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Opinión

Pegasus y el prestigio de España

Al desvelar su espionaje un año después, Sánchez da la impresión de estar dispuesto a todo con tal de que ERC le permita seguir en La Moncloa; hasta quedar en ridículo y dejar en evidencia a la seguridad del Estado

Cuando políticos tan distintos y distantes como los líderes de ERC, Oriol Junqueras, y del PP, Alberto Núñez Feijóo, clave uno para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa, aspirante a desalojarle el segundo, coinciden en juzgar sospechoso que el presidente desvele ahora que en mayo de 2021 Pegasus robó gran cantidad de información de su móvil y del terminal de la ministra de Defensa, Margarita Robles, mezclando así un grave ataque al Estado con el culebrón de las escuchas al independentismo, es que lo es… sospechoso, digo, y muy peligroso para el prestigio de esa España a la cual Junqueras intenta arrodillar desde hace cinco años; Que por algo el presidente francés, Emmanuel Macron, siguiendo el manual no escrito para estos casos, se abstuvo de denunciar similar espionaje a su movil hace ahora un año.

Porque, aún cuando no hay ningún motivo para dudar de que lo que contó el lunes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, es rigurosamente cierto, sí lo hay para preguntarse: ¿Por qué el Gobierno saca a la luz, y por qué ahora, una información tremendamente letal para la confianza en nuestra seguridad?¿A un mes de celebrarse en Madrid la trascendental cumbre sobre la guerra de Ucrania? ¿Tanta es la debilidad parlamentaria de Sánchez, tal su dependencia de ERC, que no podía esperar siquiera a que pasase la cita de la Alianza Atlántica en nuestro suelo?

Un agente ”externo”, probablemente una empresa u otro país -¿Marruecos?-, obtuvo en mayo de 2021 la friolera de 2,6 gigas de información tras un primer hackeo al móvil presidencial; 130 megas en un segundo ataque otro día, y nueve megas del terminal de la ministra de Defensa al mes siguiente, en junio. Así figura en la denuncia de la Abogacía del Estado ante la Audiencia Nacional con sus pruebas y su pertinente informe del Centro Criptológico Nacional.

El asunto tiene nulo recorrido judicial si el hackeo se llevó a cabo desde el extranjero. Difícil, por no decir imposible, que el juez José Luis Calama consiga, primero, identificar a quien operó clandestinamente a miles de kilómetros probablemente protegido por un gobierno y, después, lograr su extradición al banquillo de la Audiencia Nacional… Vamos, una carta a los Reyes Magos igual que quiso escribir La Moncloa instando al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, a investigar las escuchas legales al independentismo catalán ¿Se imaginan la respuesta del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) al viejo catedrático de Metafísica, cuando éste les pregunte si han infectado de malware los móviles de Junqueras & cía?… podríamos ver resucitado al humorista Miguel Gila y su inolvidable “¿Es el enemigo? Que se ponga”

Los espías espían, y los churreros hacen churros; ¿O alguien cree que los informes confidenciales de coyuntura que llegan a La Moncloa, seguro que repletos de información sensible sobre Francia o Marruecos, los redactan Rappel y Aramis Fuster?

El previsible archivo de esa denuncia del Gobierno ante la Audiencia Nacional por el espionaje al presidente y a la ministra conducirá irremisiblemente la melancolía, como decía Ortega y Gasset de todo ejercicio inútil, pero solo a los ingenuos y las almas puras. Porque, en términos políticos, cínicos si lo prefieren, nada nuevo bajo el sol. Son las reglas del juego no escritas de las relaciones internacionales: los espías espían y los churreros hacen churros; ¿O alguien cree que los informes confidenciales cada mañana en el despacho del presidente en La Moncloa sobre coyuntura -repletos, seguro, de informaciones sensibles sobre Francia y Marruecos-, los redactan Rappel y Aramis Fuster con la bola de cristal y el Tarot?

Pagamos al CNI para que anticipe con su información los riesgos internos y externos a los que estamos sometidos y no tengo duda de que el proces catalán lo sigue siendo. Recuerden aquel:“lo volveremos a hacer” y a su principal actor, el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, huido en Waterloo (Bélgica) cuatro años después enredando con Vladimir Putin o con quien se le ponga por delante.

El problema que tiene Pedro Sánchez a partir de la mezcla de su espionaje ilegal con escuchas legales al independentismo -hasta que el Tribunal Supremo, no el Citizenlab canadiense, diga lo contrario, es que se nos revela un presidente acorralado, desesperado, capaz de todo con tal de que ERC le permita agotar la legislatura y seguir en La Moncloa un año más.

