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Opinión

Necesitamos la palabra [fascista], presidenta

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián

Por fin, parece que la palabra [fascista] no será suprimida del Diario de Sesiones de las Cortes y que al menos se la citará entre corchetes. Menos mal que la presidenta, Ana Pastor, ha reconsiderado su primera intención. Menos mal -insisto- porque es una palabra que necesitamos.

La necesitaremos cuando ellos vengan a decirnos, arrobados, que hablan en nombre de la Patria, pero olviden a la gente. Cuando digan defender el espíritu del pueblo (Volksgeist) pero nunca al pueblo mismo.

Nos hará falta la palabra cuando veamos que tratan de expulsar a los demás con desfiles, banderas y símbolos, pensados para que acaparen todo el espacio público y asfixien cualquier otro mensaje. Cuando acosen y señalen las casas de quienes les hacen frente y de sus familias, necesitaremos esa palabra, presidenta.

Cuando traten de prohibir la diversidad ideológica, idiomática, religiosa y de sentimientos nacionales para hacernos a todos idénticos y sumisos a su exclusiva y única misión patriótica tendremos que tirar de esa palabra para señalarlos.

Ha hecho bien en no hacerles ese regalo, presidenta, porque si no podemos llamarles por su nombre tampoco podremos distinguirles

Cuando digan que hay ciudadanos superiores, más valiosos, y otros prescindibles, malos patriotas que mejor que se volvieran “a su país”. Cuando afirmen que el lugar de nacimiento marca una forma de ser, de pensar y de actuar, querremos tener esa palabra en el diccionario político.

Cuando en la calle agredan a quienes les rechistan y en los escaños hagan apología del grito, del insulto y del salivazo, necesitaremos esa palabra -presidenta- para decirles lo que son.

Hace bien en no borrarla del Diario de Sesiones. No les haga ese regalo porque llevan años tratando de esconder la palabra, queriendo desmocharla al convertirla en simple insulto para así esconder detrás del exabrupto fácil su significado terrible y real. Buscan el éxito de no poder ser citados por su nombre para lograr así pasar desapercibidos en el paisaje, como el depredador que borra su silueta y se mimetiza para sorprender a su presa. La de ellos es la democracia, somos todos los demás. No lo olvidemos.

No les haga ese regalo, presidenta, no se lo haga porque si no podemos llamarles por su nombre tampoco podremos distinguirles, y entonces serán ellos quienes escojan el nombre que más les convenga, se presentarán como héroes y vencerán, de nuevo, la batalla de las palabras. No olvide que son expertos en repetir la mentira hasta hacerla parecer verdad, como les enseñó su gran maestro.

Su patria, que nunca será la de todos, su lucha, que siempre será contra la libertad, y su violencia, que es herramienta que dosifican como nadie, serán lo que nos ayude a detectarlos, pero necesitaremos siempre esa palabra, porque la palabra es nuestra arma principal y no podemos quedarnos sin esa en concreto. Necesitamos que [fascista] siga en el libro de sesiones y también en la memoria y en el arsenal de las palabras de todos los demócratas. Necesitamos la palabra fascista, porque puede que ya estén aquí.

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