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Opinión

Podemos no va a la guerra, qué pena

Si su poder estuviera en relación a su capacidad intelectual y coherencia no habrían pasado del plató de televisión

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso de los Diputados

Podemos es esa coalición de gente woke que centra sus esfuerzos en la situación de los cerdos en las macrogranjas. De esos que salen a la calle para manifestarse en vísperas de Reyes por los juguetes que, en su infantil opinión, son sexistas. Es esa caterva de pijos que se indigna por la decisión del jurado de la canción en Benidorm, y lo llevan al Congreso para hablar del supuesto miedo a las tetas. Hablamos de esos ninis que dicen que la invasión de Rusia a Ucrania se detiene con feminismo y ecologismo.

No es una invención mía. Isabel Serra, portavoz de Podemos, publicó el 28 de febrero en Twitter lo siguiente: “La alianza de Putin con la extrema derecha en el mundo tiene como pilar la lucha contra el avance de los derechos de las mujeres y los derechos LGTBI”. La única broma aquí es lo que cobra esta portavoz cuya condena por pegar e insultar a mujeres policía aún no ha pagado.

En su ignorancia, o deseo de engañar a la gente, Ione Belarra pidió el 25 de febrero que la ONU interviniera para detener la guerra. No solo esta organización nunca ha servido para nada, sino que el Consejo de Seguridad está presidido por Rusia desde febrero de 2022. Es más; el país de Putin tiene derecho de veto e impidió la condena de la invasión.

El autócrata ruso alegó que quería “desnazificar” Ucrania, lo que suena muy bien a esta izquierda para la que todo el mundo es “fascista”, “nazi” y ultraderecha” si no se declara progre. Por eso, los comunistas por romanizar de Izquierda Unida convocaron una manifestación contra la OTAN en Madrid el 25 de febrero. Fueron 250 personas enarbolando banderas comunistas, las mismas enseñas imperiales y liberticidas que se veían en los tanques rusos en territorio ucraniano.

No sorprende. Yolanda Díaz declaró el 27 de febrero ante dos amigos con micrófono: “En mi casa me han enseñado que el comunismo es la democracia y la igualdad. No frivolicemos”. Frivolizar es exigir en plena guerra que España acoja a refugiados, sí, pero no a los expulsados por la invasión rusa, sino a los del cambio climático.

Así, Izquierda Unida publicó el 24 de febrero un manifiesto por la paz diciendo que el fin del conflicto llegaría cuando Ucrania aceptase las imposiciones rusas. Esto equivale a resucitar la doctrina Brezhnev de la soberanía limitada de los Estados satélite de la URSS, consistente en que las grandes decisiones de estos países, como Ucrania, dependen del visto bueno de Rusia. Así, la entrada en la Unión Europea o en la OTAN no puede ser una decisión soberana de los ucranianos, sino un permiso concedido por Putin.

En su desquiciamiento mental sostienen que Ucrania está llena de nazis y que Putin es fascista, como Abascal, y que la OTAN se tiene que disolver

Pero, al mismo tiempo, en esa olla de grillos que es Podemos, sostienen, como ha hecho Pablo Echenique, que Vox apoya a Putin porque son todos de “extrema derecha”. De esta manera, en su desquiciamiento mental sostienen que Ucrania está llena de nazis y que Putin es fascista, como Abascal, y que la OTAN se tiene que disolver.

¿Qué se puede esperar de los izquierdistas del Grupo de Puebla? Irene Montero, Enrique Santiago y Eduardo Pisarello, junto a Zapatero y Adriana Lastra, pertenecen a esa organización que protege la política expansionista de Putin y defiende su 'liderazgo alternativo' junto a Xi Jinping. Alternativo a la democracia, claro está.

Esto no sorprende en los herederos de La Pasionaria, que pasó de luchar contra el fascismo en España a bendecir el acuerdo de la URSS con los nazis para el genocidio en Polonia. ¿Pero qué se puede esperar del universo mental podemita cuando son capaces de decir que la guerra en Ucrania se debe a que gobiernan los hombres y no las mujeres? Son “hombres siendo hombres. Señores señoreando”. Y así todo.

Porque todo el mundo sabe que el Che Guevara, Fidel Castro, Pol Pot, Stalin, Mao y demás genocidas que la izquierda venera eran de género fluido y sexualidad abierta. Eran ecosocialistas con perspectiva de género, inclusivos y veganos, pacifistas de margarita y bongó. 

La culpa la tienen los “señoros” de la OTAN, que propusieron a Ucrania entrar en la organización de defensa militar y política. Por eso se ha producido la invasión, dicen los corifeos de Podemos, porque los ucranianos van provocando. Sin embargo, no dijeron nada cuando Rusia invadió Crimea, y menos aún cuando armó la guerra secesionista en el Donbás. Defender ahora los acuerdos de Minsk de 2015 sin haber condenado la injerencia previa de Putin en Ucrania es simplemente hipocresía. Esos acuerdos fueron una manera de ganar tiempo, al viejo estilo ruso, para ganar posiciones.

Los ministros podemitas han dicho que España debe salir de la OTAN y que no apoyarán el cumplimiento de los acuerdos militares que tenemos firmados

El problema es que Podemos está en el Gobierno de España. Si su poder estuviera en relación a su capacidad intelectual y coherencia no habrían pasado del plató de televisión. Por esto nuestro país no es un socio fiable para Estados Unidos. No solo porque el PSOE de Zapatero insultó la bandera norteamericana y retiró las tropas de Irak sin acuerdo con los aliados, sino que los ministros podemitas han dicho que España debe salir de la OTAN y que no apoyarán el cumplimiento de los acuerdos militares que tenemos firmados.

Es una prueba del desastre que sufrimos, pero tiene solución: mandar brigadas podemitas de feministas ecosostenibles, de los que construyen “matrias” y se rasgan las vestiduras porque comer carne “mata el planeta”, para animar a los ucranianos huidos del país. No irán, aunque tienen un as en la manga: Alberto Garzón podría convocar una huelga de juguetes para detener la guerra, pero me parece una medida cruel y desproporcionada.

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