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Opinión

Johnson se va, Sánchez se queda

Prisioneros de una Ley de leyes que otorga al presidente del Gobierno la capacidad de convertirse en un tirano sin freno ni contrapesos, debemos resignarnos hasta el final de 2023

Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa en La Moncloa EFE

En las democracias los gobernantes son elegidos por sufragio limpio, universal y secreto, bien sea directamente por el censo electoral, como sucede en los sistemas presidencialistas, véase Francia, Estados Unidos o las repúblicas iberoamericanas, bien por una mayoría de diputados, como sucede en los sistemas parlamentarios, de los que España es un ejemplo, al igual que la inmensa mayoría de los Estados Miembros de la Unión Europea. Hasta aquí, todo está claro, pero ¿qué sucede cuando un primer ministro antes de que acabe su mandato, que suele tener una duración de un mínimo de cuatro años, se revela como indigno del puesto, manifiestamente incompetente o un lastre electoral para su partido? ¿Han de resignarse los ciudadanos y sus correligionarios a aguantar a un jefe del Ejecutivo que no se muestra a la altura de su función, que se comporta inmoralmente, que antepone sus intereses personales a los de su país o que impulsa política ruinosas, divisivas y destructivas? De la misma forma que su elección es fruto de la voluntad popular y del liderazgo de su formación, deberían existir mecanismos que, en aras de la salud institucional y del bien general y sin necesidad de llamar anticipadamente a las urnas, permitiesen apearle del poder y reemplazarlo por alguien más preparado, más honrado y más consistente.

Las fórmulas para tal operación de saneamiento son diversas, unas se efectúan en el Parlamento -moción de censura, moción de confianza, impeachment-, otras en el seno de la organización del mandatario indeseable, al que sus propios compañeros de filas descabalgan del sillón presidencial.

Hemos asistido en estas fechas a un proceso de este tipo desarrollado de manera dramática en el Reino Unido, que ha desembocado en la dimisión forzada del premier Boris Johnson. Hartos de sus excentricidades, mentiras, imprudencias y gestos prepotentes, los miembros tories del Parlamento de Westminster y sus colegas en el Gabinete le han obligado mediante pronunciamientos públicos y dimisiones en cascada a presentar su renuncia a la Reina. A partir de ahora, siguiendo un riguroso método de democracia interna, los conservadores, primero el Gripo Parlamentario y, posteriormente, el conjunto de los afiliados, nombrarán al sucesor de Johnson en la jefatura del partido y consecuentemente primer ministro, una vez obtenido el plácet ritual de Isabel II.

Si comparamos las ejecutorias de los dos cabezas de filas, las múltiples barrabasadas de Boris Johnson son pecados veniales al lado de las tropelías de nuestro Pedro

A raíz de este acontecimiento registrado en suelo británico, han surgido voces en España lamentando que no se produzca en el PSOE un movimiento similar, tales son los desmanes protagonizados por su secretario general y presidente del Gobierno. Desde luego, si comparamos las ejecutorias de los dos cabezas de filas, las múltiples barrabasadas de Boris Johnson son pecados veniales al lado de las tropelías de nuestro Pedro. La lista de las razones que descalifican a Sánchez para habitar La Moncloa es larga y escalofriante. El incumplimiento flagrante de sus promesas en cuanto a las alianzas aceptables, su formación de un Gobierno desmesurado integrado y apoyado por los enemigos declarados de España, sus indultos a los golpistas catalanes, su trituración del poder judicial impidiendo al CGPJ hacer nombramientos, su irresponsable política presupuestaria plagada de medidas que disparan el endeudamiento, su nombramiento de una Fiscal General que avergüenza a sus compañeros de cuerpo, su extraño cambio de estrategia respecto al Sahara Occidental bajo sospecha de ser objeto de chantaje por parte de la monarquía alauita, su asalto a grandes empresas cotizadas, su tolerancia con los notorios incumplimientos de sentencias de los tribunales en materia lingüística en Cataluña, su ley de educación que condena a nuestros jóvenes a la ignorancia y al fracaso, sus leyes de género contrarias a la naturaleza humana que acarrearán incontables sufrimientos a muchos menores desorientados, su ley de memoria histórica que liquida el legado de reconciliación de la Transición y fractura a la sociedad española, aprobada para complacer a los herederos de ETA, y así podríamos seguir enunciando actuaciones a cual más vil, más dañina o más sectaria.

