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Opinión

Inflación y materias primas

Vuelve a haber una nueva presión de las estrategias especulativas sobre un derecho humano como es el acceso digno al agua

Inflación y materias primas
Trabajos en el campo, rural. Europa Press

Los economistas ortodoxos vuelven a la carga. No tienen ningún rubor, ni el más mínimo sentido de la vergüenza, una vez que se ha comprobado que su ideario económico es no solo papel mojado sino un mero cuento infantil. Su visión del dinero y de la deuda privada, pura chamanería, que el Banco de Inglaterra hace tiempo desmontó pieza a pieza. Pero les da igual. Sus modelos de inversión, una escopeta de ferias ampliamente derrotados por los modelos del gran Nicholas Kaldor. Su idea de que el ahorro determina la inversión, hilarante. Su Teoría de Fondos Prestables, una bufonada. Y así todo. Lo último, su explicación del repunte de la inflación, que asocian a políticas keynesianas de subidas del salario mínimo y expansión fiscal, vía gasto público.

Es hilarante, pero es exactamente lo contrario. La subida de la inflación se debe a dos hechos de los que son copartícipes dichos economistas. Por un lado, la financiarización de derechos humanos, al permitir el acceso a mercados de derivados de materias primas a inversores institucionales. Veremos cómo uno de los elementos clave del repunte de la inflación, como en el período2007-2008, son los componentes de los precios que se fijan en los mercados financieros –alimentos no elaborados y energía-. Ello se ve a su vez espoleado por una expansión monetaria que genera inflaciones de activos financieros, entre ellos, los futuros sobre materias primas. Desde 1998, Occidente solo sabe crecer vía burbujas financieras. Eso sí, la expansión fiscal fue tratada como una apestada, cuando era y es la única forma posible de alcanzar el pleno empleo. Vamos de burbuja en burbuja, y tiro porque me toca, hasta la derrota final.

Por otro lado, en un escenario más bien pesimista, también ha contribuido a la inflación numerosas carencias de productos. Los operadores existentes se aprovecharán de esta escasez y no tendrán interés en endeudarse y aumentar significativamente su potencial de producción. Las empresas deben tener en cuenta este cambio de modelo, para revisar sus estrategias, en un mundo donde el principal freno será la escasez de ciertos componentes de la producción, y no la demanda.

La dinámica especulativa

En un blog reciente detallamos la experiencia histórica de lo ocurrido con los mercados de derivados de productos agrícolas, y sus consecuencias: un aumento de la volatilidad de los precios de los alimentos agrícolas no elaborados, lo que pone en cuestión el concepto de seguridad alimentaria y la satisfacción de las necesidades básicas de nutrición y salud de la población, especialmente en los países más pobres. Ahora han financiarizado además el agua y aunque presenta una naturaleza diferente a los alimentos no elaborados, la dinámica especulativa será la misma que en los mercados de futuros agrícolas. En resumen, vuelve a haber una nueva presión de las estrategias especulativas sobre un derecho humano como es el acceso digno al agua. Pero de todo esto, la tropa ortodoxa mirando a otro lado, silbando en la vía.

Recordemos que esta tropa, a mediados de los 90, justificó la inclusión de las materias primas, incluidas las agrícolas, como un activo más en las carteras de los inversores, en plena moda de desregulación de los mercados financieros. Posteriormente, tras la Gran Recesión, se aceleró la financiarización de los productos básicos agrícolas, aumentando la volatilidad de los precios y su correlación con los activos de riesgo –mercados bursátiles-.Un mercado donde inicialmente solo intervenían quienes utilizaban la materia prima como recurso productivo y/o como producto de venta, fue arrasado por una horda de especuladores. Las consecuencias, de las cuales se olvidan los economistas ortodoxos, un repunte de la inflación.

