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Opinión

¿Quién tiene la culpa de los rebrotes?

Dos mujeres con mascarillas caminan por Barcelona.

Urgen mecanismos de coordinación en nuestro país. El estado de las autonomías funciona cuando cada comunidad autonomía gestiona sus asuntos, sin que estos afecten a sus vecinos extrafronteras. Sin embargo, la covid-19 ha destapado que nuestro sistema institucional tiene algunos déficits que van en detrimento de la salud y la seguridad de los ciudadanos españoles producidos por la falta de mecanismos estables e institucionalizados de coordinación interterritorial y éstos nos pueden quedar al albur de la voluntad política del político de turno.

Desde que el 15 de marzo se decretara el estado de alarma, hubo voces críticas que osaron bautizarlo como 'un 155 encubierto', con todas las connotaciones negativas que tenía esta expresión: supresión de las autonomías, control centralizado de las competencias y dudosa legitimidad. Al principio solo fueron los nacionalistas quienes criticaron el mando único, que en realidad nunca lo fue porque se mantuvieron las competencias de Sanidad de todas las autonomías, cuando desde el Ministerio se dieron cuenta que no podían asumir, con la estructura que tenían, la dimensión de la tragedia; sin embargo, en la tercera prórroga el PP dejó de apoyar el estado de alarma y algunos de sus presidentes autonómicos se unieron a las críticas reclamando ejercer sus competencias. El brote inicial remitió bajo el Gobierno central y la coordinación semanal de las autonomías.

La movilidad de unos ciudadanos no muy informados y muy poco responsables ayuda a propagar el virus de nuevo amenazando con devolvernos a la casilla de salida

Desde el 21 de junio España ya no está bajo el estado de alarma, cada autonomía recuperó sus competencias y desde entonces, los rebrotes, la incertidumbre y la descoordinación han campado a sus anchas. Las tan reclamadas competencias durante el estado de alarma ahora no parecen suficientes para manejar los rebrotes, cada uno según su criterio, que no siempre parece funcionar. ¿Es obligatorio llevar mascarillas? Pues depende de dónde se encuentre. ¿Se pueden hacer reuniones familiares de más de 20 personas? Pues depende de dónde se encuentre. ¿Se puede tomar una copa en una discoteca? Pues, de nuevo, dependen de dónde se encuentre. Y mientras tanto, la movilidad de unos ciudadanos no muy informados y menos responsables ayuda a propagar el virus de nuevo amenazando con devolvernos a la casilla de salida.

El virus no entiende de fronteras y para demostrarlo viajó desde Wuhan hacia el oeste del planeta, sin cortapisas; y en la nueva normalidad, de una fiesta de amigos en Binéfar, provincia de Huesca, contagió a toda la provincia de Lérida, que en estos momentos sufre uno de los rebrotes más importantes de España, mientras que Zaragoza y Barcelona vuelven a estar en un confinamiento voluntario. ¿Qué más necesitamos para darnos cuenta de que si damos la batalla cada uno por su lado, vamos a perderla y el coste es altísimo, porque se cuenta en muertos?.

Mecanismos de coordinación

Durante los tres meses que duró el estado de alarma, todos los presidentes autonómicos se reunían con el presidente del Gobierno y los responsables del mando único de la pandemia todos los domingos. Eran reuniones pseudo informativas, en la que cada presidente podía compartir con el resto sus inquietudes, críticas o propuestas. Sin embargo, muchos de ellos parece que no se prepararon para cuando les tocara asumir el mando, dejándolo todo en manos del criticado y centralista mando único. Y como si no hubiéramos aprendido lección ninguna, nos hemos plantado en julio, cada uno a su autonomía, sin mecanismos institucionalizados de coordinación, dejando a la buena voluntad o criterio de cada gobierno autonómico si hablan o se coordinan con el vecino de al lado. ¿El rebrote entre Aragón y Cataluña se habría descontrolado tanto si Lambán y Torra si hubieran puesto manos a la obra para hacer un frente común contra el virus? No lo sabremos, porque no se ha producido.

Esta pandemia ha dejado algunas lecciones de las que podemos o no tomar nota... sobre la importancia del estado del bienestar, de nuestros servidores públicos, de la fortaleza mermada de nuestro sistema sanitario; sobre las condiciones de vida de nuestros mayores, de los temporeros; sobre la importancia de las políticas keynesianas como mecanismo de rescate social justo, ahora reivindicado también por empresarios liberales. Y también, sobre la necesidad de generar mecanismos de coordinación entre las diferentes Comunidades Autónomas, para completar con éxito y efectividad el estado de las autonomías.

Resulta desconcertante que el presidente de una comunidad necesite decretar el confinamiento de una ciudad y no carezca de los mecanismos legales para hacerlo

Sinceramente, me da igual si Torra y Lambán se llevan o no bien, si sus intereses electorales confluyen o divergen, si les apetece o no mantener una reunión entre ellos y con Sánchez. Quiero que hablen, que se coordinen y que nos lo comuniquen de forma conjunta. Además, considero que a pesar de que las competencias estén en manos de las Comunidades Autónomas, el Gobierno central debe mantener un órgano de vigilancia que aúne criterios sobre la pandemia y que recoja todas las lecciones que deberíamos haber aprendido durante estos tres meses, para vigilar que cada una de las autonomías respondan a una criterios mínimos sobre cuántos rastreadores deben tener por habitante, cuántos médicos de atención primaria son necesarios y qué protocolos deben seguir y cómo accionarlos legalmente. Y si para ello, necesitamos el estado de alarma permanente y activado solo en las zonas que se requieran, pues hágase. Resulta desconcertante que el presidente de una comunidad necesite decretar el confinamiento de una ciudad y no tenga mecanismos legales para hacerlo, pero todavía más que el Gobierno central no se sienta concernido y actúe de forma subsidiaria motu proprio o a petición de la autonomía.

Algún precedente

Para todos aquellos que argumentarán que no se puede, los precedentes. La última semana del estado de alarma solo permanecían bajo ésta figura legal algunas regiones, y algunos presidentes como Feijóo o Torra retomaron sus competencias previamente. Además, el decreto preveía que eran ellos las máximas autoridades en sus territorios, obviamente, bajo la supervisión del Gobierno central. La situación del rebrote no puede dejar de gestionarse por un debate jurídico de competencias, hacen falta institucionalizar mecanismos de coordinación federales y asumir que contra la pandemia, nadie puede desentenderse.

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