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Opinión

El ‘mosso’ más tonto de toda la escuadra

Disturbios en Barcelona por la detención de Puigdemont

Estaba allí el hombre, junto a los que escupían y tiraban piedras a los ’mossos’. Fue el domingo, frente a la Delegación del Gobierno (‘español’, añade la prensa catalana, como si hubiera necesidad de tal precisión), donde se concentró un buen número de bárbaros empeñados en comprobar la temperatura a la que arde un contenedor. Los libros, ya se sabe, lo hacen a 451 grados Farenheit, incluidos los de Marías y Reverte.

El tipo este, vociferante, gesticulante, intemperante, fue requerido por los agentes para que se identificara, como correspondía dada la situación. El interpelado, tan campante, respondió: “Pero si soy un compañero, si yo también soy ‘mosso’, pero ahora no estoy de servicio”. El paisano, que de eso iba vestido, no fue detenido, ni retenido, ni se la ha abierto expediente. Tan sólo se ha procedido a llevar a cabo una ‘investigación interna’. La mierda se lava en casa.

Se supone que, tras las averiguaciones correspondientes, el papel que elaboren los de asuntos internos de la policía catalana pondrá en evidencia la personalidad del interfecto: “Es el tonto, el ‘mosso’ tonto. Pero tonto del t’o, no p’a un rato, es un tonto p’a siempre”, que diría Mota.

Veintitrés heridos

Veintitrés miembros de la Brimo, la Brigada Móvil de la policía autonómica, los antidisturbios, resultaron heridos en esos altercados. Veintitrés compañeros del tonto que, casualmente, se encontraba del lado de quienes les lanzaban cascotes y objetos incendiados, posiblemente con la intención de hacer daño, un suponer. Del tonto poco más se sabe. Alguien publicó su número de chapa y se ha ocultado su nombre. Es el ‘tonto’.

El problema de los ‘Mossos d’Esquadra’ es que, en su seno, alberga un montón de esos tontos. De los casi 18.000 números que los integran, al menos hay siete mil independentistas, unos cinco mil nacionalistas y el resto son “com cal”, es decir, ‘como Dios manda’, profesionales, serios en su trabajo, ejemplares, según comentan quienes conocen el cuerpo.

Al ‘mosso’ de paisano que vociferaba junto a los que tiraban piedras a sus compañeros ni se la ha abierto expediente. Todo ha quedado en una ‘investigación interna’. La mierda se lava en casa"

Su anterior jefe, el mayor Trapero, está imputado en la Audiencia Nacional por dos presuntos delitos de sedición a raíz de los violentos episodios ocurridos el 20 de septiembre frente a la consejería de Economía y el 1-O durante el referéndum ilegal. El auto de procesamiento del juez Llarena describe a la perfección el comportamiento de los ‘mossos’ durante las últimas semanas de ‘procés’. Pasividad con los golpistas, colaboración en algunos casos, e incluso hicieron de delatores de los movimientos y planes de la Guardia Civil y la Policía Nacional. No entiende el magistrado del Supremo que no se haya actuado contra muchos de ellos tras comprobarse su comportamiento en aquellos días del golpe.

Una joya de cuadrilla. Tan sólo el jefe supremo de la organización ha sido cesado. El resto, continúa en su puesto. Tan campantes. “Obediencia debida”. Hacían lo que se les mandaba. Algunos han colaborado con la Justicia. Cuentan que el propio Trapero, tan heroico, ha cantado la Traviata frente a la juez Lamela. De ahí que no esté en prisión.

Nadie exhibe ya esas camisetas con su efigie que se hicieron hartamente populares tras el 21D. Una especie del ‘Ché’ del ‘procés’, el que le plantaba cara al Gobierno, al ministro del Interior, a los mandos de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Ahora se oculta, no muestra su faz por temor a ir en compañía de su jefe, el exconsejero del Interior, Joaquim Forn.

Limpiar de tontos a los ‘Mossos’, una institución con trescientos años de historia, siempre en alpargatas en su uniforme de gala,  se antoja una tarea ímproba, pero imprescindible. Quizás ya se esté haciendo, no se sabe, nada se dice. De momento se está a punto de reparar una injusticia: que policías nacionales y guardias civiles cobren lo mismo que estos señores que albergan en su casa a tal puñado de tontos. Muy tontos, sí. Pero como los de TV3, ahí siguen. Cobrando y haciendo. Al más tonto de entre todos los tontos siempre lo pillan. Los demás, en nómina. Cumpliendo, unos, con impostada rectitud las órdenes del 155 y otros, a regañadientes. Y cuando están de paisano, ya se sabe, se suman a la patota de los cascotes.  

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