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Opinión

¿Y si al Reino Unido le va bien tras el Brexit?

Boris Johnson.

Permítanme una pequeña confidencia. Sí, lo reconozco, estoy cansado de los análisis simples, vacuos, que se hacen por estos lares. Nos han estado torturando, la inmensa mayoría de los medios de comunicación patrios, con la ayuda inestimable de cierta “academia”, de los mil y unos males de la subida del salario mínimo -resulta hasta obsceno su “apoyo” en curvas empíricas espurias-. Obviamente no se han leído la literatura existente sobre el tema. Nos atontan constantemente con que los gobiernos son como las familias y las empresas, y que están sujetos a restricciones presupuestarias.

Obviamente no entienden cómo funcionan los sistemas monetarios fiat modernos, y tampoco comprenden identidades básicas como las balanzas sectoriales de una economía. Y, para rematar su “linda” faena, nos han mareado hasta la extenuación con lo insolidarios que son los británicos, lo mal que les va a ir fuera de la Unión Europea. Se equivocan todos y cada uno de ellos. A Reino Unido, con soberanía monetaria, subida del salario mínimo, y tras abandonar la austeridad presupuestaria, le va a ir bien. Junto a Islandia son las democracias más antiguas. Por el contrario, la Unión Europea se está convirtiendo en una máquina de generar fascistas. Próxima parada, Francia e Italia.

Un falso europeos

El modelo híper-exportador alemán ya está finiquitado, por mucho que algunos lo intenten alargar. La enésima barrabasada es el falso New Deal verde que presentó hace unas semanas la Comisión Europea. Se pretende favorecer una nueva extracción de rentas privadas con la excusa del cambio climático, cuyo único beneficiado, en la sombra, será el sector industrial alemán y sus satélites de mano de obra barata, los antiguos países de Este. Lo alucinante es que las élites españolas, francesas o italianas aceptaran, y continúen aceptando, sin rechistar, un modelo de crecimiento económico perjudicial para la salud de sus conciudadanos. Y todo en nombre de un europeísmo falso.

A Reino Unido, con soberanía monetaria, subida del salario mínimo, y tras abandonar la austeridad presupuestaria, le va a ir bien. Junto a Islandia son las democracias más antiguas. Por el contrario, la Unión Europea se está convirtiendo en una máquina de generar fascistas

Cabría esperar que, en algún momento, nuestros políticos y prohombres de empresa reaccionarían, cambiarían de rumbo, y que buscarían un nuevo marco económico más equilibrado entre países y ciudadanos. Pero, hete aquí, que todo sigue igual. Repito una idea muy sencilla, asumida por ingleses, estadounidenses, canadienses, japoneses, australianos, neozelandeses, o islandeses.  Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero. El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios fiat modernos. 

Salario mínimo y austeridad

Reino Unido, tras abandonar la Unión Europea, con políticas diametralmente opuestas a las que se siguen por estos lares, podría ser la prueba del algodón que ponga de manifiesto el timo del modelo híper-exportador alemán, y la distopía actual del Euro. Reino Unido tiene soberanía monetaria, con un banco central que entiende la endogeneidad del dinero y comprende la Teoría Monetaria Moderna. Pero ahora, además, el nuevo gabinete de Boris Johnson se va a quitar el corsé de la austeridad. Han entendido el dominio aplastante del principio de demanda efectiva, y van a aumentar el gasto público en sanidad y educación. A la vez, en abril de este año, subirán notablemente el salario mínimo. ¡Qué izquierdista peligroso y populista este Boris Johnson! Reino Unido demostrará con estas políticas lo tremendamente equivocados que se encuentran en Bruselas, Berlín, París o Madrid.

Pero aquí nuestros políticos, especialmente el trío de las derechas patrias, cierran los ojos, y mienten sobre el salario mínimo o la política presupuestaria. Para ello cuentan con la ayuda inestimable de ciertos economistas, y algunos servicios de estudios, que defendían que la subida del salario mínimo iba, en principio, a generar paro, y que, después, a última hora, según ellos, solo habría frenado la generación de empleo. Falso. Con una “curva empírica” dicen “demostrar” que existe una relación negativa entre el nivel del salario real y la demanda de trabajo de las empresas, cuando en realidad es espuria, ya que una vez que controlamos por el nivel de deuda privada dicha relación desaparece.

En Bruselas siguen sin entender nada, ni tan siquiera nuestra historia reciente. Pues venga, ¡a disfrutar!

La Unión Monetaria Europea (UME) es un sistema defectuoso desde sus orígenes. Se hizo caso omiso de los informes precedentes (Werner, 1970; MacDougall, 1977) donde se avisaba de la necesidad de una instancia fiscal federal y de los peligros de dejar todo en manos de un Banco Central, como una parte no constituyente del gobierno, y de establecer, en este contexto, unos tipos de cambio fijos entre los estados miembros. Todo ello se puso de manifiesto con la Gran Recesión. Ésta sacó a relucir de qué iba realmente esto del euro.

Desde el inicio de la crisis de la eurozona había soluciones más eficientes y más justas, ampliamente entendidas por cualquier economista, y que no eran difíciles de implementar -al menos técnicamente, otra cosa es la política-. Había un camino alternativo, cancelación de deudas y mucha menos austeridad. Pero este camino no fue tomado. La deuda (sobre todo privada) fue utilizada como una excusa para apretar el orden económico neoliberal dentro de un marco federalista conservador. La alternativa habría ayudado a preservar el modelo social europeo y habría cambiado la agenda neoliberal. Pero fueron ignoradas. Las consecuencias ya las sabemos. Pero en Bruselas siguen sin entender nada, ni tan siquiera nuestra historia reciente. Pues ale, a disfrutar, que sigan así, de victoria en victoria hasta la derrota final.  

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