadas por no querer llevarlo, por no querer ser invisibles, por querer vivir en libertad.

Siendo coherente y justa con esas mujeres, ni siquiera podría osar a imitar el glamur de Audrey Hepburn, cuyo sello de estilo indudable fue llevar un pañuelo anudado a la cabeza. Me costaría incluso ponérmelo para ir en un descapotable, protegiendo así mi cabello del soplar del viento, como hemos visto en tantas películas.

Creo, sinceramente, que es momento de que el viento nos alborote el pelo.

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  • V
    Versas

    Bravísimo artículo
    Verdades como puños, ni pongo ni quito una coma

  • F
    Fran2

    Hermoso artículo
    ¿El velo?, Cadena invisible
    Juntos podremos cambiar el mundo, enfrentados no.

  • A
    Ardilla

    Sublime artículo...Es complicado leer cuando tu corazón, quiere arrebatarte la exclusividad de la visión y el cerebro para la lectura. Gracias Rosa...Ojalá millones de personas estén en deuda con mujeres como tú...o como ellas allí...en Irán.

  • V
    visifuz

    No hay palabras para complementarlo. Es perfecto. Bueno, sí: #AlborotaTuPelo

  • K
    Karl

    Los límites de los tiranos los define la resistencia de aquellos a quienes oprimen.
    __
    "The limits of tyrants are prescribed by the endurance of those whom they oppress."
    ~Frederick Douglass

  • V
    vallecas

    Lo verdaderamente sorprendente es lo que pasa aquí. No solo en España del feminismo totalitario movido por el ODIO, sino por ejemplo en Suiza donde hubo una votación para prohibir el Burka (cubre todo el cuerpo) y lo prohibieron con un 51% de los votos.
    Inexplicable que al 49 % de los Suizos les parece bien que una mujer vaya con el burka por Zurich. Es una "cosa de locos".