Opinión

Libros para la futura presidenta

Con el paso del tiempo he descubierto que las personas que han leído y leen, resultan fiables, tolerantes, creativas y gozan de gran sentido del humor

  • Cartel en el Metro de Madrid

Yo salía de un vagón del Metro en la estación de Cruz del Rayo. Acababa de escuchar un concierto para violín y orquesta de un compositor catalán del que no sabía nada antes de entrar a la sala, y del que sigo sin saber algo después de abandonarla. Se llamaba Roberto Gerhard. Cuidado que lucho por entender la música dodecafónica, la que también llaman atonal, esa que rechaza las leyes de la tonalidad clásica y huye de melodías más o menos reconocibles. No me hago con este tipo de música, y bien que lo siento, porque seguro estoy de que es una limitación propia de quien se inició desordenadamente en la música clásica más vanguardista. Un poco ido por lo que acabo de contarles, y a punto de tomar las escaleras mecánicas, di con una imagen que tenía la fuerza suficiente como para pararme ante ella.

El Metro es una galería estupenda de imágenes insospechadas, si se tiene la paciencia de mirar más que de ver. Esto que les cuento es lo que vi: una mujer joven de veinte años o menos, sentada en un mullido sillón, leyendo un libro, en concreto, La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. Detrás de ella aparece la fachada principal del Congreso de los Diputados con los dos leones de Ponzano observando la escena. La mujer está rodeada de libros, de muchos libros. Con algún esfuerzo consigo leer los títulos. Ahí están, entre otros, La conjura de los necios, de John Kennedy Toole; El origen de las especies, de Charles Darwin; El Príncipe, de Maquiavelo; Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky; un tomo de Mortadelo y Filemón, del gran Ibáñez; la novela gráfica Persépolis, de Marjane Satrapi, y cerca de este, un tomito con la Constitución española de 1978. Sí, también la obra cumbre de Vargas Llosa, Conversación en La Catedral. Encima de la cabeza de la joven el creativo ha colocado con letras muy grandes esta leyenda: Estás a unos libros de distancia de… ser la primera presidenta del Gobierno.

La imagen forma parte de la campaña de publicidad de La Casa del libro, ahora que llega el día en que nos regalamos libros y rosas. El mensaje es claro y no tiene ningún sentido querer explicar lo que es evidente: que la lectura te abre puertas, que tiene la potencia suficiente para mejorarte como ser humano y colocarte allí donde te lo propongas. Y si lo que te propones es ser eso, presidenta del Gobierno de España, también. De los beneficios de la lectura podemos decir lo mismo que Félix Lope de Vega dijo sobre el amor: “Creer que un cielo en un infierno cabe, beber el veneno por licor suave. (…) Quien lo probó lo sabe”.

Si esa mujer está en la carrera presidencial; si quiere llegar blindada a un mundo despiadado y simple como el de la política esta sería la mejor oportunidad para leer atentamente La Fiesta del Chivo, una novela que aborda los destrozos del poder absoluto en el ser humano y los estragos que éste hace en aquellos que le siguen entre el miedo y el agradecimiento. Vargas Llosa, que ha firmado páginas memorables en los periódicos, lucho por no ser “un muerto en vida”, idea que detestaba. Tome nota nuestra futura presidenta, que muchos son los que así entienden la política mientras se eternizan a falta de apoyos y comprensión. Los libros la ayudarán a que este país, para fraseando al Zavalita de La Catedral no se joda del todo.

No es una fórmula perfecta, pero con el paso del tiempo he descubierto que las personas que han leído y leen, resultan fiables, tolerantes, creativas y gozan de gran sentido del humor y de la conversación. “Quedemos un día de estos y conversemos con una botella de vino”, me dijo Jorge Edwards una tarde que a los dos se nos hizo corta una entrevista en la que el periodista sólo intervino lo justo para que empezaran a fluir sus recuerdos y los libros que le habían ayudado a vivir y, supone uno, que también a morir. Otro milagro más de la lectura.

Hace unos meses, cuando esa broma de Sumar parecía un proyecto y escondía su verdadera vocación de muleta del sanchismo, apareció Yolanda Díaz afirmando en un mitin que ella iba a ser la primera presidenta de España. Hoy nos parece un chiste, pero yo los chistes me las tomo muy en serio en un país que los ha sacralizado y cuya clase política muestra síntomas certeros de emular, e inclusos superar escenas de cualquier película de Torrente, el brazo tonto de la ley. Esa broma de Yolanda presidenta no va a suceder. Ni siquiera es capaz de sostenerse tras la pancarta de OTAN no. Uno escucha a esta señora y enseguida salta la pregunta, ¿Qué habrá leído para hablar así, atrapada entre la discordancia y el solecismo más infantil?

Ya tenemos a un presidente ágrafo que, para mayor escarnio, es doctor con una tesis burdamente copiada".

No quiero a una presidenta sin lecturas que le hayan hecho dudar o aceptar posiciones que antes eran las contrarias. Ya tenemos a un presidente ágrafo que, para mayor escarnio, es doctor con una tesis burdamente copiada. Esa indigencia cultural está en Irene Montero, señora que es del que en tiempo ha llamaban 'coletas' y ahora “el colectas”. Montero aspira a ser la primera presidenta del Gobierno, o eso dice. Escucho a Isabel Díaz Ayuso o a Cuca Gamarra – que esto va por barrios- y me sucede lo mismo: ¿estarán leyendo algo y no soy capaz de notarlo? De la ministra de Hacienda, que es además vicepresidenta no diré nada, porque María Jesús Montero puede ser presidenta en cualquier momento que Sánchez haga ¡fu!, como los toros mansos, bien sea porque escribe otra carta a la ciudadanía, bien porque le acorrale la corrupción familiar que lentamente se lo va tragando. ¿Montero presidenta? Como ella misma diría: mopongo. A algunas de las que he citado las escuché ayer lamentar la muerte del escritor, pero ninguna fue capaz de mostrar un detalle, uno, de que lo ha leído.

Quiero creer que la chica del anuncio existe. Que llegará más pronto que tarde a la presidencia. Que lo hará pertrechada de enseñanzas aprendidas en libros de Homero, Cervantes, Shakespeare, Camus, Mario Vargas Llosa, Borges, Lorca o Michel de Montaigne... Me fío de quien lleva en su cabeza a don Quijote, y no del que tiene en su cerebro todo el derecho tributario ampliado y actualizado. Un aviso del escritor que ayer nos dejó: "Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo". Este consejo es la única herencia que vas a tener. Es la diferencia entre vivir o el arte de vivir. Mientras tanto, espero con ilusión a que la mujer del cartel salga del cuadro y recuerde lo que dijo el autor de La ciudad y los perros, “que la política es una forma de la maldad, el mayor error que he cometido en mi vida”. Ojalá la mujer que imagino termine su tarea e intente su sueño. Votaré entonces con menos dudas y alguna esperanza porque habrá descubierto lo que tantos hombres han ignorado mientras nos han gobernado y nos gobiernan: que sólo un idiota puede ser totalmente feliz. También lo dijo Mario Vargas Llosa.

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