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Opinión

Justicia ciega

La fiscal general del Estado, María José Segarra.

Andan los separatistas empeñados en que el gobierno presione a fiscales y jueces para sacar de la cárcel a sus dirigentes. Su visión totalitaria les impide aceptar lo que para ellos es imposible: que un gobierno democrático ni puede ni debe influir en los jueces.

Cicerón, Horacio y las exigencias separatistas

Que la gárrula cúpula que dirige los destinos catalanes es bastante ágrafa no es ninguna novedad. Pocos pueden jactarse de ese sólido humanismo que hace buenos a quienes se dedican a los menesteres políticos. La mejor prueba de ello es que exijan, sí, exijan, a Sánchez que obligue a la fiscalía a retirar sus acusaciones de rebelión. Los neo convergentes que han empleado todos los métodos, y decimos bien, todos, para salirse siempre con la suya en los últimos cuarenta años entienden que desde el Estado puede procederse igual que en su cortijo catalán, donde el amo Pujol decía blanco y todo el mundo perdía el culo por hacerle caso.

Sucede, sin embargo, que, en esa España totalitaria, franquista y terrorífica, la separación de poderes, mal que bien, existe. Y sucede también que quedaría fatal que desde Moncloa el señor que se sienta provisionalmente en el despacho de la presidencia del gobierno llamase a capítulo a la Fiscalía General del Estado, al Constitucional, al Supremo o incluso al juez de guardia de Villablino. Eso es lo que no entiende esta banda de personajes que gustan de saber que todo les pertenece, bien sean las instituciones, los medios de comunicación, las calles o la razón.

Que Fiscalía tiene un amplio abanico para pedir penas es cierto, porque la cosa va de los quince a los treinta años, aunque los fiscales siempre suelen tirar por arriba considerando que los jueces ya ponderarán en las sentencias; que los delitos que se les imputan a los procesados existen y están perfectamente tipificados, también, a pesar de que ellos sigan insistiendo en que lo del chorraferéndum no era ilegal. Qué van a decir. Yo he visto a un señor pillado in fraganti con todas las herramientas para cometer robo con fractura delante de un comercio del que se había llevado la recaudación decirle a la policía que aquello no era suyo y que se le acusaba falsamente porque era inmigrante. El cuento de la pena no es ninguna novedad en el mundo del delito.

Que Fiscalía tiene un amplio abanico para pedir penas es cierto, porque la cosa va de los quince a los treinta años, aunque los fiscales siempre suelen tirar por arriba

Los separatistas insisten en que a ellos se les procesa por sus ideas, lo que demuestra que el nuestro es un sistema dictatorial. Si tamaña enormidad fuese cierta, a estas horas estarían en el hotel rejas todos los miembros de PDECAT, Esquerra, CUP, Arran, ANC, Òmnium y no sigo para no extenderme. No tan solo no lo están ni sus formaciones son ilegales, sino que siguen ocupando sus cargos y cobrando puntualmente unos sueldos de impresión.

Lo que les duele es que este no sea ese estado violento que ellos dicen. Insisto en su absoluta ignorancia, su mala fe, su capacidad de mentir, de difamar, de hacerse los mártires cuando son ellos quienes rompieron la convivencia, los que señalan a quienes no piensan como ellos, lo que obligan a marcharse al propio juez Llarena de Cataluña. No hay nada más repugnante que ver al delincuente acusar al honesto.

De ahí que insista en su total y absoluto desconocimiento de leyes, de cultura democrática y de cultura a secas, ya que estamos.

Si fuesen leídos sabrían que Cicerón, el enorme orador, dijo que el objetivo de la justicia es dar a cada uno lo que es debido, y que Horacio, otro clásico al que habría que revisitar siempre, afirmó que, aunque la justicia camine lentamente, rara vez deja de alcanzar al malvado.

A ellos les da igual, porque al creerse superiores a todo y a todos, también piensan estar por encima de las leyes, arrogándose el derecho a saltárselas cuando les apetezca para luego eludir el justo castigo enmascarando sus actos con falsedades. Añado la frase lapidaria de San Agustín, que tampoco deben conocer: sin la justicia los reinos se convierten en una partida de salteadores.

Sin cambalache en los tribunales no habrá presupuestos

Eso es lo que vienen a decir, más o menos, tanto desde el PDECAT como desde Esquerra. El mismo Tardà rugía en el congreso contra Sánchez, advirtiéndole que, o el gobierno se mueve con los presos, o no negociarán los presupuestos. ¿Cabe mayor demostración de desprecio hacia el estado de derecho que escuchar tales barbaridades en labios de un diputado del congreso de la nación? ¿Hay algo que pueda negociarse con quien escupe ese supremo desprecio hacia la ley? ¿Cree sinceramente alguien en el PSOE que pueden sentarse con estos para llegar a algún tipo de acuerdo?

Es evidente que sí, empezando por el propio presidente del gobierno, lo que nos demuestra que, si el separatismo intenta inclinar en su favor la balanza de la justicia, a Sánchez no le importaría siempre que no se notase demasiado. Viendo este lamentable espectáculo no debería extrañarnos que la ratio de juez por habitante sea la más baja de toda la Unión Europea, siendo esta una vieja reivindicación del colectivo judicial que reclama años ha que se incremente el número de jueces en España. Uno supone que a mucho ya les va bien la actual situación de colapso que se vive en los juzgados, siempre faltos de medios, de personal, de profesionales. Ya les debe ir bien que haya pocos jueces a quienes, formando parte de la casta política, saben que podrían acabar un día u otro en un tribunal. Decía que somos los que menos jueces tenemos y les añado otro dato: en cambio, somos los que más políticos mantenemos.

Ya les debe ir bien que haya pocos jueces a quienes, formando parte de la casta política, saben que podrían acabar un día u otro en un tribunal

Al final será verdad aquel chascarrillo en el que un político inauguraba una magnífica cárcel, dotada con todo tipo de comodidades y confort. Cuando le preguntan cómo es que destinan tanto dinero a las presiones y tan poco a los colegios, el político responde que él no piensa volver a la escuela.

Cuando las sentencias son moneda de cambio entre políticos, es señal de que la democracia padece un tumor gravísimo que conviene extirpar. Por lo de la metástasis, no sé si me entienden.

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