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Opinión

El Open Arms ha entrado en puerto

El buque Open Arms, en la isla de Lampedusa

El viejo remolcador Open Arms, reconvertido en buque de transporte de migrantes, entró ayer de madrugada en el puerto de Lampedusa, poniendo fin así a uno de los desafíos más esperpénticos contra la Unión Europea, contra sus países miembros y contra la legalidad que regula la entrada de extranjeros en un país y el tráfico ilegal de personas.

Quien resiste gana, afirmó el político Manuel Fraga hace ya más de cuarenta años. Oscar Camps, el dueño del grupo empresarial Proactiva ha persistido en su relato (salvamos vidas, somos humanitarios, la UE es un desastre, Italia una desgracia con un ministro del Interior monstruoso, España se hace el sueco, cosas así), y ha torcido el brazo de la ley y de los Gobiernos encargados de su cumplimiento utilizando una demagogia muy simple: quienes nos critican, quienes no nos ayudan y quienes se oponen a nuestros intereses no quieren salvar vidas, son unos desalmados faltos de humanidad. Y ha ganado, al menos de momento.

Los perdedores son múltiples. En primer lugar, la decencia y el sentido común. ¿Alguien puede explicar por qué hay que meter en Europa a los emigrantes que han tenido medios económicos para pagar a los traficantes de personas que los embarcan en unas neumáticas ad hoc con capacidad justa para llegar hasta los Open Arms que les esperan mar adentro? ¿Alguien puede razonar con decencia por qué no dejamos entrar en Europa a los cientos de miles de personas, tal vez millones, más pobres que las que transporta el Open Arms y con historias de miseria y vejaciones mucho peores, que esperan su oportunidad en Turquía, Libano, Siria, Egipto, Argelia Túnez, Marruecos y etcétera? ¿Cómo permitimos que un viejo y obsoleto remolcador travestido en no se sabe qué, sin medios de seguridad, sin las mínimas condiciones de salud e higiene, se dedique al transporte de migrantes? ¿Cómo hemos permitido que el falso discurso de un aventurero avispado, salvamos vidas, se haya impuesto a la realidad: colaboran en el tráfico ilegal de seres humanos y utilizan su sufrimiento?

¿Cómo hemos permitido que el falso discurso de un aventurero avispado, salvamos vidas, se haya impuesto a la realidad: colaboran en el tráfico ilegal de seres humanos y utilizan su sufrimiento?

En segundo lugar, ha perdido el Gobierno italiano, ya dimitido, dividido entre la coherencia de aplicar la ley y el sentimentalismo de quienes anteponen la emoción a la razón. Los pasajeros del OPEN ARMS nunca han sido náufragos y utilizan en fraude de ley la obligación de cualquier buque de salvar a las personas en peligro en la mar.

Ha perdido también la Unión Europea, un proyecto político prometedor de progreso y bienestar, torpedeado por los nacionalismos y ahora puesto en la picota por el señor Camps y quienes le ríen sus mentiras.

Y, por supuesto, ha perdido España, su Gobierno y el inefable señor Sánchez, paradigma de aquella frase atribuida a Alfonso Guerra: alguien sin ideología y sin escrúpulos. La orden del enviar al Audaz, un buque de la Armada, al rescate del viejo remolcador, orden absurda, extemporánea y ridícula, les deja ante la opinión pública internacional como unos cobardones que no se enteran.

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