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Opinión

Un presidente en cuarentena

Sánchez suspende toda su actividad y se pone en cuarentena tras el positivo de Macron

Antes que nada, lo que procede es desearle a Pedro Sánchez que lo del maligno bicho no sea nada y que se recupere pronto. Como a todos quienes han cogido ese virus que al principio los gobernantes anunciaban como una gripe solo que un poco más fuerte para la que no se precisaba el uso de mascarillas porque, total, aquí en España no se iban a producir más de cuatro o cinco casos. Esos gobernantes que anunciaban a bombo y platillo que se debía acudir a las manifestaciones del ocho de marzo porque nos iba la vida, que mantuvieron a médicos y personal sanitario sin equipos de protección porque no sabían dónde ni a quién comprar los mismos, que cerraron el Portal de Transparencia para que los españoles no supiéramos a quienes, finalmente, se habían hecho esos pedidos, los que a día de hoy todavía no nos han dicho la cifra real de fallecidos, los que aprovecharon el confinamiento para silenciar al Parlamento, los que puerilizaron la pandemia con aplausitos y chorradas, los que aprovecharon la televisión pública para el autobombo presidencial, los que no han perdonado ni un céntimo a los cotizantes y, en cambio, han subido impuestos como el de autónomos, los que prometieron que nadie se quedaría atrás y no han llegado ni a satisfacer un diez por ciento de las solicitudes del Ingreso Mínimo Vital, los que decían tener comités científicos que les asesoraban para luego negarlo y, finalmente, no dar sus nombres, en fin, los que niegan el mazazo sanitario, el económico o el político, los que dicen no haber pactado con Bildu. Esos gobernantes.

Los mismos que han traspasado la pelota a las autonomías como si una emergencia nacional pudiera dividirse igual que una caja de quesitos, sin una única dirección nacional. Comunidades que no son vistas con la misma indulgencia. Lo que se ha hecho desde Moncloa contra Ayuso y Almeida quedará en los anales de nuestra historia como uno de los ejemplos más terribles del juego sucio y de la envidia ante el éxito del rival. Tampoco es que sea como para tirar cohetes mantener a ministros imputados. Por menos de eso se cargó usted a Maxim Huerta, que hubiese sido un excelente titular de Cultura.

Está usted confinado por el virus, pero también entre nuestros socios, que lo han enviado al rincón de pensar por no creer ni una de sus afirmaciones. Lo confinan los Estados Unidos al preferir como aliado preferente en la región a un Marruecos cada vez más insolente

Presidente, que esté confinado por haberse reunido con Macron no deja de ser una ironía. Nunca hemos pintado menos en Europa, que nos mira de reojo debido a nuestras veleidades venezolanas vía Zapatero o por las barbaridades económicas que salen de la boquita de Iglesias. No hay manera de que nos den chance, nos niegan todas las peticiones que hace usted en lo que se refiere a temas como que agencias de la UE tengan su sede en España o que personalidades de su Gobierno o allegados, bonita palabra, ostenten responsabilidades en el organigrama de la Unión. El último, Pedro Duque.

Está usted confinado por el virus, pero también entre nuestros socios, que lo han enviado al rincón de pensar por no creer ni una de sus afirmaciones. Lo confinan los Estados Unidos al preferir como aliado preferente en la región a un Marruecos cada vez más insolente ante España. Lo confinan los españoles, socialdemócratas o no, porque ven su porvenir cada vez más oscuro con los índices de paro y los indicadores económicos. Lo han confinado sus propios compañeros de partido que se manifiestan en público en su contra. Y lo confina el más elemental sentido del ridículo después de su intervención en la tribuna del Congreso, pensando que hacía una gracieta con lo de la conjura judeo-masónica, cuando lo único que provocó fue vergüenza ajena.

Está usted en cuarentena, confinado. Pero como solo ve usted el programa de Cintora, se cree que la opinión púbica está de su parte.

En fin, mejórese.

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