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Opinión

¡Que vienen, que vienen!

El presidente de la Generalitat, Quim Torra

Pues señor, la policía nacional ha detenido a dos alcaldes de las CUP y a nueve separatistas más por un presunto delito de desórdenes públicos. Nada, los chiquillos, que cortaron las vías del AVE el otro día en Gerona. Entre ellos, parece que hay un familiar de Torra. Ay, criaturas…

Ya ven, tan campantes y felices que estaban don Ignasi Sabater y don Dani Cornellá, a la sazón alcaldes de los municipios de Verges y Celrà, respectivamente, y la policía nacional los ha ido a buscar. Cosas de la malévola España y su caza de brujas que, según las inefables CUP, se lleva a cabo entre los hercúleos defensores de la república. Además, se supone que, por aprovechar el viaje, los gentes de la autoridad han hecho lo mismo con nueve miembros de esos simpáticos y reputados grupos de animación socio cultural conocidos como CDR, entre los que parece estar un sobrinillo del ínclito presidente de la Generalitat. A este muchacho, de nombre Ernest, los de la copa vaginal lo definen en un tuit como cupaire, ratafiaire y mucho más. Añadan ustedes en el último epígrafe lo que más y mejor les acomode. Entre los requeridos gentilmente por la fuerza pública a que los acompañasen se cuentan un fotoperiodista, dos activistas del colectivo La Forja y uno del Sindicat d’Estudiants de els Païssos Catalans. Lógicamente, al poco estaban en libertad sin haber querido prestar declaración, cosa sumamente frecuente en una dictadura siniestra y tremenda como esta en la que vivimos.

Ahora bien, como que la policía no es tonta, pues ve una colilla en el suelo y piensa que allí han fumado

Ahora bien, como que la policía no es tonta, pues ve una colilla en el suelo y piensa que allí han fumado. Lo han hecho porque, presuntamente, esa amable reunión de personas cortó las vías del AVE durante el pasado aniversario del 1-O. Los apocalípticos apologistas del holocausto que sufren los separatistas han puesto el grito en el cielo, bien, en TV3 lo que, para ellos, debe ser lo mismo. Se quejaban de que tales detenciones no habían sido ordenadas por ningún juez de esos que ellos odian tanto. Ignoran – no vendrá de una cosa más – que, según ha explicado pacientemente el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, son cosa de la policía, aunque se procede con el conocimiento pleno del juez de turno encargado del tema. Y el tema no es otro que el tremendo perjuicio que causaron, sean estos detenidos culpables o no, las cuatrocientas personas que interrumpieron el tránsito del AVE a su paso por Gerona, deporte que suelen practicar frecuentemente quienes desean que venga la república de manera inminente.

Ya es mala pata que, entre tanta gente, la pestañí haya ido a identificarlos a ellos, pero, como dijo aquel gran e injustamente olvidado filósofo, Sandro Giacobbe, la vida es así y no la he inventado yo. De todos modos, causa no poco desconcierto comprobar la ambivalencia de las CUP y de todos estos exaltados en lo tocante a juicios, justicia y sentencias. Vena como, verbigracia, entre los presos del 1-O hay gente como Joaquim Forn que asegura no haber dado orden alguna a los Mossos – se conoce que actuaron por generación espontánea. O Meritxell Borrás, que dice no saber nada de lo que pasó, no haber firmado nada y no ser consciente de que todo aquello fuese ilegal. Lo mismo sostiene Junqueras, fíjese, que él no podía imaginar que convocar un referéndum ilegal fuese algo ídem. Atendiendo al estupendo estado de beatitud y paz seráfica, que no otra cosa es la ignorancia ante los tumultos de la vida, bien pudieran argumentar los alcaldes y el resto de detenidos que, para ellos, interrumpir el paso de un tren de alta velocidad no presenta mayor gravedad que detenerse en medio de un paso cebra porque se te ha caído el mechero.

De ahí que estén enfadadísimos, y es normal, porque, si hay un sobrino de Torra detenido ha de estar desconcertadísimo con lo que le ha pasado

De ahí que estén enfadadísimos, y es normal, porque, si hay un sobrino de Torra detenido ha de estar desconcertadísimo con lo que le ha pasado. “Pero, ¿no decía el tiet que apretésemos, que hacíamos muy bien, que esto lo íbamos a conseguir en cuanto el se fuese a los Estados Unidos a explicárselo?”. Lo mismo podemos decir de los ediles, a los que seguramente les persuadieron de que las calles serían siempre suyas y debieron pensar que, quien dice calles, dice vías férreas. Pura lógica.

Total, que esta gente anda desamparada creyendo que vienen a por ellos los piolines, que la vida es muy injusta y que, al fin y a la postre, ellos solamente cumplían órdenes, recurso habitual en tales circunstancias. Hay ejemplos históricos, créanme.

Dicen que, cuando un ministro cesado por Franco le pidió audiencia desesperado para saber que falta había cometido que justificase su cesa, el Generalísimo, gallegueando, le replicó “Desengáñese, vienen a por nosotros”. Ande, Puigdemont, diga usted lo mismo desde Waterloo, que tiene a su parroquia desnortada. Y ande con ojo, que entre los encausados por el 1-O hay quien pide que Marta Rovira deje su retiro espiritual suizo y acuda como testigo, lo que ya es mala idea. Como a todos les dé por pedirle a usted lo propio, ni le cuento. Cuidado, que vienen, que vienen.

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