Opinión

La crónica de José Alejandro Vara

Pucherazos de baja intensidad

Termina el plazo para enviar el voto por correo: la comunidad que más lo ha solicitado
Un hombre en la oficina de Correos EP

Los etarras en las listas de Bildu y la estupidez de Bolaños en la fiesta del Dos de Mayo decidieron la campaña electoral del 28-M. Ahora, de nuevo, emergen tres invitados inesperados. A saber: el naufragio estrepitoso de Sánchez en el debate, el lío del voto por correo y el enojoso peaje de las autovías. Con esto no contaban. Los estrategas de Moncloa no dan una. Sánchez no ha ganado ni una sola cita electoral (salvo la pírrica catalana) desde que llegó al poder. El gran resiliente es un compendio de trastazos. El mago de la resistencia es un perdedor impenitente.

Los voceros de lo que queda de Gobierno se aferraron a la letanía de 'las mentiras de Feijóo' para justificar el estropicio del cara a cara de Antena3. Un gesto inútil que evidencia su nivel de desesperación. Ahora lidian, sin éxito, contra las sombras del pucherazo, algo que mueve a la irritación a un amplio sector de la sociedad que jamás entendió, porque no se lo explicaron, las razones del presidente para convocar a las urnas en plenas vacaciones de verano.

Entre sofocos y otras angustias, el voto postal se ha erigido en uno de los ejes de la campaña. Más de 1,5 millones de papeletas por repartir

Lo de la sospecha de trampas en el escrutinio ya viene de antes. Isabel Díaz Ayuso fue la primera en sacar el tema. "Se va a ir como llegó, con un intento de pucherazo", apuntó, en referencia a Sánchez, cuando el escándalo de la compra de votos en Melilla, Huelva y Mojácar. Se sumó luego un socialista, Francisco Vázquez, exalcalde de La Coruña: "Claro que intentan un pucherazo electoral con la fecha, en pleno verano y en mitad del puente de Santiago". Entre sofocos y otras angustias, el voto postal se ha erigido en uno de los ejes de la campaña. Más de 1,5 millones de papeletas por repartir, una denuncia insistente de los sindicatos y una dirección de Correos en cuya cúspide sestea Juan Manuel Serrano, jefe de Gabinete de Sánchez en la era premonclovita y que ahora permanece mudito ante el colosal maremágnum.

Es tal el nivel de estupidez de los voceros socialistas que, lejos de tranquilizar al iracundo cuerpo electoral, optan por enlodar a Feijóo, a quien tachan de 'trumpista', 'antidemócrata' y 'ultraderechista'. La muletilla de siempre, el resobado estribillo. ¿Acaso a los 800 asesores del ala oeste de presidencia no se les ocurre otra cosa,? preguntaba, con malvada ingenuidad, el líder del PP. "Aquí nadie habla de pucherazo, son los funcionarios quienes denuncian que no se han hecho las cosas como se debía", subrayan los dirigentes de la oposición en razonada respuesta al histérico griterío que le viene desde el bloque de la izquierda. El calentón del termómetro, la irrupción vacacional, ahora la incertidumbre de Correos.. una confabulación de elementos que anima, incluso al ciudadano más reposado, a arrojar la papeleta contra la cabeza del responsable del desaguisado.

Igual que Sánchez sacó a relucir tanto a Txapote como al Falcon en su duelo con Feijóo, ahora se empecina en agitar el fantasma del puchero con la esperanza de que salpique a su rival

Quizás algún voto no llegue a su destino. Quizás los carteros contratados a última hora no consigan redondear sus encargos. Lo que parece fuera de toda duda es que el fantasma del pucherazo es una torpeza más que el PSOE arroja contra su tejado. Igual que Sánchez sacó a relucir tanto a Txapote como al Falcon en su duelo con Feijóo, ahora se empecina en agitar el fantasma del puchero con la esperanza de que salpique a su rival.

Todo está resultando estrambótico y sicalíptico en estas nuevas elecciones. El caudillo del progreso buscó tan inapropiada fecha para atajar la irritación en sus filas y diluir el efecto euforizante en la derecha de su victoria en las autonómicas. No hay constancia, de momento, de más intentos de pucherazo que esa larga serie de trapacerías a las que viene recurriendo el Ejecutivo para atraer electores a sus intereses. Como, por ejemplo, la manipulación de las instituciones, el uso espúreo de los presupuestos, el manoseo de los fondos públicos y demás resortes del Estado, utilizados en forma bastarda, ilegítima e inaceptable al objeto de conseguir respaldo electoral y apoyo ciudadano.

La multiplicación por cuatro del presupuesto en publicidad institucional aprobado el mismo día que se convocaron las elecciones legislativas del 23-J

Algunas de estas iniciativas tramposas, fraudulentas y populistas son bien recientes.

-La creación de 50.000 plazas de empleo público, sumidos ya en el periodo previo a las urnas.

-El impúdico uso de la sala de Prensa de la Moncloa para atacar a los partidos de la oposición tras el Consejo de ministros. La ministra portavoz ha recibido ya tres apercibimientos y se le ha abierto expediente por parte de la Junta Electoral.

-El expediente sancionador al presidente del Gobierno, también por parte de la Junta Electoral, por su embestida contra los pactos PP-Vox desde la sede española en Bruselas tras la celebración de un Consejo Europeo. Igual actitud repitió en Vilna, en la cumbre del a OTAN, todavía no sancionada.

-La multiplicación por cuatro del presupuesto en publicidad institucional aprobado el mismo día que se convocaron las elecciones legislativas del 23-J. En total, 328 millones de euros más que el año anterior.

-Manipulación grosera del CIS, que acaba de difundir un sondeo en el que le otorga al PSOE una victoria en las urnas en contra de los vaticinios del resto de los institutos demoscópicos. Tezanos anuncia otra entrega para el próximo lunes, último día habilitado para las consultas. Una iniciativa que bordea la malversación, si es que tal delito sigue en pie después del cambalache con el Código Penal para dar satisfacción a los golpistas catalanes.

Y así sucesivamente. Pucherazos de baja intensidad para, mediante la manipulación de las herramientas del Estado, atraerse las simpatías de un sector social cada vez más simbiotizado con la idea de 'derogar el sanchismo' que enarbola el candidato del Partido Popular. Dentro de nueve días, Sánchez pasará del pucherazo a los pucheritos. Pupa.