Opinión

Análisis de medios

Mariano Núñez Feijóo, Alberto Rajoy, Trancas y Barrancas

El ciudadano medio se llama Pepe y su mujer, Maite. Cada noche, al llegar a casa, cansados, se sientan frente al televisor con la bandeja de la cena en las rodillas y ponen el informativo de Vicente Vallés y El Hormiguero, que son los programas más famosos de la cadena más vista. Pepe y Maite no representan a ninguna colectividad ruidosa. No vierten sus opiniones en Twitter. Tampoco entienden todo ese neo-lenguaje de la igualdad ni tienen más aspiraciones que pagar la hipoteca, cuidar a los abuelos y a los críos y, a poder ser, pasar una parte de agosto en Gandía. Pepe y Maite hoy han escuchado -quizás por primera vez con atención- a Alberto Núñez Feijóo junto a Pablo Motos y han pensado: este tipo es muy normal y lo que dice nos suena.

Porque hay algo de este gallego de 61 años que recuerda al último presidente del Gobierno del Partido Popular. Su personalidad tiene trazas de marianismo, de esa forma de galleguismo ilustrado que a veces gusta por su extrema racionalidad, pero que a veces desespera por su lentitud. Hay quien terminó hastiado de esta forma de proceder, tanto a la derecha como a la izquierda. Fue así porque el marianismo es sinónimo de patada hacia adelante y de galbana. Pero esa estrategia, que es la del avestruz, es más habitual de lo que parece en las vidas de la gente corriente, dado que rehuir los problemas suele ser una opción inteligente y muy efectiva para con los asuntos mundanos. Pero a un líder político se le suele exigir más. Cierto arrojo y liderazgo. Se habrá preguntado el espectador medio: ¿Quién es Feijóo? ¿Alberto o Mariano?

Este miércoles se ha mostrado más como Alberto que como Mariano... aunque Mariano también está ahí, para qué negarlo. ¿Cómo se ha vendido Alberto? Como el gestor gallego de larga experiencia política y voluntad de alcanzar consensos que aspira a presidir España. Sin la soberbia de Aznar y sin el estoicismo estrambótico de Rajoy. “Tiene pinta de tipo normal”, habrán pensado Pepe y Maite. Eso en 2018 podría causar rechazo a este matrimonio, pero ahora, tras cinco años de sanchismo -y el sanchismo es pompa, sobresalto, ideología y heterodoxia- seguramente les convenza.

El precio de la bolsa de la compra

No le sobra carisma al candidato popular a presidente del Gobierno y de los nervios que ha demostrado en la primera parte de la entrevista puede deducirse que esto de Madrid todavía le genera cierto vértigo. En la conversación, ha subrayado que nació en un pueblo de 300 habitantes, que estudió en Los Maristas de León y que ha gestionado el Insalud, Correos y la Xunta de Galicia. “Puedo ser el primer presidente de la historia de la democracia que procede del mundo rural”, ha expresado, obviando, por cierto, que Adolfo Suárez nació en Cebreros. En cualquier caso, ahí se nota que los asesores que animaron a Isabel Díaz Ayuso a que celebrara su madrileñismo han pedido a Núñez Feijóo que adopte el doble registro de político experto en gestión y de señor de aldea gallega que, ante la duda, aplica el sentido común. Que a veces aconseja determinación; y, a veces, actuar ante los problemas con la pasividad de la vaca que observa el tren pasar. Es lo que hacen Pepe y Maite. A veces, también, como Mariano, con pereza. Con la sensación de estar agotados al final del día y no tener fuerzas ni para mover un dedo.

Pablo Motos ha estado más cómodo porque siempre es más sencillo entrevistar a quien quiere ser presidente que a quien intenta defender el cargo. Ahora bien, una vez más se ha vuelto a demostrar que este formato de info-entretenimiento no funciona periodísticamente para este tipo de actos de campaña. Porque hubiera sido interesante que Motos le hubiera preguntado con más ahínco sobre sus diferencias ideológicas con Vox; o por dos frases que ha soltado y que podrían haber dado lugar a una réplica. En una, Núñez Feijóo ha calificado de “inadecuada” la reacción de María Guardiola después de que -según su versión- Vox rompiera el principio de pacto que alcanzaron en Extremadura. Hubiera bastado que el presentador hubiera repetido ese término -¿inadecuada?- para meter en un aprieto al presidente de los populares.

En otro momento, Núñez Feijóo ha sugerido que su trayectoria política podría llegar a terminar “a los sesenta y equis”. Actualmente, 'calza' 61. ¿Aspira a llegar a Moncloa con el objetivo de estar, como máximo, ocho años en el puesto? Quizás Pepe y Maite quisieran haberse enterado de si este gallego aspira a estar muchos años en el cargo. ¿Como Aznar o como usted en Galicia?

Todo está sujeto a valoraciones, pero podría decirse que el líder del PP se ha defendido bien al hablar de su defensa “incondicional” de los derechos de las personas LGTBI y al referirse a la economía. "El día de hoy a los españoles nos ha costado 200 millones de euros en deuda, tenemos 10 veces el déficit público de Portugal, que es socialdemócrata. Y somos el país que más ha incrementado presión fiscal desde 2019”. Tampoco es normal que la bolsa de la compra cueste más que el kilo de naranjas" (de lo que le pagan al agricultor, se entiende).

Esas palabras no son suficientes para gobernar y no dicen nada sobre la habilidad en la gestión y el conocimiento financiero de Núñez Feijóo. Quizás sepa tan poco de eso como de inglés y necesite rodearse de gente brillante, que no sobra en la política. Pero esas frases las entienden Pepe y Maite. Son cercanas y están pronunciadas con un tono más llano que las que salen de la boca de ese presidente de voz engolada que parece siempre como recién salido de la ducha.

Aborto y eutanasia

Núñez Feijóo ha salido airoso ante las preguntas sobre el aborto porque ha respondido con ese sentido común que tanto se echa de menos en el discurso woke, que Pepe y Maite no saben descifrar. “Tan legítimo es defender el aborto que ser antiabortista (…), pero no podemos impedir que una mujer lo haga si así lo deseo, si cumple la ley de plazos”. En el tema de la eutanasia -y ahí ha estado muy bien Motos- ha tenido más apuros porque la posición del PP es más conservadora que liberal, por alguna razón difícil de entender.

¿Por qué hay que obligar a que un enfermo terminal siga con vida y se joda él y a su familia?”, le ha dicho el presentador. Ante el apuro, Núñez Feijóo se ha referido a los cuidados paliativos, al testamento vital y a la conveniencia de crear comités de bioética en la sanidad pública para -entiéndase- evaluar la posibilidad de la eutanasia. Como sabía que se quedaba corto, ha tirado de marianismo y ha relatado un episodio de su vida. Fue el que sucedió cuando su hermana y él decidieron sedar a su padre, enfermo de parkinson. Seguramente, no calme la inquietud de quienes piensan que la eutanasia es un derecho adquirido (y son opiniones, respetables), pero, al menos, Pepe y Maite habrán escuchado alguna historia similar o la habrán vivido en primera persona. Habrán empatizado con la persona que les pide el voto. De eso se trata en realidad. Pepe y Maite no conocen a Santiago Martínez-Vares ni a demás fauna tropical.