Si acudimos a precios energéticos, más de lo mismo. Nos encontramos con subidas en las tasas de variación interanual superiores al 100%

Permítanme refrescar algunos datos. En julio de 2008 la tasa interanual de inflación de nuestra querida España, se situó en el 5,3% por obra y gracia de esos productos cuyos precios se fijan en los mercados financieros: energía y alimentos no elaborados. Un año más tarde, cuando la enésima burbuja activada por los bancos centrales se pinchó, tachan, la inflación se situó en una tasa interanual del -1,4%, pura deflación. Hilarante, ¿verdad? Pues bien, ahora vuelve a pasar lo mismo. Veamos algunos datos de la FAO. El índice de precios de alimentos no elaborados de la FAO en abril de este año se situó en tasas de crecimiento interanual por encima del 31%. En algunos de sus componentes las subidas son indecentes, como aceites vegetales, más del 100%, o el azúcar, más del 50%. Si acudimos a precios energéticos, más de lo mismo. Nos encontramos con subidas en las tasas de variación interanual superiores al 100%.

La historia se vuelve a repetir. Las grandes subidas de los precios de los productos básicos a principios de 2008 distorsionaron las expectativas de los inversores sobre la fortaleza económica mundial y, por tanto, la demanda de productos básicos, al distorsionar las señales de los precios. La evidencia empírica es concluyente: se han reforzado los vínculos entre los mercados de acciones y los mercados agrícolas desde 2004, lo que se corresponde con el aumento de las entradas de inversores institucionales en los mercados de productos básicos. Estos resultados muestran que los agentes inciden más profundamente en los mercados de materias primas cuando el valor del índice de materias primas es elevado. La especulación en el mercado de futuros de materias primas distorsiona los precios de las mismas, alejándolos de los niveles racionales y empujando al alza los IPCs correspondientes.

Un factor determinante

Ya detallamos en otro artículo reciente cómo hacer frente a esta inflación. Para ello acudimos al papel de los especuladores de índices de materias primas y sus consecuencias negativas para la sociedad detallados ampliamente por Michael W. Masters, uno de los inversores que más rentabilidad obtuvo en los mercados de futuros de materias primas, en su testimonio el 20 de mayo de 2008 ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado estadounidense. Masters respondió a la pregunta clave en su Testimonio ante el Subcomité: ¿Contribuyen los inversores institucionales a la inflación de los precios de los alimentos y la energía?" Su respuesta inequívoca fue un claro "sí". En este testimonio explicó cómo los inversores institucionales son el factor principal que afecta a los precios de las materias primas en la actualidad. Como explicó, es evidente que hay muchos factores que contribuyen a la determinación de los precios en los mercados de materias primas; pero hay un factor que crece rápidamente y que presenta un problema que solo puede corregirse de forma expeditiva mediante una acción de política legislativa. Para ello propuso tres medidas muy concretas.

Se deberían prohibir las estrategias de réplica de índices de materias primas en fondos de inversión y pensiones por el enorme daño que causan a los mercados de futuros de materias primas y a los ciudadanos en su conjunto. En segundo lugar, se debería actuar inmediatamente para cerrar la laguna de los swaps con el fin de reducir la especulación con índices y obligar a todos los especuladores a enfrentarse a los límites de posición. Finalmente, se debe obligar al regulador a reclasificar todas las posiciones y distinguir aquellas posiciones que son controladas por los Coberturistas Físicos "de buena fe" de aquellas controladas por los bancos. Las posiciones de dichos bancos deberían desglosarse en función de su contraparte, en coberturistas físicos "de buena fe" y especuladores.

Masters termino su testimonio con un párrafo premonitorio: “Si no se tomaban medidas inmediatas, los precios de los alimentos y la energía subirán aún más. Esto podría tener efectos económicos catastróficos para millones de consumidores mundiales ya estresados. Podría significar literalmente la muerte por inanición de millones de pobres del mundo. Sin embargo, si los responsables políticos toman estas medidas, se restablecerá la integridad estructural de los mercados de futuros. La demanda de los especuladores de índices quedará prácticamente eliminada y es probable que los precios de los alimentos y la energía bajen drásticamente". La historia no se repite milimétricamente, pero se le parece.

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