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Opinión

La leyenda negra de Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso en entrevista con Vozpópuli

"A Madrid se viene a que te dejen en paz". Tan elemental y eficaz como el mecanismo de una peonza. Este es el eslogan de Isabel Díaz Ayuso. La antítesis de la sofisticación y la impostura. Justo lo contrario de los que se elaboran en la 'Redondo's Factory' de Moncloa, que pretenden ser líricos y resultan cursis como un verso de Mallarmé: "Fue el día bendito de tu primer beso, y creí ver a un hada con su brillante sombrero". 

Iván Redondo se ha sacado de su brillante sombrero su último hallazgo, consistente en bautizar lo de la postración ante Torra como 'la agenda del reencuentro'. El gran gurú del sanchismo es un ingenioso muñidor de eslóganes con los que envuelve y camufla una gestión gubernamental hueca. "Cuando no tengas una idea, inventa una palabra" decía el Fausto de Goethe. Redondo se inventa frases redondas para enmascarar el estruendoso vacío que que anega la labor del Gabinete. 

"Es sábado y estamos trabajando", colgó en la red la titular de Exteriores, entre la rechifla de los incrédulos lectores

Ha contratado a un grupo de politólogos y propagandistas y ha transformado la oficina de Presidencia en una consultora electoral, como aquí desvelaba Jorge Sáinz. Cierto que Donald Trump llena sus veladas dándole al tuit. Pero durante el día, gobierna. Las cifras económicas le ovacionan. Sánchez abunda en lo primero y apenas se dedica a lo segundo. "Es sábado y estamos trabajando", colgó en la red la ministra de Exteriores, con un entusiasmo adanista y entre la desaforada rechifla de los lectores.

El caso de Díaz Ayuso es distinto. Lleva seis meses en la Puerta del Sol y parece que lleva seis años. Escasez de propaganda y sobredosis de gestión. Por no tener, ni siquiera tiene tele propia. "Soy la única presidenta autonómica con una televisión que me es crítica", declaraba este domingo a El Mundo. Un pecado, una herejía, un déficit en esta era de dictadura de la información.

El agravio como norma

Sus rivales, por contra, gozan de abundante artillería con la que bombardean profusamente al Gobierno de Madrid. Ayuso es el objetivo a batir, está en el top del punto de mira del Gobierno socialpopulista que todo lo arrasa: la Constitución, las leyes, el Estado de Derecho, el consenso del 78, la Transición, la Monarquía... Madrid se ha convertido en fortín sitiado, en un Álamo numantino, en una aldea gala que se resiste a perecer.

La campaña ya ha empezado. Los equipos de Moncloa han puesto en marcha lo que en Sol denominan 'la leyenda negra'. El agravio como hilo conductor y la falsedad como estribillo. El 'dumpling fiscal' es el principal argumento para sembrar cizaña, para aventar la envidia entre las comunidades cercanas. Madrid baja impuestos porque "secuestra inversiones", "acapara iniciativas empresariales", "sustrae empresas"... Madrid es el mal, el infierno que esquilma las cuentas de las demás regiones y vacía cruelmente a España. La España vaciada es culpa de Ayuso.

Entonces reaparecen en la tele-de-todos-y-todas las imágenes de la plaza de Colón o las de las procesionarias moradas al grito de "Madrid/será,/la tumba de Abascal"

Este eje vertebral de la mentira, hermosamente empaquetada, se complementa con un frondoso rosario de falacias. La sanidad madrileña se va a pique, la educación pública está bajo mínimos, la vivienda es pasto de los fondos buitre, la pobreza severa se dispara, la contaminación asesina a los madrileños, la miseria energética acecha en cada esquina...Son enunciados que se repiten cual jaculatoria en los medios próximos al Gobierno de Sánchez, que son mayoría. Y cuando todo esto no basta, aparece el Séptimo de la caballería del progreso haciendo retumbar su trompetería al son de "es la ultaderecha", "es el franquismo". Entonces resucitan en la tele-de-todos-y-todas las imágenes de la plaza de Colón o las de las procesionarias moradas al grito de "Madrid/será,/la tumba de Abascal".

Frente a tal operación de intento de demolición del Gobierno de Madrid, Ayuso se defiende con su único recurso. Gestión y trabajo. Que el pueblo la juzgue. Cuenta con una gran baza: "A Madrid la gente viene a que le dejen vivir en paz", cual reza su austero lema en el frontispicio de su programa. El asfixiante intervencionismo y el totalitarismo regionalista nunca fueron bien recibidos por la zona. Aquí no molan las mentiras, las arbitrariedades, el desprecio a la ley, el nacionalismo, el caciquismo o el nepotismo. "Madrid es el ancho cauce por el que discurren las aguas de la libertad". ¡Salve don Benito garbancero!

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