Opinión

Lo peor de cada casa

Trump es menos y también más que esta tropa medianeja

  • Patriótico Abascal

Trump no ha asistido en Madrid a la cumbre neofascista europea. Ni siquiera el remoto homenaje que le han tributado los presentes al copiar el eslogan “America first” ha doblegado su inmenso egotismo. Para eso es rico, mil veces más rico que la pandilla de candidatos más o menos tiesos que sonríen como si acabaran de tomar París en la foto madrileña, y eso ya es un argumento de peso para buscar la diferencia. Pero ellos –lo peor de cada casa—han disimulado el chasco extremando el gesto de palmeros. ¡Qué éxito el de Abascal, que seductor “striptease” el de Vox! Ahora ya sabemos, sin excusa posible, quién es cada cual y, sobre todo, quién es Vox.

El hecho no es, sin embargo, anecdótico. Al contrario, pues revela –no diría que súbitamente, pero sí de manera incuestionable—la gravedad de la crisis que vive una Europa a la que, tras ochenta años de ilusión democrática, acaba de despertar la fanfarria totalitarista. No hay en ella –entre los de la foto—un Mussolini ni un Hitler, es verdad, pero quién sabe si todo se acabará andando con el tiempo y una caña ni más ni menos que por una causa rotunda: el fracaso más que relativo de la democracia occidental. ¿Cómo explicar si no el entusiasmo de estos neofascistas --¡y quién sabe si alguno también neonazi!—por un Trump que ha debutado anunciando un programa que incluye expropiar el canal de Panamá, ocupar Canadá y zamparse –por las buenas o por las malas, a elegir—la isla de Groenlandia, además de perpetrar una expulsión masiva de inmigrantes --¡en el país inmigrante por antonomasia!—o legitimar, como si fuera legitimable, que un milloneti y extravagante amigo participe en el Gobierno con funciones ejecutivas en plan convidado de piedra? Miren, Trump es menos y también más que esta tropa medianeja. No tienen más que escuchar su fórmula de paz para Ucrania: “Si Zelenski no quiere hacer lo que tiene que hacer, tendrá que hacer lo que tiene que hacer”. Donde hay patrón no manda marinero.

Una foto junta a Le Pen, Orbán, Salvini y comparsa no es más que el anuncio de una nueva “reacción”, el pródromo de otra era antihumana previsible ya en sus rasgos xenófobos, cuando no racistas

No hay que darle vueltas: el proyecto de los Schuman, De Gasperi y Adenauer no es que esté en peligro sino que anda ya a dos pasos de su voladura controlada. Ninguna guerra, por catastrófica y cruel que sea, permanece en la memoria colectiva más allá de dos o tres generaciones, y la tremenda que devastó Europa a manos de los abuelos de esta pandilla no iba a ser una excepción. ¿Libertad para qué?, preguntaba Lenin, pero mucho más sutilmente Aquilino Duque afinó preguntándose por “El cansancio de ser libres”.  Los pueblos se cansan ante el espectáculo de la democracia cuando ésta decae o delira. Hasta la ateniense se plegó a Pericles, no les digo más. Y, ciertamente, ni la democracia americana que ensalzó Tocqueville ni la europea que vivimos han dado motivos sobrados –desterrando de palabra al comunismo y al fascismo—para devolver a la “masa” orteguiana la ilusión subyacente en toda sumisión.

Vox ya no tiene coartada, sencillamente es uno de ellos, una pieza más del puzzle neofascista provocado, en buena medida, por el naufragio de la social-democracia (recuerden: Francia, Italia, Grecia y ahora también España) y la torpeza del neoliberalismo apuntalado por el suicidio de las izquierdas. Una foto junta a Le Pen, Orbán, Salvini y comparsa no es más que el anuncio de una nueva “reacción”, el pródromo de otra era antihumana previsible ya en sus rasgos xenófobos, cuando no racistas, arcaica disfrazada de moderna, obsesivamente antiglobalista y cándidamente antieuropea a la sombra de la más burda versión del imperialismo americano.

Al único que no se la han dado ha sido a Trump, ese irredimible antieuropeo, que bastante tiene ya con la tarea de barrenar el viejo barco de La Fayette. ¡Europa firts again! El ridículo remedo del lema trumpista no deja de ser un párvulo intento de festejar al maestro, pero el peligro está ahí, en el designio de estos “regresistas” de volver a las andadas, y cualquiera sabe si, ya de paso, al “vivere pericolosamente” que aconsejaba don Benito. Aunque lo realmente paradójico es que la urgente movilización que esa foto ha provocado concierna a la Derechas tanto como a la Izquierda, perdidas ambas en el tiquitaca del “y tú más que yo”. El hombre sólo tiene dos manos, como Dios en la metáfora bíblica. Es el mismo dilema que, allá por los tiempos de los abuelos, tantos videntes anunciaron ante la fantasmagoría que anunciaba un “nuevo orden” y solamente provocó la mayor hecatombe conocida.

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