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Opinión

Una raza política en vías de extinción

Agustín Zamarrón, en el comienzo de la sesión.

La barba blanca de Agustín Zamarrón en la constitución de la nueva Legislatura, que esperemos que empiece a andar en pocos días, ha copado todos los informativos por lo novedoso en las formas y en el fondo. No estamos acostumbrados a que los políticos nos pidan disculpas, que pidan perdón como hizo Zamarrón y como deberían hacer todos aquellos que han errado es su misión que es la gestión de la administración. Pero Spain is different.

Su intervención audaz y auténtica nos ha recordado en comunicación política a la raza política por excelencia, a la de aquellos diputados que, fueran del color que fueran, nos deleitaban con su oratoria y sus discursos nos gustaran más o menos, pero diciendo verdades como puños, sin pelos en la lengua, como en general nos gusta a todos. Ese tipo de raza política está en peligro de extinción. La hipocresía y los circunloquios políticos que no salen de una retórica aburrida y falsa se están imponiendo frente a aquellos que nos sonaban a auténticos. Zamarrón me ha recordado a Labordeta y a una manera de hacer política que ya ha muerto, la política con visión de Estado, con visión de resolver problemas y no complicar la vida aún más a los ciudadanos.

Pero no sólo Labordeta se permitía el lujo de enviar a todos a la mierda y dormir tan tranquilo. Dulces discursos que llegaban a todos eran también, por ejemplo, los de Alfonso Guerra o Cristina Almeida. Eran otros tiempos está claro. No existía la marquetinización de la política, o la americanización en versión tosca de la política, se fumaba en el Congreso, ¿recuerdan?

El ir ahora a unas terceras elecciones es un imposible. Primero, porque Sánchez ha dicho que no habrá y segundo, porque alcanzar la abstención de ERC cada vez está más cerca

En política, actualmente, sobran falsas promesas construidas con grandes dosis de técnicas comerciales o marquetinismo y falta raza política, altura de miras, un profundo sentido de Estado. Falta lo básico, competir en ese ring que es el Congreso mediante el diálogo y la palabra y tejer acuerdos que beneficien al conjunto de españoles. Y miro a Cataluña, que ningún actor político ha sido capaz de abordar e iniciar los pasos para resolver una situación que dura demasiado en el tiempo, que tristemente ha tenido que acabar en los tribunales y que debería suponer una gran vergüenza para todos, en especial para los líderes políticos. Todos hemos fracasado un poco y todos somos responsables, como de la irrupción de Vox. No hacerse responsable y no reconocer el problema limita a cualquiera a pensar en una posible solución.

Gustará más o menos un gobierno de izquierdas y progresista, pero cabe destacar que los ciudadanos han hablado por segunda vez en medio año a través de las urnas y han dado la victoria nuevamente a Pedro Sánchez. El ir ahora a unas terceras elecciones queda diluido. Primero, porque Sánchez ha dicho que no habrá y segundo, porque parece que alcanzar la abstención de ERC cada vez está más cerca. Que de una vez por todas el presidente deje de estar en funciones y se desbloquee un Gobierno, tras todo un 2019 perdido entre campaña y campaña es fundamental. Al igual que poco a poco se recupere el terreno que la política jamás debería haber abandonado: el de los parlamentos y no el de los tribunales. Más raza política y menos márquetin. Mas visión de estado y menos egocentrismo, a ver si lo conseguimos.

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