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Opinión

Hasta aquí hemos llegado

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera.

Así de claro se lo ha dicho Albert Rivera a Mariano Rajoy a propósito de la situación catalana. Harto de la vacua estrategia consistente en templar gaitas, tan propia del presidente, el líder de C’s reclama lo que cinco millones de catalanes: que se hagan las cosas bien.

Lo que parece no importarle a Rajoy

Los que vivimos en Cataluña sabemos perfectamente para qué ha servido el 155: para casi nada. El presidente del gobierno no podrá alegar desconocimiento, porque debe estar tanto o más enterado que nosotros de lo poco que ha cambiado la cotidianidad para los que nos mostramos contrarios al proceso separatista. Comete un gravísimo error al no admitir que la vida, para la mayoría de catalanes, se ha complicado extraordinariamente en los últimos tiempos por culpa de la inacción política del gobierno. Nos sentimos desamparados. Y es que fiar lo que sucede a la actuación judicial es completamente suicida, máxime cuando los márgenes de actuación que se fijó el PP – obligado o no por el PSOE – son absolutamente escasos.

Rivera, al igual que Girauta, son catalanes, han crecido aquí, conocen muy bien el paño y saben perfectamente que el problema separatista está más que lejos de haberse conjurado. La mano blanda de Rajoy es, en no poca medida, culpable de ello. Les expondré algunas situaciones a las que nos enfrentamos a diario, y verán porque Albert, nacido en el popular barrio de La Barceloneta, está hasta los mismísimos del tancredismo.

Empecemos por la vida laboral. En la administración, te guardarás muy mucho de manifestarte contra el proceso, quitar un lazo amarillo o una pancarta pidiendo la libertad de los presos políticos. Pasee usted por Barcelona, señor Rajoy, y verá como no hay sede de la Generalitat que no ostente signos visibles de todo esto que le digo; vaya a la plaza de Sant Jaume, presidente, verá que el balcón del ayuntamiento – no solo la administración autonómica es agobiantemente separatista – luce un enorme lazo amarillo. Ah, y no le venga usted a decir a los trabajadores que su gobierno les ampara, porque lo van a correr a gorrazos, que, en estas tierras, por ser, hasta los sindicatos son independentistas. Así que lo de quejarse al comité de empresa, como que no.

En la empresa privada, excuso decir que, si su jefe es del proceso, lo tiene crudo. Con las leyes de despido que pactó usted con el PSOE, el kilo de carne de trabajador constitucionalista está baratísimo. Otrosí, en caso de ser autónomo, vaya con cuidado al hablar de política con proveedores, clientes o el vecino. Se juega usted no vender nada a nadie, aunque sea la piedra filosofal. ¿Periodista en los medios de comunicación catalanes no siendo un entusiasta de esta barbaridad llamada proceso? Ándese con ojo, porque va a durar menos que un caramelo a la puerta de un colegio. ¿Médico? Mucho cuidado, los colegios de médicos catalanes han hecho sendos comunicados de adhesión al proceso. De hecho, más de mil profesionales de la medicina han protestado ante lo que consideran impropio de la profesión. Lo mismo podemos decir de los abogados.

¿Lo va pillando, señor Rajoy? Mucho 155 pero aquí la gente no habla en por miedo, por puro miedo. En los colegios, excuso comentarle como estamos, con profesores que intimidan a sus alumnos por ser hijos de guardias civiles, en lo que es el colmo de la miseria humana. En la policía autonómica, los Mossos sufren una guerra civil entre los que sienten la vocación de servir y proteger y los que solamente ven una estelada. Los CDR atacan juzgados y sedes de partidos políticos, Arran hace pintadas intimidatorias al juez Llarena delante de su casa, los medios públicos están en manos de un puñado de fanáticos que se pasan el día mintiendo e intoxicando, en fin, todo un mundo al revés y, por descontado, a años luz de esa protección que usted nos asegura tener por parte de un estado que, le recuerdo, se sustenta gracias a nuestros impuestos. ¿Sabe usted por qué? Porque el reloj de los tiempos políticos se lo ha regalado usted a Puigdemont.