El totum revolutum, el quilombo, diría un argentino, que ha generado con tanto aspaviento de transparencia en diferido le deja en ridículo a él en calidad de mandatario de la cuarta potencia de la UE y lo peor de todo, deja en evidencia la fiabilidad de sus servicios de seguridad en el peor momento, cuando toda la OTAN le mira. Habrá que exigir responsabilidades a la contrainteligencia por la brecha de seguridad gravísima que supone el robo de 2,6 gigas de información del móvil de un presidente, pero mezclar intencionadamente ese hecho ilegal con unas escuchas tuteladas por la Justicia representa un error mayúsculo; Porque no va a saciar la voracidad del tigre independentista con un yogur, por más que La Moncloa crea lo contrario.

Para muestra un botón: Ni una hora había pasado desde que Bolaños compareció en rueda de prensa y ya Oriol Junqueras salía a denunciar que todo es ”humo” y que Sánchez sigue sin depurar responsabilidades del espionaje a él y a otras 63 personalidades del independentismo. De momento, la Generalitat no descarta personarse como acusación particular si las diligencias del juez Calama llegan a algún lado y Gabriel Rufián ya ha dicho que la alianza de PSOE con PP, Ciudadanos y hasta Vox para impedir una comisión de investigación sobre todos los espionajes y sobre el CNI puede dar al traste con lo que resta de legislatura; ni siquiera les vale que Sánchez les haya abierto la puerta de la Comisión de Secretos Oficiales.

Hasta Pablo Iglesias, lejos de aflojar la presión sobre el presidente -y sobre Yolanda Díaz, que en el tema del espionaje al independentismo ha hecho piña con éste-, ha salido a exigir lo que la ministra Ione Belarra no se atreve en Twitter pero sin duda comparte: cese de Robles y del titular del Interior, Fernando Marlaska ya ”por no haber protegido el móvil del presidente” (sic)… y eso, a pesar de que no es el CNI sino el Departamento de Seguridad de La Moncloa, dirigido por su amigo Iván Redondo en el momento del hackeo hace un año, el encargado de suministrar los móviles cifrados y encargar periódicos barridos de seguridad.

La ’cabeza’ del CNI

La reacción tanto de Iglesias como de otros líderes políticos sugiere que esto no ha hecho más que empezar y que cada movimiento del Gobierno le acerca un paso más hacia su abismo particular y el del prestigio del país en su conjunto. De momento, el presidente se va a ver obligado a dar explicaciones en el Congreso por imposición de todos los grupos menos el PSOE, que hasta Vox y Bildu se han puesto de acuerdo en esto.

Y como Sánchez no va a depurar al sucesor de Redondo al frente de La Moncloa, su amigo y actual hombre de confianza Óscar López, no descarten que se le ocurra tirar por la calle de enmedio y cesara a la directora del CNI, Paz Esteban, la primera mujer al frente de ese organismo, solo para calmar al tigre; no es casualidad que la ministra portavoz dijera este martes que Esteban mantiene la confianza del presidente ”en este momento”… mañana, jueves, vayan ustedes a saber.

El rumoreado cese igual depende de lo que la todavía directora del CNI diga esa mañana a puerta cerrada ante la Comisión de Secretos Oficiales, pero creo que ni Junqueras ni Puigdemont ni Bildu ni Podemos se van a conformar solo con eso una vez han olido sangre; irán a por la caza mayor que ven en la jefa de Esteban, la ministra de Defensa, pero empieza a resultar intolerable el espectáculo que estamos dando ante los socios atlánticos, el primero el estadounidense Joe Biden, que vienen a Madrid a hablar de Ucrania, no de ningún Catalangate; letal, insisto, para la imagen internacional de cualquier país y más éste, que no anda sobrado de autoestima.

No sé cómo acabará este vodevil de independentistas indignados y un presidente en apuros, pero tómense un respiro antes de responder a la siguiente pregunta: ¿Alguien imagina a la CIA, al temible Mosad israelí a la sombra de su obra maestra del espionaje, Pegasus, al prestigioso MI5 británico, la Securité francesa, o incluso a esos oídos del servicio marroquí repartidos por ciudades y pueblos de España, compartiendo con el CNI algo más que saludos protocolarios y buenas palabras?… Pues eso.

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