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Opinión

Pedro Sánchez y su pasión Turca

Del Palacio de las Marismillas al de La Mareta. Como un pequeñuelo ansioso, Pedro Sánchez acapara todos los juguetes que le brinda su condición de Jefe del Gobierno. Nochebuena en Doñana, Nochevieja en Lanzarote, del palacete a la mansión, del helicóptero al avión. Tempus fugit. Aprovecha que esto se acaba, parece haberle dicho a su esposa Begoña. La cuestión es cuándo.

Llegó en junio con una frase en los labios: “Cuanto antes”. Había aterrizado en Moncloa para desalojar a Mariano Rajoy, bestia negra de Podemos y de los secesionistas. Cumplido el trámite, convocaría, raudo, elecciones. Hace unos días, antes de poner rumbo a Canarias, junto a su familia y su perrita Turca, lo quiso dejar bien claro: “Es firme propósito de este gobierno culminar la legislatura”. Es decir, hasta junio de 2020. Y luego se verá. Como le explicaba a su esposa Frank Underwood, el villano interpretado por Kevin Spacey en ‘Juego de Tronos’: “Primero, 2016, luego, 2020, y 2024, y 2028… “Un país Underwood”.

El 'superdomingo' y otras fábulas

Un ejército de proféticos ilusos anunciaban este verano unas elecciones “para otoño o diciembre” lo más tardar. Luego se aferraban a “la primavera, antes de las autonómicas”. Circuló después la sandez del ‘superdomingo’ para luego apostar por el próximo otoño. “Todo depende de los presupuestos”, decían unos. “Todo depende del juicio a los golpistas”, apuntaban otros.

Ni presupuestos, que se acaban de prorrogar los de Rajoy, ni la condena a rebeldes catalanes. Pedro Sánchez, feliz, paseante por las nubes del poder, no tiene intención alguna de complacer las cábalas de los sesudos politólogos. Ha viajado cinco veces más que el Rey, cambia de paraíso vacacional cada dos días, se hace acompañar por su esposa pese a los dictados del protocolo y, de vez en cuando, comparece ante los medios para practicar su deporte favorito: mentir hasta cuando sueña. Con alegre desfachatez. Con persistente desparpajo. O sea, el Falcon a Benicasim salió por 283 euros, valijas y Turca incluidas. Johnson censuraba a los escoceses por preferir “Escocia a la verdad”. Sánchez prefiere la Moncloa a la verdad. Y si suela, cuela.

En la Moncloa no hace frío ni hay goteras. Tenemos Falcon y pasión Turca hasta mediados de 2020, salvo cataclismo universal o inesperada hecatombe

Pablo Casado tiene fatiga en las cuerdas vocales de tanto reclamar elecciones. Vano empeño, y él lo sabe. Pero hay que insistir. En el PP trabajan desde hace tiempo en la idea de que las generales serán este diciembre. Supuestamente, es cuando toca, al cumplirse cuatro años de las del 21-D de 2015. Las del 26-J de 2016 no cuentan porque fueron una especie de segunda vuelta de las anteriores, que resultaron fallidas.

Explíquenselo a Sánchez. El final de la legislatura, a su criterio, será en 2020. Hagan números. Y no se hable más. En Ferraz le conminan a convocar antes, porque esto no aguanta y cuanto más tarde, será peor. Pavadas. La izquierda se movilizará en cuanto vea el tremebundo arreón de Vox en las municipales de mayo. Y vendrá luego el indulto, y los balsámicos efectos de las medidas económicas. Pensionistas, funcionarios, jóvenes…todos felices con sus aumentos salariales, con sus gozos emolumentos. Y, entonces, volverán a votar al PSOE.

Tenemos Falcon y pasión Turca hasta mediados de 2020. Salvo cataclismo universal o inesperada hecatombe. En la Moncloa no hace frío ni hay goteras. ¿Para qué dejarla? Hay dos frases que Sánchez, con esa mirada maligna de los que se han dejado ganar por una ambición obsesiva, repite con frecuencia. “Yo soy el presidente del Gobierno”, es la primera. “El convocar elecciones es potestad tan sólo del presidente”, la segunda. Y quien no quiera entenderlo, que espabile. Sánchez está convencido de que su trabajo consiste en ser importante y parecerlo. En ello está. El resto, son fábulas, leyendas o majaderías. O sea, 2020, 2024, 2028...

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