¿Ni la imagen de Albiol rodeado por la turba le conmovió, señor presidente?

Que el problema de orden público es más que evidente, como consecuencia del deterioro político y social que se vive en Cataluña, es cosa sabida. Bueno, menos el delegado del gobierno, el inefable señor Millo, que se pasa el día mirando arder Roma tocando la lira. Pero, como me gusta ponerme en la piel de los demás, le haré una reflexión. Entiendo, dada su proverbial pachorra, que obvie usted los vídeos en los que se agrade a personas que pretenden retirar de la vía pública los símbolos separatistas; puedo comprender que pase por alto a los violentos enmascarados que agreden con palos a unos jóvenes de Societat Civil en la universidad sin que el rectorado diga ni mú; aceptemos que, por alguna razón que usted sabrá,  no lleve a los tribunales el voto delegado de Puigdemont o Comín; otro tanto le digo con que ni se plantee la ilegalización de las CUP; fíjese, por entender, puedo incluso llegar a aceptar que, por el chalaneo de los votos del PNV que usted precisa para aprobar los presupuestos generales del estado, se haga el longuis y diga que cuanto tarda en llegar el verano.

Lo que me resulta imposible de admitir, porque le supongo persona de no pocos afectos, es que se quede usted igual ante las imágenes de Xavier García Albiol delante del ayuntamiento de Badalona, rodeado por una multitud histérica, amenazante, insultándole y él ahí, de pie, aguantando como un campeón la que le estaba cayendo y que, por cierto, podría haber terminado muy mal como a uno de aquellos descerebrados le hubiera pasado por la cabeza tirarle una piedra. Albiol es de los suyos, de hecho, es lo mejorcito que tiene usted en mi tierra y, si mucho me apura, de las diez personas con más fibra de todo su partido, completamente extraviado entre los sorayitos y los bunkerizados, la Gürtel y los másteres. Es de los suyos y lo que le ha pasado al único político popular que ha sido capaz de ganar en su propio terreno a la izquierda de manera limpia y contundente es fiel reflejo de lo que ocurre, sin que nadie medie por evitarlo.

No basta con decir que el gobierno impide el paso a la investidura Puigdemont con su recurso, ¡nada más faltaría!, lo triste es que a usted le cae lejísimos el día a día y no entiende que, o se corta de raíz el problema, o vamos al desastre. Eso es lo que le están diciendo Rivera, y Girauta, y Arrimadas, y C’s y el conjunto de entidades constitucionalistas y la mayoría de catalanes que no estamos con el proyecto separatista. Eso le dicen empresarios y trabajadores, presidente, justo eso, que se ha quedado usted corto, que no vale hacerse el sueco, que hay que bajar a la arena y empezar a poner el paño al púlpito. Ahora más que nunca, usted debería tener más sentido del estado y menos sentido de partido, aunque, con los últimos sondeos del CIS, ya habrá comprobado que, sin lo primero, lo último no sirve para nada.

Hay que empezar a plantear el debate del modelo autonómico, porque el resultado ha sido nefasto con tanta administración centuplicada, tanto reino de taifas, tanta corrupción y tanto gasto en un país en el que la deuda pública equivale al PIB. Hay que plantearse una nueva ley de partidos que permita eliminar aquellas formaciones que tengan como objetivo la destrucción del mismo sistema bajo el que se cobijan y medran. Hay que entrar de una vez con el bisturí y sajar el absceso catalán, empezando por la administración burocrática, siguiendo por los medios de comunicación públicos y finalizando por las cuentas, que ya se conoce que Montoro no tiene pilas en su calculadora, porque aquí se está pagando la fiesta de los separatistas con el dinero de todos desde aquella broma pesada de Artur Mas.

¿Quiere usted remontar en las encuestas? Déjese de chorradas y coja este toro por los cuernos, échele un par y verá como los votantes se lo agradecen. Los catalanes, los primeros. De no ser así, no le quepa a usted la menor duda que el electorado de toda España le repetirá lo que le ha dicho Albert: hasta aquí hemos llegado.

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