Opinión

La Inflación transitoria y la distopía liberal

Los bancos centrales “independientes” sí que son responsables de la fuerte ralentización en la mayoría de las grandes economías

Peatones en el cruce de Shibuya, en Tokio

Los últimos datos de precios, tanto a nivel global como, y muy especialmente, de nuestro país, apuntan a que el episodio de inflación que hemos vivido es transitorio, de manera que, a medida que disminuyan los diversos factores que lo impulsan –sobrerreacciones en los precios de las materias primas agrícolas y energéticas, así como el precio de la electricidad, junto a cuellos de oferta, consecuencia de la globalización-, también lo hará la inflación. No existe propagación estructural. Debe quedar claro, además, que la mejoría que está experimentando la inflación no obedece a la política monetaria restrictiva aplicada por la mayoría de los bancos centrales. El problema es que esa subida de tipos innecesaria sí afectará negativamente al crecimiento económico global de manera que cuando se hayan disipado los problemas de oferta, la demanda se desacelere con fuerza, y los precios de los activos financieros de riesgos sufran una caída adicional importante, nos moveremos de nuevo hacia la deflación estructural.

Los últimos datos de Eurostat muestran que la inflación anual de la zona euro bajó al 10,0%. Atendiendo a los principales componentes de la inflación de la zona euro, se espera que la energía tenga la tasa anual más alta en noviembre (34,9%, frente al 41,5% de octubre), seguida de alimentos, alcohol y tabaco (13,6%, frente al 13,1% de octubre), bienes industriales no energéticos (6,1%, estable respecto a octubre) y servicios (4,2%, frente al 4,3% de octubre). De todos los países europeos, España es el que registra la inflación más baja. El mecanismo ibérico ha funcionado pese a la reticencia de algunos iluminados y talibanes liberales. Este mecanismo sigue sin entenderlo aún Bruselas, fruto de un neoliberalismo ideológico distópico. Resulta irónico que los burócratas de Bruselas bramen ahora contra Estados Unidos por hacer política industrial y potenciar con dinero público su industria verde.

Este periodo inflacionista actual no es consecuencia de una política fiscal expansiva, ni mucho menos justifica que los bancos centrales suban los tipos de interés

Este episodio de inflación, en definitiva, es transitorio, lo que significa que es probable que se disipe con bastante rapidez una vez que desaparezcan los factores que la impulsan. Esto no quiere decir que esos factores impulsores tengan necesariamente un horizonte a corto plazo. Pueden persistir. Pero lo importante es que los mecanismos de propagación de segunda ronda no están presentes como lo estuvieron en la década de 1970, razón por la cual ese episodio tuvo vida propia, una vez que se realizó el ajuste inicial del shock de oferta de los precios del petróleo. El otro aspecto significativo es que este periodo inflacionista actual no es consecuencia de una política fiscal expansiva, ni mucho menos justifica que los bancos centrales suban los tipos de interés. Los motores actuales se originan en el lado de la oferta (pandemia, Covid, OPEP y la situación de Ucrania) y no son sensibles en ningún grado a las variaciones de los tipos de interés.

Pero, por el contrario, los bancos centrales “independientes” sí que son responsables de la fuerte ralentización en la mayoría de las grandes economías. Los Indicadores Adelantados Compuestos (CLI) de la OCDE, diseñados para anticipar los puntos de inflexión y las fluctuaciones económicas respecto a la tendencia, indican una fuerte ralentización del crecimiento en el conjunto de la OCDE y en la mayoría de las principales economías. Entre las principales economías de la OCDE, los CLI, arrastrados por la elevada inflación, el aumento de los tipos de interés y el descenso de los precios de las acciones, se mantienen por debajo de la tendencia y siguen anticipando que el crecimiento pierde impulso en Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá, así como en el conjunto de la zona del euro, incluidos Alemania, Francia e Italia. Por el contrario, en Japón, el CLI sigue apuntando a un crecimiento estable.

Y, ¿cuál es la virtud de Japón? Ya lo expliqué en el anterior post. Frente a lo que ocurre por estos lares, en el país del sol naciente, asesorados por uno de los padres de la Teoría Monetarias Moderna, Bill Mitchell, el gobierno anuncia más estímulos fiscales, el Banco de Japón se niega a subir los tipos de interés oficiales, y continúa con su política de control de la curva de tipos de interés. Mientras la inflación en Japón es relativamente baja -3,6% interanual-, es el único país desarrollado de la OCDE con crecimiento estable. Pero ello da igual, entre los iletrados patrios, desde nuestros mass media, tenían los santos bemoles de criticar la política económica nipona.

Uno de los aspectos que más me sorprende en la actualidad es el carácter psicopático y las propuestas económicas distópicas de los que se autodenominan liberales

Para terminar, permítanme una aproximación a la economía política. Hemos comentado antes que el mecanismo ibérico de la luz funciona, pese a la reticencia de los irredentos liberales. Uno de los aspectos que más me sorprende en la actualidad es el carácter psicopático y las propuestas económicas distópicas de los que se autodenominan liberales. Las consecuencias son claras, sus recomendaciones, muy especialmente la defensa de la austeridad y del control salarial, son la razón principal del auge de los fascismos en la vieja Europa. Les dejo aquí este video, del think tank New Economic Thinking, sobre cómo los economistas de la corriente principal inventaron la austeridad y pavimentaron el camino al fascismo (How the Economists Invented the Austerity & Paved the Way to Fascism).

Los economistas que se autoproclaman liberales con sus propuestas no han mostrado el más mínimo atisbo de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno, y mucho menos una compasión ante los más débiles. Su individualismo extremo, y la ausencia en sus postulados del bien común los han convertido en una ideología tremendamente perniciosa. Se refleja en su visión de los salarios, del acceso a la vivienda, de las pensiones, de lo que está sucediendo con los precios de la luz, de la energía, de los alimentos... Lo peor es que aún no se han dado cuenta de que sus propuestas y sus recomendaciones nos han traído un nuevo feudalismo, aderezado con una ineficiencia económica creciente. Su actitud haría sonrojar a los liberales del siglo XIX.