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Opinión

Su Majestad Pedro Sánchez

Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa

Pedro Sánchez acaba de consumar una iniciativa sin precedentes. Ha celebrado una ronda de consultas con la oposición en La Moncloa como paso previo a su posible investidura. Nadie llegó a tanto. Mariano Rajoy, cuando el bloqueo institucional de 2016, convocó a los líderes políticos en el lugar adecuado, el Congreso. Sánchez censuró aquella iniciativa y se negó a asistir.

Un presidente del Gobierno en funciones no puede asumir unas prerrogativas que le corresponden estrictamente a la Corona. Menos aún, en periodo electoral. Es el Monarca, en virtud de lo dispuesto en el artículo 99 de la Constitución, quien ha de abrir esa fase de consultas para después, según lo escuchado, proponer un candidato a la presidencia del Gobierno. Una vez más, Sánchez usurpa temerariamente unas funciones que no le corresponden. Y confunde sus competencias con las del Monarca. No es un despiste. Es una reincidencia.

Un presidente del Gobierno en funciones no puede asumir unas prerrogativas que le corresponden estrictamente a la Corona. Menos aún, en periodo electoral

Aquel patinazo en la recepción en la Fiesta Nacional del pasado 12 de octubre, cuando Sánchez y su esposa, Begoña Gómez, se colocaron durante el besamanos a la diestra de Felipe VI, en lugar de saludar e irse, como está estipulado, fue el anuncio nada inocente de lo que estaba por llegar.

¿Error de protocolo? ¿Despiste? Pocos lo creyeron. Y se ratificaron en sus dudas cuando, semanas después, Sánchez acudió a París, también junto a Begoña, con motivo del centenario de la firma del armisticio de la Primera Gran Guerra. Don Felipe, como tantos jefes de Estado, acudió solo, sin doña Letizia. En aquellas pomposas ceremonias, el jefe del Estado español parecía Sánchez.

Polémica visita a La Habana

Igual ocurrió con la polémica visita a Cuba, cuando Sánchez también viajó en compañía de su esposa, lo que no había hecho hasta entonces presidente del Gobierno alguno. El paseo de la pareja por las calles de La Habana Vieja resultó tan inadecuado como estrambótico. Y más si se piensa que Zarzuela tiene 'congelada' su visita a Cuba desde hace décadas.

Pedro Sánchez está engrupido tras su victoria inapelable en las pasadas elecciones. Logró más diputados de los que esperaba, pese a quedarse a 14 menos de los que tenía Rajoy. Dobló en escaños a su directo rival y ahora se enseñorea de su situación con esta convocatoria a los líderes derrotados quizás para que se postren, cabizbajos y humillados, como si fuera el estrambótico rey de Tailandia, ante su poderío parlamentario. El invictus recibe hoy en Palacio, podría ser el titular de estos días.

Tanta confusión de papeles, tanta apropiación simbólica e inadecuada de funciones que corresponden a la Corona, desvela una ambición desmesurada por parte del presidente del Gobierno

Nada contrario a la normativa vigente hay en la iniciativa, salvo por el formato. Es un calco de lo que, una vez celebradas las elecciones autonómicas, llevará a cabo el rey Felipe VI. Tanta confusión de papeles, tanta apropiación simbólica e inadecuada de funciones que corresponden a la Corona, desvela una ambición desmesurada por parte del presidente del Gobierno. No es que aspire a ser Rey, como algunos irónicamente apuntan, pero quizás acaricie la idea de la Jefatura del Estado. Sus socios de la moción de censura tienen bien claro qué harán con la Monarquía, si se diera el caso. En la Casa Real, a buen seguro, no estarán demasiado encantados con el cuatrienio que se avecina.

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