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Opinión

La familia está por encima de todo

El economista Daniel Lacalle

Todas las familias son más o menos felices hasta que toca cuidar al abuelo o repartir una herencia. Entonces, suelen aparecer rencores y ambiciones, de cuya mezcla resulta un compuesto que podría compararse con la nitroglicerina. La dicha también suele desaparecer cuando se descubre una deslealtad, cosa bastante probable si quien la consuma carece del don de la memoria y no sabe nada de ocultismo. Quizá los descendientes de Jordi Pujol, no tendrían hoy tantos problemas si una mujer despechada no hubiera mostrado a los servicios de inteligencia el mapa donde se encontraba el tesoro de la gran familia real catalana, allá por tierras suizas. Para evitar estas cosas, los patriarcas deben ejercer la oratoria con una especial virtud, especialmente en tiempos de dificultad, cuando los hijos reclaman lo suyo y 'la querida', un ascenso. De lo contrario, todo tiende a fragmentarse.

Lo que le ocurrió al PP el pasado 26 de mayo resultará difícil de deglutir en el partido, pues implica asimilar la diferencia entre vivir en la abundancia y sobrevivir. Dicen quienes conocen bien las entrañas de esta formación que Pablo Casado tiene poca culpa en la derrota, pues, cuando se asentó en la planta noble de Génova 13, lo que encontró se asemejaba a un edificio con una grave aluminosis del que muchos ya habían volado. Dicho esto, el infierno no sólo son los otros y es evidente que su estrategia de campaña falló, entre otras cosas, porque de tanto ponerse en el traje de Vox y de Ciudadanos, según la plaza que tocara, al final resultó imposible discernir si el muñeco iba disfrazado o con su propia ropa.

Hace unas horas trascendía que Andrea Levy y Daniel Lacalle han tomado la decisión de dejar su escaño. Digamos que en el segundo caso resulta bastante más fácil de creer -se gana más dinero en el sector privado, especialmente cuando uno no cumple el objetivo de ser ministro de Economía- que el primero, que parece un encaje de piezas en toda regla. Como Levy tiene sueldo en el partido, se presenta de número 2 para el Ayuntamiento de Madrid y las sillas escasean en tiempos de crisis, lo más lógico ha sido -digámoslo así- impulsar a que deje su escaño. Aunque eso suponga tomar al ciudadano por el pito de un sereno, pues implica alterar una lista por un interés meramente partidista.

Conservar 'la paguita'

Los principales beneficiados de la decisión de Lacalle y Levy serán dos personas que se habían quedado sin escaño. El primero, José Ignacio Echániz, que tendrá la gran fortuna de mantenerse como aforado en un momento ciertamente complejo, pues hace unos meses el expresidente del Canal de Isabel II y exconsejero del Gobierno de Alberto Ruiz Gallardón, Pedro Calvo, pidió al juez de Lezo que le imputara, según desveló este periódico. Y nunca se sabe lo que puede pasar.

Ya se sabe que los partidos, como las mejores famiglias, suelen cuidar a quien les cuida y a quien les apoya en los momentos de dificultad.

La segunda agraciada será María del Mar Blanco, la hermana de Miguel Ángel Blanco, otra anegada trabajadora del sector político que tiene una especial habilidad para cobijarse en el partido cuando observa nubarrones negros en el cielo y amenaza con descargar un chaparrón. Dice en su currículum que es diplomada en Turismo, aunque no se le ve una especial voluntad para ejercer, salvo para viajar a Madrid para realizar 'sus labores'.

Pero ya se sabe que los partidos, como las mejores famiglias, suelen cuidar a quien les cuida y a quien les apoya en los momentos de dificultad. Algunas veces, son barridos por grandes olas internas o externas; y hay quienes se quedan sin recibir su ración de generosidad. Entonces, suele ocurrir lo descrito en el primer párrafo; y quienes saben hablar o callar, tienen todas las de ganar.

Pocas personas desde la Transición se manejaban mejor en ese terreno que Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien la semana pasada se honró con un funeral de Estado y con cientos de mensajes en los que se le situaba a la altura de los estadistas. No pretende este artículo cuestionar sus méritos ni su habilidad para moverse en el cuadrilátero de la política y forjar alianzas y frentes comunes, pero sí llamar la atención sobre la grandilocuencia con la que han hablado de esta figura política algunos de quienes más críticos se han mostrado con 'las cloacas' del Estado, pues, cuando el político cántabro ejercía de ministro del Interior, también funcionaban. Entre otras cosas, para mantener la figura de don Juan Carlos -con quien mantuvo una gran sintonía- libre del polvo y la paja que en sí misma generaba. O lo que fuera.

en este país se entierra muy bien a los políticos, algo que se explica en la fuerza de los partidos para pastorear a la opinión pública y situar sus victorias y derrotas como asuntos de interés general.

Pero ya lo dijo el propio afectado: en este país se entierra muy bien a los políticos, algo que se explica en la fuerza de los partidos para pastorear a la opinión pública y situar sus victorias y derrotas como asuntos de interés general. Han sido pocos -entre ellos, Alberto Lardiés y Álvaro Nieto- los que han recordado estos días que don Alfredo también tuvo sus sombras. Entre otras cosas, las relacionadas con el Grupo Prisa; y no sólo por sus nexos con El País, sino por su relación cordial con Jesús de Polanco cuando era ministro de Educación y Santillana funcionaba viento en popa y a toda vela.

Conviene puntualizar ciertos aspectos de la versión oficial en este caso y en los de Levy y Lacalle, dado que está recubierta de esa mielina de solemnidad que los partidos han untado a discreción, durante décadas, sobre quienes han ayudado a apuntalar su estructura, aunque, en muchos casos, no hayan hecho mucho más. Sorprende la poca justicia con la que se escribe en los medios en estos casos, por lo general. Desde luego, hay familias que saben anudar muy bien sus lazos.

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