Por desgracia, en nuestro país, los diputados no representan a los ciudadanos, sino que son empleados del jefe de partido, que es el que elabora las listas cerradas de candidatos

Emiliano García-Page ha declarado con motivo del acuerdo del Gobierno con Bildu para aprobar la infame norma que consagra una visión torticera de nuestra historia a gusto de una banda criminal, que “todo lo que toca Bildu, lo ensucia”. Desde esta perspectiva, son Pedro Sánchez, su Gobierno y su partido, que es también el del presidente de Castilla-La Mancha, los que están cubiertos de porquería. Por desgracia, en nuestro país, los diputados no representan a los ciudadanos, sino que son empleados del jefe de partido, que es el que elabora las listas cerradas de candidatos haciendo imposible una operación de acoso y derribo a su líder como la que ha sufrido Boris Johnson. Debido a esta seria deficiencia de nuestro ordenamiento constitucional, todavía habremos de esperar un año y medio para tener la oportunidad de librarnos de la pesadilla que cada día nos asalta con un golpe adicional al corazón de nuestra economía, nuestras instituciones y nuestra libertad. Prisioneros de una Ley de leyes que otorga al presidente del Gobierno la capacidad de convertirse en un tirano sin freno ni contrapesos, debemos resignarnos hasta el final de 2023 a que Sánchez, a diferencia de Boris Johnson, que se ha ido, se quede, mientras asistimos impotentes a la transformación de España en un erial barrido por el viento de la traición, la amoralidad y el despilfarro.

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  • B
    bambulo2

    La argumentación para echar a Perico está bien, PERO se cae por su peso. Lo que falta para echar a Perico es que se levanten en su contra UNOS CUANTOS como lo hicieron con Pablito Casado o contra Boris, el rubiales. Y no hay UNOS CUANTOS. Sí es posible echar del SILLON a los políticos en un momento dado y una vez que METAN LA PATA y se MADURE la cuestión. Se trata de proceso de MADURACIÓN. La derecha de nuestra España lleva una proceso de maduración contra Pedrito, que EL PERSONAL está viendo como le asoma la patita.

  • K
    Karl

    „En el supuesto de que el rey vejara a todo el reino con sus costumbres depravadas y su reinado degenerase en una manifiesta tiranía, ¿cómo podría la comunidad en que gobierna despojarlo del reino e incluso de la misma vida, si fuera necesario, si no hubiese retenido una potestad mayor que la que sus representantes delegaron en el rey?“
    ~Juan de Mariana, †1624

  • L
    lapaqui

    LA NOCHE
    O el largo camino de la partitocracia a la libertad política

    Compañera del alma humana, inspiradora y misteriosa, metáfora de la soledad y del acecho, espejo íntimo. Inquietud del hombre viejo y silencioso pánico del niño en sus primeras soledades. Su literatura ha poblado de personajes nocherniegos mundos infinitos y, bajo su manto, se ha escrito la más bella música que haya producido la humanidad. La atracción por su negrura y su silencio ha cautivado las mentes y forjado los más grandes talentos; música, pensamiento, literatura.

    La noche de Cioran, con su batín de tela escocesa sentado a la mesa camilla de su pequeño apartamento parisino, intentando definir la olla en la que hierve el mundo. La noche transfigurada de Arnold Schönberg, música descriptiva de un mundo que agoniza y que se perdió para siempre. La noche de Zweig. O la aterradora noche de Céline, la de «los jodidos», la noche colectiva. Esa es la noche de la que quiero hablar. La noche sin esperanza de alborada, atenazadora y amenazante que conduce implacablemente a la resignación.

    En España, hemos padecido largas noches negras. La larga noche del dictador que murió sin sobresaltos en la cama de un hospital, el que tendía su graciosa mano concediendo estancos y administraciones de lotería a los bien recomendados, el del cuerpo de habilitados de clases pasivas, las pólizas de cinco pesetas y el papel de pagos al Estado.

    Con su desaparición, albergábamos la esperanza de una aurora, lo recuerdo vivamente, la libertad estaba ahí, tan cerca, porque ya no estábamos bajo la férula del tirano. Lamentablemente, no comprendimos el poder y el alcance de lo que esta libertad significaba, al fin y al cabo, nunca en nuestra historia la habíamos conocido. Pero vino a convertirse en la fatamorgana de un aviador de otro tiempo, un espejismo de auroras otorgadas. No alcanzamos a comprender que las mañanas hay que conquistarlas.

