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Opinión

Queremos lucha de barro

Junqueras y Puigdemont

Se ha perdido una ocasión inmejorable al no permitir a Junqueras que estuviese presente en el debate entre candidatos de TV3. Aunque el debate ideal sería un Puigdemont versus Junqueras. Qué decimos debate, sería un choque de trenes.

Ciudadanos se equivoca poniendo trabas para que el separatismo concurra a debates televisados. Los argumentos son ortopédicos: que si Junqueras estaría sentado y con una mesa delante, mientras el resto de candidatos debería estar de pie ante un atril, que si la colocación en plató, todo en plan no se me salga usted de la fila, Romerales. Tengo por muy cierto que el único argumento válido lo dio Cayetana Álvarez de Toledo al repetir un obviedad, y es que quien está en la cárcel o fugado por intento de un golpe de estado no debería poder presentarse como candidato. Piensen lo que habría dicho la izquierda cañí si hablásemos de Tejero o de Milans del Bosch en los mismos términos.

Dejando lo más sustancial, la Junta Electoral Central ha dicho que nones, y es que nuestro sistema es bastante torpe cuando se trata de proceder con quienes pretenden hacerlo saltar por los aires. Tal y como están las cosas en el mundo separata, ver enfrentarse a los dos rivales separatistas, Puigdemont por la neo convergencia y Junqueras por Esquerra, tendría una gran carga pedagógica e incluso profiláctica. Dos gallos de pelea que han intentado disimular sus profundos odios mutuos, ahora tirándose a la yugular, no tendría precio y serviría para desmontar algunos mitos del separatismo, como que esto va de democracia. Esto ha ido siempre de ver quien queda el primero.

Lo que se ventila es ver quién se sienta en la silla que ocupase Jordi Pujol, ahora vacante a la espera de que alguien la ocupe con el peso en escaños suficiente como para que Madrid lo tome en cuenta. Esquerra aspira a ello, habida cuenta que Convergencia está hundida por los procesos judiciales, la fragmentación y la caída libre en votos. Se trata de recuperar el guión del chantaje al estado por la vía de un Seny aparente, que no real, para que el gobierno de la nación siga con pactando con quienes dominan el territorio catalán y sus estructuras de poder. Véanse los casos de las recientes agresiones físicas en Verges a constitucionalistas o que en la provincia de Gerona las candidaturas separatistas a los ayuntamientos sean prácticamente las únicas que pueden votar los electores. Es el totalitarismo más abrumador, el trágico destino de los catalanes, resignados a soportar la férula de unos políticos que se han apoderado de vidas y haciendas.

Por eso estaría muy bien ver a Junqueras y a Puigdemont tirarse los trastos por la cabeza y ver lo que son en realidad, los comerciales de dos marcas que aspiran a quedarse con todo el mercado

Por eso estaría muy bien ver a Junqueras y a Puigdemont tirarse los trastos por la cabeza y ver lo que son en realidad, los comerciales de dos marcas que aspiran a quedarse con todo el mercado. Sus argumentos, grito arriba, grito abajo, no difieren en nada puesto que los dos se nutren de mentiras y promesas que no piensan cumplir. Que Junqueras afease a Puigdemont los pactos del Majestic o el apoyo de Sánchez Camacho a los presupuestos de Mas, al lado de las acusaciones de Puigdemont a Junqueras por el Tripartito o su apoyo al PSOE del 155, no tendría precio.

No será así, y salimos perdiendo todos. De entrada, los dos protagonistas, que precisan cautivar con sus cantos de sirena a la parroquia del lazo amarillo; los políticos constitucionalistas también pierden, pues sería una buena ocasión para exhibir el inmenso desastre económico y social del proceso; para nosotros, periodistas, se pierde un debate no por más aplazado menos esperado, el de dos herederos peleando como gatos por la herencia del abuelo.

Para los votantes también es una ocasión desaprovechada. Yo propondría, más que un debate, una lucha de barro, de ese barro en el que nos metieron a todos sin nosotros quererlo, un enfrentamiento tipo lucha libre mexicana, un desafío a cuatro caídas sin límite de tiempo, máscara contra cabellera, qué más da. Me ofrezco como speaker del mismo, no en vano soy aficionado desde pequeñito a este espectáculo.

Recordar tan solo que, como ustedes saben, en la lucha libre, aunque sea en el barro, todo está amañado y nunca de lastiman expresamente.

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