Opinión

Junts y las sombras chinescas

A diferencia de los proetarras y los partidillos de ultraizquierda Junts podría de repente poner su mirada en el Partido Popular

  • Pedro Sánchez y la diputada de Junts Miriam Nogueras -

Cuando uno escucha a Miriam Nogueras decirle a Pedro Sánchez desde la tribuna de oradores de Las Cortes que no tiene mayoría y debe dejar de actuar como si la tuviera, la sensación instantánea de ver a alguien que por fin tiene al PSOE en sus manos es tan satisfactoria que resulta muy fácil olvidar que a veces el enemigo de tu enemigo no es necesariamente tu amigo. Efectivamente, Sánchez tiene que tragarse una y otra vez la sonrisa displicente de la Portavoz de Junts y tomar muy buena nota de las concesiones que se le piden en cada momento, a las que tendrá que plegarse forzosamente si quiere seguir en el poder. Los siete escaños de los golpistas, imprescindibles para mantener hilvanada la mayoría Frankestein en la que se apoya el gobierno socialista, son los que mandan.

A diferencia de los proetarras y los partidillos de ultraizquierda, que no tienen más opción de pacto que el PSOE, Junts podría de repente poner su mirada en el Partido Popular, que lo está deseando. Y Sánchez sabe que Puigdemont se mueve por parámetros distintos a los suyos y que no puede descartarse que en cualquier momento lo deje tirado. Dicha posibilidad es casi inexistente, pero está ahí, y es en esa ambigüedad cuidadosamente cultivada donde radica el poder del partido que vino a sustituir a Convergencia. Mientras Sánchez no esté seguro al cien por cien de su lealtad, Nogueras será la verdadera leona del congreso y conseguirá todo lo que se proponga a cambio de sus pocos votos. Pero no confundamos la posición de fuerza que le dan los números en la actual legislatura con la verdadera situación en el tablero político catalán del partido al que representa.

Sus siete escaños en las últimas generales constituyen un resultado muy mediocre, la Alianza Catalana de Silvia Orriols les come el terreno por su derecha y en las últimas autonómicas no consiguieron imponerse al PSC de Salvador Illa, que ahora es President de la Generalitat mientras Puigdemont sigue estando donde estaba, en un chalet de ladrillo visto de Waterloo. Un chalet pomposamente denominado en la secta  “Casa de la República” donde además parecen estar de lo más entretenidos. Y es que las largas y grises tardes en el campo belga deben ser insoportablemente aburridas si lo único que se hace es recibir autobuses de yayas de Olot y ver los resultados del Barça en la tablet. Así que en esa extraña comuna en la que han cohabitado personajes tan curiosos como el rapero huido Valtonyc, el propio Puigdemont o el tránsfuga en serie Toni Comín, lo normal es que hayan acabado como lo han hecho, a tortas metafóricas, entre acusaciones propias y ajenas, unas en los medios de comunicación y otras ante los órganos correspondientes del Parlamento europeo.

Sus siete escaños constituyen un resultado muy mediocre, la Alianza Catalana de Silvia Orriols les come terreno por su derecha y en las últimas autonómicas no consiguieron imponerse al PSC

Hace unas semanas Valtonyc escribía un tuit sobre Toni Comín en el que decía literalmente: “He vivido siete años con él, y si la experiencia puede servir de ayuda recomiendo alejarlo de cualquier organización”. El revuelo que estas palabras causaron en el oasis indepe fue el imaginable. Poco después, el rapero recolocado como informático en Cat Global con acceso a los movimientos de cuentas del Consell de la República, publicaba un texto más detallado  donde venía a confirmar lo que ya se sospechaba, es decir, que  Toni Comín hacía uso de las donaciones al Consell para asuntos propios. La bajeza y la caradura del hijo del político comunista de la transición Alfonso Comín es tal, que llegó a decirle a Valtonyc cuando este le pidió explicaciones por su comportamiento que había usado los fondos sustraídos de la caja del Consell para pagar el funeral de su madre. Ni los muertos más sagrados se salvan de ser usados como excusa patética para llevarse la pasta. Además, el funeral en cuestión fue costeado por otra organización, lo que debería llenar de vergüenza a sus hijos, todos ellos en edad de trabajar y de pagar los gastos derivados de los deberes filiales con su propio dinero.

A estas peripecias patéticas de unos aventureros que consiguen vivir de gorra a cargo de unos incautos en sus vacaciones pagadas en Waterloo se añade ahora otra acusación más seria contra el mismo Toni Comín. Su asesor en el Parlamento europeo le ha denunciado por acoso sexual y psicológico ante el comité consultivo del Parlamento encargado de la resolución de estos casos. En su escrito el asesor denuncia tocamientos, insinuaciones, Interrogatorios sobre la vida sexual con su mujer y propuestas para hacer tríos. También explica como sufría malos tratos en el ámbito laboral con broncas sin motivo y con amenazas de despedirle de su puesto de trabajo. El hecho de que imaginarnos a Comín llevando las manos al pan mueve a la risión no le quita importancia a la denuncia. Antes de cursarla por los cauces reglamentarios, la víctima puso en conocimiento de Puigdemont lo que estaba pasando por si se podía solucionar el asunto en la intimidad del partido. Por supuesto Puigdemont no hizo nada ni tomó ninguna medida para poner fin al acoso. Al acosado no le quedó más remedio que hacer pública su situación, lo que ha debido resultarle muy difícil. Hermano, yo sí te creo.

Si Puigdemont ha sido incapaz de imponerse a su compañero de casa Comín y ponerle freno en sus acosos injustificables y en su contabilidad creativa, bloqueado, inoperante e incapaz de tomar decisiones, mucho menos va a poder liderar Cataluña. Todo ese poderío de líder en la sombra tras la figura triunfante de su portavoz Nogueras no es más que una sombra chinesca proyectada en la pared. Lo que vemos reflejado en el lienzo de los números necesarios para ganar votaciones no es el verdadero Junts. El Junts de verdad son cuatro señores en Waterloo que después de siete años de convivencia forzada ya no se tragan. Más que Junts, Separats. Y de muy mala manera, además. Cuando caiga Sánchez, que caerá, no serå el menor de sus baldones el haber dejado que el futuro de España dependiera de gente de esa mala calidad.

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