    Sostenía Antonio García-Trevijano que a las dictaduras suceden las oligarquías y, como siempre, tenía razón. Para mayor gloria del expolio público, las oligarquías han demostrado tener su propio régimen político, homologado internacionalmente e indecentemente denominado democracia. Se trata del Estado de partidos, oligarquía de partidos o partitocracia, pueden ustedes elegir.

    El Estado de partidos, es el eufemismo y la continuación con otro nombre de aquella larga noche. Es el secuestro de la nación que, aturdida, da palos de ciego y se debate entre la olla y la sartén sin conciencia de su poder. El Estado de partidos, es decir, el gobierno de las oligarquías, es también el más demandado por los hegemones que reinan sobre el mundo, porque tiene apariencia de democracia, y siempre resultará mas sencillo y rentable negociar con élites no elegidas que con naciones realmente representadas y con conciencia de su poder.

    Cualquiera me podría decir, es cierto, que es libre porque puede hacer lo que quiera y yo le respondería que libre no es, que tiene derechos, derechos que le ha otorgado el consenso de las oligarquías. Porque no tiene el derecho a elegir ni a su representante político en el parlamento, a quien poder exigir responsabilidades de su gestión en una oficina cercana a su casa —pues en el Estado de partidos la responsabilidad política queda diluida en el consenso y la omertá—, ni tampoco tiene el derecho a elegir a la persona que quiere como gobernante, ya que ésta saldrá en fumata blanca a través del mismo consenso y la misma omertá de las mismas oligarquías.

    La noche de la partitocracia parece no tener límites. Consuma el rapto de las naciones que, negándoles la libertad política, les otorga derechos. Compartimenta la sociedad civil en identidades y diferencias para distraer precisamente de la verdadera representación política. Ceba a los pueblos con consignas simples y pacatas. Reemplaza la cultura por el más grosero entretenimiento. Produce su propia libertad de expresión proscribiendo la libertad de pensamiento y despoja a la sociedad civil de los recursos del debate público.

    La noche se extiende. Respecto a la América española, que, según dice la derecha mediática, se ha teñido de rojo, tengo que negar la mayor. De lo que se ha teñido Hispanoamérica —y ahí no se parará— es de partitocracia, de consenso entre opuestos, de pacto entre oligarquías. Más pronto que tarde sus naciones quedarán a merced y rindiendo vasallaje al hegemón de turno.

    La noche continúa.

    Marcelino Merino.- Diario Español de la República Constitucional

  • L
    lapaqui

    LA MONSTRUOSA FICCIÓN JURÍDICA DEL ESTADO PARTIDOCRÁTICO (Por Atanasio Noriega)
    El Estado de partidos, vulgarmente llamado “partidocracia”, según el fundamento jurídico establecido por los más prestigiosos juristas europeos como Gerhard Leibholz, puede ser definido de la siguiente forma: “figura de ficción jurídica que permite y asegura la permanencia en el poder de una oligarquía política, por un tiempo indefinido, de modo que los votantes jamás puedan revocar a los gobernantes ni tampoco elegirlos”. No es por lo tanto una degeneración que resulta de otra forma política, sino una forma específica que lleva ínsita la propia oligarquía constituyente. Es la ignorancia lo que mueve a algunas personas a la creencia de que la partidocracia es una degeneración de la democracia, cuando esto es completamente falso. La democracia es una forma política de gobierno esencialmente distinta al Estado de partidos, cuyas reglas características y constitutivas no guardan relación ninguna con las propias de una partidocracia.
    De esta forma, a través de la supresión y la prohibición de la representación política que existiría en una democracia, se garantiza que voten lo que voten los individuos gobernados, jamás podrán elegir a sus gobernantes, nunca se podrá alterar esa naturaleza oligárquica que constituye el poder, y quedará entronizada en el Estado la corrupción, para que a través de ella sea posible la gobernabilidad de las masas.
    Siendo el consenso político necesario en un Estado de partidos y por ello los pactos de gobierno, la corrupción moral que eso conlleva hace que la corrupción económica no sea solamente inevitable, sino que además se haga deseable bajo la perspectiva del poder establecido. Cuanto mayor sea la corrupción económica y el saqueo político, mejor y mayor será la estabilidad del Estado partidocrático. Cuanto mayor sea la degeneración y envilecimiento de los gobernados, de la sociedad civil sometida por el Estado, mayor duración tendrá el régimen de poder en una oligarquía de partidos estatales.
    Cuando uno comprende este aspecto, no es únicamente que el voto sea observado analítica y objetivamente como inocuo con respecto al poder constituido, sino que al contrario de eso, a mayor porcentaje de votantes legitimadores, será aún peor y aumentará más la corrupción y la perversión moral. Esto es lo que hace que todo votante, lejos de ser algo que causa la indiferencia entre quienes luchan por la libertad política a través de la abstención activa, se convierta en cómplice y cooperador necesario de la corrupción, traición y degeneración, y por lo tanto en un enemigo de la democracia como forma de gobierno.
    Todo el que está votando en este régimen, lo mismo que el que votaba durante la dictadura militar del general Franco, está manifestando explícitamente su intención política de que no haya democracia, de que no haya libertad política colectiva.

