Opinión

Radiografía del ayusismo: confundir ruido y talento

Con la excusa de que Madrid-es-la-capital-de-España y el hecho de que Ayuso está aquí al lado, la presidenta madrileña recibe toda la atención del mundo, no importa lo que diga

La presidenta del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, comparece ante los medios de comunicación Europa Press

No acostumbro a recibir llamadas de periodistas americanos preguntándome sobre políticos españoles. Hubo una breve temporada en la que estaba al teléfono aclarando cosas a conocidos de vez en cuando, en los días más infaustos del procès, pero eso era una situación un tanto excepcional. Una crisis constitucional es algo serio, y tener un catalán a mano esos días era útil para dar un poco de contexto.

Hay, sin embargo, un cargo electo en España sobre quien sigo recibiendo llamadas y preguntas ocasionalmente, incluso cuando no hay nada que contar: Isabel Díaz Ayuso.

La pregunta, porque esta es la pregunta que se hace de cualquier líder conservador estos días, es siempre si Ayuso es “la Trump española”. Esto no es culpa de Ayuso, que tendrá sus defectos, pero desde luego no es una fascista con la inteligencia emocional de un niño malcriado de doce años ni ha intentado dar un golpe de estado. Los periodistas americanos no tienen demasiada imaginación y ven Trumps por todos lados. Lo que sí es obvio es que la presidenta de la comunidad de Madrid es alguien con una capacidad innegable para atraer la atención, y que, desde luego, se está haciendo notar.

La condición mediática de Ayuso, alguien joven, fotogénica, siempre abierta a polémicas, siempre dispuesta a dar declaraciones ha dado pie a muchos debates sobre su talento político. Alguien que está constantemente en las portadas de todos los medios, que los corresponsales y prensa internacional ve con sorpresa y admiración, que cuando habla todo el partido le escucha, capaz de hundir la carrera de rivales y enemigos como pocos tiene que ser especial. Una política de raza, dicen. Alguien que puede aspirar a mucho más. Alguien con ambiciones.

Se escriben ríos de tinta sobre el pensamiento de Ayuso, sobre si es un ejemplo del alma liberal del PP, del alma populista del PP, o una fusión nueva

Hemos llegado a un punto en el que Ayuso ha generado un pequeño ejército de columnistas que van desde el extremo centro a la derecha patriótica que son expertos en ayusismo. Esta disciplina contertulio-periodística se dedica a analizar y destilar la ideología, motivaciones, psicología y estrategia de la Ayuso. Se escriben ríos de tinta sobre el pensamiento de Ayuso, sobre si es un ejemplo del alma liberal del PP, del alma populista del PP, o una fusión nueva, algo que debe ser calificado con un nuevo adjetivo. Hay enormes debates y especulación sobre si está atacando o no al líder del PP de turno, los pulsos con el gobierno, su valentía, audacia, y honda comprensión del Volksgeist madrileño.

Dios mío, soy parte del problema. Lo sé, lo sé.

Mi sensación, sin embargo, es que Ayuso no es un fenómeno nuevo, sino la repetición de un fenómeno conocido como in der Nähe des Lautsprechers, un término alemán que he sacado de Google Translate ahora mismo porque así suena más imponente y que significa “estar cerca del altavoz”.

No sé si recordaréis, no hace muchos años, un alcalde y presidente de la comunidad de Madrid que era omnipresente, hiperactivo, super mediático, y que era el futuro del PP llamado Alberto Ruiz Gallardón. Este fue sucedido por alguien que también fue vista durante muchos años como el gran talento de los liberal- conservadores en España, la Thatcher de Puerta del Sol, Esperanza Aguirre. Incluso recuerdo, antes de que el PP de Madrid se pusiera a defenestrar dirigentes a toda velocidad, como Cristina Cifuentes iba a revolucionar la derecha en España.

Porque resulta que no eran grandes líderes, sino que simplemente salían mucho, mucho en los medios por el mero hecho de estar en Madrid

Sabemos lo que sucedió después. Tanto Gallardón como Aguirre intentaron dar el salto a la política nacional y subir el último escalón, el que lleva a la Moncloa. Ambos se metieron en embolados tremendos, descubrieron que el fervor y atención mediático no se traducía a apoyos dentro del partido, y o bien se quedaron a medias, acabando su carrera política cuando el partido le dejó a la estacada en un ministerio (esa ley sobre el aborto…) o nunca se atrevieron a dar el salto, a plantar batalla para ganar un congreso. Porque resulta que no eran grandes líderes, sino que simplemente salían mucho, mucho en los medios por el mero hecho de estar en Madrid.

Ese, me temo, es el superpoder de Isabel Díaz Ayuso. Madrid es la capital, donde están las redacciones de todos los medios, los estudios y cámaras de televisión y las tertulias radiofónicas. Cuando Ayuso hace cualquier cosa, los periodistas están ahí al lado. Entre cubrir la rueda de prensa del presidente de Valencia o Extremadura o cuatro paradas de metro a Puerta del Sol, siempre preferirán lo segundo. Así que con la excusa de que Madrid-es-la-capital-de-España y el hecho de que Ayuso está aquí al lado, la presidenta madrileña recibe toda la atención del mundo, no importa lo que diga.

Ayuso está donde están los micrófonos, y los periodistas la cubren por defecto, igual que hicieron con todos sus predecesores. No importa si lo que dice es medio interesante o no

In der Nähe des Lautsprechers, que decía antes. Si en vez de ser presidenta de la Comunidad de Madrid lo fuera de Andalucía, Castilla y León, u otra región española cualquiera, los medios le harían muchísimo menos caso. Ayuso está donde están los micrófonos, y los periodistas la cubren por defecto, igual que hicieron con todos sus predecesores. No importa si lo que dice es medio interesante o no.

La política tiene algo de física cuántica: la observación de un fenómeno u animal político necesariamente tiene un efecto en el estado de este. En Madrid hay muchas cámaras y micrófonos, y a Ayuso todos esos instrumentos de observación quizás hagan que parezca más grande de lo que realmente es. Que no diera el salto a la política nacional cuando “dimitieron” a Casado es señal de que es posible que su base de apoyo sean los periodistas capitalinos, no sus compañeros de partido.

Mi conclusión, si tengo que hacer ayusología, es que no podemos saber si la presidenta de la comunidad de Madrid es una política excepcional o no. Todos los políticos al frente de instituciones madrileñas reciben siempre una cantidad desproporcionada de atención, no importa lo que patanes que sean. Incluso Almeida, que es probablemente el hombre más aburrido del planeta, sale constantemente en los medios, simplemente porque lo que sucede en la capital importa mucho a los periodistas que viven en ella, y van a hablar sobre ello, nos interese al resto o no.

Eso de que cuando “llueve en Madrid, llueve en toda España” no es sólo aplicable a la meteorología.