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Opinión

Torra y Juan Palomo

El president de la Generalitat, Quim Torra.

Todos hemos visto las imágenes del president llegando a la plaza de Sant Jaume la noche del lunes, mezclándose con los separatistas congregados delante del Palau. Saludaba efusivamente a quienes lo abrazaban, le daban palmaditas amistosas en la espalda o le gritaban “president, apreteu, apreteu!”. Un espectáculo que para sí hubiera querido el mismísimo Robert Louis Stevenson a propósito de sus Dr Jekyll y Mr Hyde. Porque aquel Torra es el mismo que ordenó a los Mossos reprimir a los miembros de eso que se autodenomina Tsunami Democràtic. Hostias por un lado y mimitos por el otro.

Es la esquizofrenia en estado puro, aunque esa dolencia aqueja a no pocos sectores de la vida política catalana. Verbigracia, mientras La Vanguardia titulaba este martes 'Amplia movilización contra las penas altas del proceso', como si secuestrar un aeropuerto causando la anulación de más de 100 vuelos fuese una merienda infantil, Marlaska, ministro, dicen, de la cosa del orden público, se congratulaba de que todo el operativo policial hubiera sido perfecto. Así pues, los que se concentraron ante la Jefatura Superior de Policía, la nacional, en Vía Layetana, estaban solo movilizándose. Entendido. Y los que cortaron el AVE en Gerona – hay que ver lo fácil que es ser separatista en aquella ciudad, ¿eh?, porque nadie uniformado te llama al orden cuando te propones cometer una salvajada – llegando incluso a soldar las vías, también estaban movilizados y nada más. Puestos a movilizarse, los CDR que obligaban a salir de las aulas en la UAB, a base de botes de humo y petardos, a los profesores y estudiantes que deseaban continuar dando clase también estaban movilizándose y haciendo que se movilizaran los remolones. Bien. Hasta ahí, sin novedad en el frente.

Lo singular del asunto es que el mismo Torra que, tan grandilocuente como huero decía en el homenaje a Companys que lo volverían a hacer, es el mismo responsable, por decir algo, que da órdenes a los antidisturbios de los Mossos para que repartan candela a los manifestantes. Ya sé que los que se han batido el cobre mayoritariamente han sido los policías nacionales de la UIP, pero, oigan, los Mossos también arreaban de lo lindo a aquella masa de iluminados que arrasaron el aparcamiento de El Prat destrozando todo lo que pudieron, llegando a apoderarse de las mangueras de riego, usándolas contra los antidisturbios. Vamos, una porción de sonrisas.

Torra es, según toque, ora líder emancipador de la siempre oprimida terra catalana, ora político que manda a los de la porra a dispersar al tumulto ululante

El separatismo ha llegado a la cuadratura del círculo, convirtiéndose, a la vez, en gobierno autoritario y en oposición revolucionaria. Torra es, según toque, ora líder emancipador de la siempre oprimida terra catalana, ora político que manda a los de la porra a dispersar al tumulto ululante que pretende asaltar el primer palacio de invierno que se le presente con la ayuda de Google Maps.

Este Torra es un talento de los que ya no se encuentran. Cual modernísima encarnación del famoso Juan Palomo, el de "yo me lo guiso, yo me lo como", el hombre hace todos los papeles de la obra. Demuestra, con eso, que también es un profundo hispanista, puesto que la expresión es hija de Don Francisco de Quevedo, que la escribió en La letrilla satírica III, una serie de poesías burlonas y cargadas de mala leche. Aunque Quevedo hablaba del rey Palomo, lo que también nos hace sospechar que igual Torra se ha convertido a la monarquía.

Los CDR podrían recitarle al exeditor algunos de los citados versos, como homenaje. Este, por ejemplo: “No acierto a topar consejo que pueda ponerme a salvo contra un herreruelo calvo y una sotana lampiña, que, cuando mejor se aliña, me descubre todo el lomo. Yo soy el rey Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”.

Lo de este hombre y sus gentes es pura picaresca.

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