  • A
    anas

    No sólo debemos resignarnos al erial. Encima, la muy deficiente concepción en el Código Penal del delito de Alta Traición impide el consuelo de poder ver a este grandísimo traidor en la cárcel.

  • C
    Ciudadano

    Si se lo propusieran volveria a la politica activa.
    Saludos

  • V
    vallecas

    ¿de qué nos asombramos? El candidato PS pide el voto diciendo que va hacer algo. Le das el voto. Gana. El presidente PS hace lo contrario de lo que prometió. Y vale.. Mentir es legal. Nadie puede hacer NADA. Es de risa.

  • W
    Wesly

    Pues sí, los hechos nos han demostrado sobradamente que no fallan sólo las personas, falla un sistema que permite que cualquier oportunista malvado, a base de mentir, manipular, dividir y fanatizar a la sociedad, pueda conseguir el poder, pueda dedicarse a repartir regalos, subsidios y subvenciones pagados obligatoriamente por los contribuyentes actuales y futuros a cambio de votos para mantenerse en el poder, pueda embarcarnos a todos en aventuras de alto riesgo para ocultar su incompetencia, pueda colocar a sus peones en las principales instituciones del Estado (fiscalía y Poder Judicial incluidos) evidenciando su vocación totalitaria, pueda endeudarnos hasta las cejas y pueda llevarnos a la ruina, a la miseria y al paro impunemente, sin responder ante la justicia de sus actos.

    Hay que rediseñar el sistema para impedir que los malvados, los incompetentes, los irresponsables puedan acceder al poder.

    Necesitamos gente preparada, con capacidad de gestión, honesta y responsable, cuyo único propósito sea servir al interés general y no vivir de la política.

    Necesitamos una justicia independiente y una reforma del código penal para cambiar la presunción de inocencia por la de culpabilidad (como en los casos de violencia de género) también en el caso de los políticos que gestionan dinero público, y para que tampoco la gestión negligente o desleal les salga gratis.

    • C
      Clearco

      Parafraseando a Clint Eastwood, "muchos creen que debemos dejar un sistema mejor para nuestros hijos, yo pienso que debemos dejar mejores hijos para nuestro sistema."

      Pactando con ETA, golpistas, gobernando con comunistas tipo venezolano: Pedro Sánchez Castejón, tiene ahora un 23% de votos. 1 de cada 4.

  • Y
    Yorick

    De un tiempo a esta parte (quizá de todos los tiempos a todas las partes), estos son los frutos que nos da el árbol de la política.

    La falta de vergüenza, de empatía, de sentido de la responsabilidad... y hasta de competencias tangibles son, en mayor o menor medida, condición imprescindible para el ascenso político, aquí, en el Reino Unido y, muy posiblemente, en la República Popular China.

    En este aspecto, Boris Johnson es un talento, y Pdr Snchz, un genio.

  • G
    Gladiator

    Es la maldita ley electoral (y la Constitución) la que tiene secuestrada la voluntad del electorado. Mandan las cúpulas de los partidos porque son quienes hacen las listas cerradas, convirtiéndose en amos absolutos de los representantes elegidos en unas circunscripciones poco cercanas, las provincias. Y luego está el sistema proporcional que reparte el pastel para que haya algo para todos, más o menos. ¡Cuánto mejor el sistema británico!