Opinión

La bala de plata

La paz y la concordia solo llegaron con la Constitución reconciliadora de 1978

  • Pedro Sánchez -


Era el lunes 9 y a las siete de la tarde se presentaba en la sede de la Fundación Universitaria Española de la calle Alcalá, 93 un libro titulado “En defensa de la transición” de la catedrática de Derecho Constitucional Teresa Freixas que aparecía avalado por un prólogo de Alfonso Guerra, donde subraya cómo la autora desmonta todas las falsas argumentaciones que nacionalistas y radicales populistas han forjado para desacreditar la democracia de la que se están valiendo para perpetrar sus injustificados ataques.

La convocatoria corría a cargo de la Fundación Civismo de Albert Guivernau y de la Fundación Transición Española que tuvo como respuesta un lleno desbordante nutrido en buena medida por socialistas de la primera hora y de otros llegados después que permanecen leales a quienes soplaron sobre los últimos rescoldos de Suresnes para recuperar el partido, hacerle protagonista del consenso de la reconciliación y conseguir la victoria electoral por mayoría absoluta de 1982.

El último parte de guerra fechado en el Cuartel General del Generalísimo en Burgos el 1 de abril de 1939 terminaba diciendo: La guerra ha terminado. Pero a partir de ahí no daba comienzo la paz sino la victoria, que se contaba por años triunfales mientras iban rutas imperiales caminando hacia Dios aunque lo hicieran provistos de las oportunas cartillas de racionamiento. El caso es que la victoria que habían alcanzado las tropas nacionales no la habían logrado sobre los senegaleses sino sobre otros compatriotas también españoles. Quedaban por tanto a la vista unos españoles victoriosos, pero también otros españoles derrotados. Eran las dos Españas, o mejor eran la España y la antiEspaña porque, enseguida, a los vencidos se procedió a privarles de la condición de españoles.

Un muro infranqueable se erigía para separar ambos campos. La paz y la concordia solo llegaron con la Constitución reconciliadora de 1978. En esos años, para sorpresa de los hispanistas que se preparaban para nuevos éxitos académicos y editoriales contando los avatares de nuestras nuevas contiendas civiles, los españoles prefirieron abandonar su predilección por los ardores pasionales mediterráneos y comportarse como ribereños del Báltico imitando a los daneses.

Alfonso Guerra se dirigió a la audiencia sugiriendo que estaban unidos por un recuerdo que se desvanece y señaló que la Historia niega a los contemporáneos percibir los inicios de la época que llega

Teresa Freixas desmontó las falacias de quienes quieren invalidar la Constitución aduciendo que ellos no la han votado o que se hizo bajo la bota de los militares cuando en realidad ha sido la única que no fue de media España contra la otra media. Alfonso Guerra se dirigió a la audiencia sugiriendo que estaban unidos por un recuerdo que se desvanece y señaló que la Historia niega a los contemporáneos percibir los inicios de la época que llega. Dejó claro que en 1975 la sociedad se había adelantado a los líderes políticos que llegaron a convencerse de que la verdadera victoria sería la paz y que solo se alcanzaría mediante renuncias mutuas. Subrayó que entre las que hicieron los progresistas figuraba la de abandonar el espejismo de la II República como un territorio idílico que no fue.

Hubo ocasión para contrastar las actitudes que prevalecieron durante la transición frente a las que ahora predominan basadas en la siembra del antagonismo cainita. Además, señaló que si la situación se le hiciera todavía más adversa el presidente Pedro Sánchez utilizaría la bala de plata y promovería para salvar su continuidad en el poder la III República. Veremos.               

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli