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Opinión

Jurar o prometer

El secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, jura acatar la Constitución durante la sesión de constitución de las Cortes

Sesión constitutiva del Congreso de los Diputados. Se abre el pleno bajo la autoridad de la Mesa de Edad. Ocupa la Presidencia el diputado de mayor edad que vuelve a ser Zamarrón, como si tuviera un contrato de fijo discontinuo. Le flanquean los dos más jóvenes, que para mejor guardar el equilibrio de género resultan ser del que cuando entonces llamaban sexo opuesto, es decir, que eran jóvenas.

La frecuencia con que se reiteran estas sesiones constitutivas, que antes sucedían cada cuatro años y ahora cada cuatro meses, lleva a los periodistas a esforzarse por advertir diferencias. En el aliño indumentario, por ejemplo, resalta la modalidad Pablo Manuel, que se abstiene de comparecer con la manga remangada hasta los codos y luce jersey de cuello a la caja en un tono entre burdeos y berenjena. La diversidad prima en el calzado de las diputadas que oscila entre la informalidad de las zapatillas deportivas y el culto al tacón alto. De uno de esos tacones lejanos se cae la portavoz socialista Adriana Lastra, a cuyo tobillo se presta la debida atención de enfermería.

La consulta se centra en el artículo 82 del Reglamento del Congreso donde se establece que las votaciones podrán ser: por asentimiento a la propuesta de la Presidencia; ordinaria, es decir mediante recuento o pulsando el botón correspondiente; pública por llamamiento oral a cada uno de los Diputados que deberá responder “sí”, “no” o “abstención”, como es el caso en la investidura del candidato a presidente del Gobierno; o secreta, modalidad que en ningún caso podrá adoptarse en los procedimientos legislativos.

Según el artículo 37 corresponde que cada Diputado escriba en la papeleta que se le ha facilitado un solo nombre para que ocupe la presidencia. Concluido el escrutinio, como nadie obtiene mayoría absoluta, se repite la elección; entre las que figuran con más votos, Meritxell Batet y Ana Pastor y en esa segunda vuelta resulta ganadora la candidata socialista Batet, preconizada por Pedro Sánchez, cuyo criterio siguen sus diputados de estricta obediencia socialista con adhesión indiscutida y sin que haya habido ocasión previa para debate ni candidaturas en disputa.

La elección de los cuatro vicepresidentes y de los cuatro secretarios transparenta la división de la derecha que pierde representación en la Mesa, mientras hace su entrada Vox y se refuerzan pese a su mayor debilidad los de Podemos. El desempate entre los secretarios para fijar la ordinalidad, quién será primero y segundo, arroja la sorprendente victoria de Gerardo Pisarelo, venido de Colau, sobre la socialista Sofía Hernaz. Enseguida los elegidos relevan a la mesa de edad y ocupan los lugares que corresponden en la presidencia y su entorno.

Antes de que les sea tomada promesa o juramento de acatar la Constitución a los electos, requisito preceptivo para que adquieran la plena condición de Diputados, Álvarez de Toledo advierte sobre las coletillas adicionales que desvirtúan lo que la ley exige

Entonces, todos en pie, la presidenta electa promete prestar acatamiento a la Constitución, la siguen los otros ocho miembros de la Mesa. Desde la tribuna de Prensa se advierte bien la diferencia entre los que mostraban facilidad innata y los que dejaban ver dificultad adquirida que refiere Diego Medrano en su libro El raro crimen de Rambal, y es que a veces somos demasiado parecidos a nosotros mismos y el riesgo estriba en que acabemos siendo indistinguibles.

Antes de que les sea tomada promesa o juramento de acatar la Constitución a los electos, requisito preceptivo para que adquieran la plena condición de Diputados la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, advierte sobre las coletillas adicionales que desvirtúan lo que la ley exige y anticipa que reaccionarán en consecuencia. La señora presidenta señala que primará el derecho de participación y discurre a favor de la flexibilidad. Todos interpretan que hay barra libre, como a continuación se comprueba. La que habríamos tenido si semejantes faltas de respeto se hubieran producido en el Parlament de Cataluña o en el de Vitoria. Pero en el Congreso estamos en el vale todo. Concluye el acatamiento polifónico y los portavoces de PP, Vox y Cs toman la palabra en señal de desconformidad. Adelantan sus recursos legales y, en el caso de los de Abascal, también que demandarán a la Presidenta por prevaricación. O sea, inauguración con amenazas.

Momento de recordar a Pío Baroja, que, regresado del exilio en París, donde no se aclimataba a su casa de Vera de Bidasoa todavía en plena Guerra Civil, padecía a los carlistas que bajo sus balcones cantaban canciones amenazantes. Un día fue convocado a Salamanca para que se uniera a los académicos que se encontraban en la llamada zona nacional que prestarían fidelidad a Franco. Cuenta Pío Caro Baroja, su sobrino, en el libro Nosotros los Baroja, que, llegado el día en el paraninfo de la Universidad salmantina el conde de Jordana, ministro de Exteriores a quien asistía el obispo de Madrid y Patriarca de las Indias también académico, Monseñor Eijo y Garay, iba nombrando a los académicos y que al llegar a don Pío, en una deferencia venenosa, le dijo “usted don Pío, jura o promete”. Queriendo rehuir la trampa su respuesta fue “yo lo que sea costumbre”. El martes día 3 parecería que se hubiera proclamado en el Congreso la libertad de costumbres. Veremos.

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