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Opinión

Puigdemont abre oficina en Barcelona

Pagada con dinero público, por descontado, estará en el barrio barcelonés de El Born, kilómetro cero del separatismo

Puigdemont abre oficina en Barcelona
El expresident catalán Carles Puigdemont. EFE

Allí cerquita de donde Quim Torra regentaba el Born Centre de Cultura, museo mitógrafo del 1714 y del separatismo más radical. Ese mismo Born, antes mercado municipal donde mi abuelo Pedro vendía frutas y verduras, que debía ser la biblioteca provincial. El Born que está al lado del Fosar de las Moreras donde cada víspera del once de septiembre se desfila con antorchas, se queman banderas nacionales y fotografías del rey. La ubicación, como puede comprobarse, no podía estar más acorde con la voluntad del fugado. Esa oficina, abierta al público a pie de calle, se sufragará con el dinero que perciben como asignación Puigdemont Toni Comín y Clara Ponsatí Obiols, prima de quien fuese el máximo responsable del PSC durante años. Igual que Comín, que fue militante socialista hasta que dejó de serlo, atraído por el procés.

Señalemos en primer lugar que dicho local es completamente legal, porque el Parlamento europeo asigna una cantidad a sus integrantes para abrir una sede en su circunscripción electoral. Lo que no parece que sea posible es que cumpla su cometido, a saber, que diputado y electores puedan mantener un contacto directo, personal. Carles Puigdemont ni está ni se le espera, al menos de momento, en esos bajos de la calle Bonaire. Una zona agradable para pasear, puesto que pertenece a esa vieja Barcelona que la reforma de la Via Layetana no se cargó de manera inmisericorde.

Viejas callejas, edificios vetustos y aroma a historia. Y ahí, en medio de esa isla peatonal de singular importancia histórica, Puigdemont tiene a una pléyade de albañiles, pintores y decoradores trabajando para montar su centro de agit-prop, suponemos que todos catalanohablantes. No irán cortos de dinero, eso seguro, porque cada parlamentario europeo dispone de 25.620 euros mensuales para gastar en oficinas y personal que las atienda. Insistimos en que todo es completamente legal, esa legalidad que los susodichos gustan tanto de pasarse por el forro cuando a ellos no les gusta.

Pero no es a eso a lo que vamos. Imagínense que Tejero, Milans del Bosch o Armada, tras su intento de golpe de estado el 23-F, huyen al extranjero, se presentan al parlamento europeo, salen elegidos y deciden abrir una oficina en territorio nacional. ¿Se imaginan lo que estarían diciendo separatistas, podemitas o socialistas? ¿Cuántas manifestaciones se habrían convocado, cuantas alertas anti fascistas no habrían saltado, cuantos especiales informativos veríamos en según qué medios?

Intentar cargase la Constitución de un plumazo a tu conveniencia es lo mismo, lo haga un militar que uno con flequillo

Ustedes podrán aducir que no es el mismo caso, pero lo es. Intentar cargase la Constitución de un plumazo a tu conveniencia es lo mismo, lo haga un militar que uno con flequillo. Emplear de manera torticera y sectaria el dinero público es igualmente deleznable lo haga quien lo haga. Promocionar una ideología de ultraderecha, porque Junts es un partido con esa etiqueta aunque intenten disimularla bajo otros colorines, es deleznable aquí o en la China Popular, que diría Carod Rovira.

Lógicamente, y para desgracia de nuestro sistema democrático, no verán ustedes a demasiada gente hacer el paralelismo entre ambos intentos de golpe de estado. Los militares eran unos fachas y, en cambio, los del 1-O son seres de luz con quien pactar presupuestos, legislaturas, alcaldías e incluso la integridad territorial de España. Ellos no son fascistas, al contrario, lo somos todos quienes nos oponemos a una ideología que separa en lugar de unir y que discrimina por cuestiones como la lengua.

Podemos decir, en consecuencia, que unos elementos de extrema derecha abrirán un centro propagandístico – uno más – en una Barcelona arrasada por culpa de su perversión política en colusión con los comunistas podemitas. Lo novedoso no es que el fugado abra una oficina con el dinero de todos. Lo singular es que en esta Europa tan moderna y avanzada eso se considere legítimo. Me gustaría saber qué diría Francia si pasara lo mismo con un nacionalista corso, occitano o bretón. Me juego lo que quieran a que en esos bajos acabaría por abrir una barbería antes que tal oficina. Mucho mejor porque, puestos a tomar el pelo, hay que dirigirse a profesionales honrados.

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