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Opinión

Ilegalizar, sí... pero no ahora

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont EP

¿Sería legal una asociación que promoviera la legalización de las drogas? Pues sí, seguro que ya la hay. Pero ¿qué ocurriría si esa asociación convocara en su sede reuniones para hablar de la cuestión mientras se venden sustancias ilegales? Pues que se cometerían delitos por quienes vendieran y sería razonable que se promoviera la disolución de la asociación, dado que los fomenta y facilita.

La propuesta del PP de introducir la "deslealtad constitucional" y la disolución de partidos que convoquen referéndums ilegales se plantea en el mismo esquema jurídico. Se suele decir que nuestra Constitución no es militante en el sentido de que, al ser abierta, acoge cualquier proyecto político, incluso aquellos que pueden suponer un ataque a la Constitución o a la democracia misma (aunque algunos como Sosa Wagner, Mercedes Fuertes y de Miguel lo matizan). Eso permite que existan asociaciones o partidos que tengan por objeto romper la unidad de España, pretendan la vuelta a la democracia orgánica, la supresión de las autonomías o cualquier otra cosa, siempre que actúen por procedimientos legales y cumplan los requisitos formales de reforma de la Constitución. Por eso no hay posibilidad de disolver a los partidos sólo porque sean independentistas.

No es raro en este mundo hiperbólico en el que una referencia a fregar escaleras se equipara a entregar una alcaldía a partidos filoterroristas o apalear a un monigote se asimile casi al Holocausto

Pero la propuesta del PP no plantea disolver los partidos independentistas por ser contrarios a los principios constitucionales, sino por utilizar medios que ahora están prohibidos o incluso constituyen delito. Son bastante inconsistentes las críticas que hablan de una posible inconstitucionalidad de la propuesta, aunque no es raro en este mundo hiperbólico en el que una referencia a fregar escaleras se equipara a entregar una alcaldía a partidos filoterroristas o apalear a un monigote se asimile casi al Holocausto-

Además, no es nada nuevo: ocurrió con la disolución de Batasuna a través de la modificación de la ley de Partidos de 2002, que en poco tiempo permitió dejar sin medios materiales y soporte a la banda terrorista ETA, lo que condujo a su inoperancia y extinción. Tal decisión fue considerada compatible con la Constitución por el TS por el TC y también por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que la consideró viable respecto a partidos políticos cuyos líderes inciten a utilizar la violencia o propongan una política incompatible con una o más reglas de la democracia o tengan por objetivo (atención aquí, que va más allá de nuestro sistema) la destrucción de la democracia y la vulneración de los derechos y libertades protegidos en una democracia.

Para Popper, los únicos motivos para ser intolerante con otro intolerante son que este recurra a la violencia y que no argumente en el ámbito de la razón

Sin embargo, con la ley actual en la mano, no parece que se puedan disolver los partidos “desleales” ni aunque convoquen referéndums ilegales o insten a la sedición, porque esos casos no están expresamente previstos, y este tipo de normas son de interpretación restrictiva (lo estudiamos en Hay Derecho). Por ello, la propuesta del PP puede tener sentido, pues en definitiva trata de reforzar las armas de que el Estado dispone frente a quienes tratan de usar indebidamente los instrumentos del Derecho para atacar el mismo sistema democrático. Hay que recordar aquí la llamada 'Paradoja de la Intolerancia' de Karl Popper: si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante será finalmente reducida o destruida por los intolerantes. La sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia. Para Popper, los únicos motivos para ser intolerante con otro intolerante son que este recurra a la violencia y que no argumente en el ámbito de la razón (pues "mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente").

En España nos hemos quedado desgraciadamente inermes ante ciertos desafíos internos debido a una descentralización que, aunque buena y enriquecedora en general, en la práctica ha estado presidida por el desorden y el chalaneo, debido a la indefinición constitucional de las competencias y a un sistema electoral que ha propiciado que los partidos mayoritarios dependan de los nacionalistas. Si le añadimos hoy, en el paroxismo de la lenidad y el mercadeo, la desaparición del delito de referéndum ilegal y de la sedición, la reforma de la malversación y la amnistía a cambio de un precario apoyo parlamentario, la debilidad y anemia del sistema inmunitario legal es inevitable. Sin duda, para corregir estas disfunciones es necesario un pacto de Estado que afectaría a muchas normas e implicaría un debate del que no debería excluirse la modificación del sistema hacia una democracia militante -como tantos países de nuestro entorno-, el reforzamiento de la neutralidad de las instituciones de control o la conveniencia de exigir un mínimo de un 5% y presentación en varias provincias para acceder al Congreso, para así asegurar que se dedica a asuntos generales, reservando el Senado para los territoriales. Cuando el poder real se reduce, los malos incentivos se reducen también; y si aun así se saltaran las reglas, disponemos del Código Penal y la disolución.

Si se les va a amnistiar, imagínense ustedes si cabe aprobar que se les ilegalice

Pero, claro, para eso han de darse las condiciones políticas adecuadas: voluntad de consenso mayoritario y líderes dispuestos a hacer lo que hay que hacer. Por eso, la propuesta del PP como enmienda a la ley de Amnistía es correcta pero extemporánea. Decía Ignatieff: "Cuando llamamos a la política el arte de lo posible nos referimos a lo que es posible aquí y ahora". Y, lamentablemente, este no es el momento de esta propuesta. Es más, distrae la atención –otro signo de nuestros tiempos- de lo que es verdaderamente importante: la cuestión de la amnistía. Si se les va a amnistiar, imagínense ustedes si cabe aprobar que se les ilegalice. Pero todavía se entiende menos que este martes se hablara de "suavizar" o de "comunicar mejor" la propuesta, como si no fuera justa y necesaria. Volviendo a Ignatieff, "las explicaciones siempre llegan demasiado tarde". Quizá es que la propuesta se enmarca en el dilema fundamental que tiene el PP: la postura que va a adoptar ante el competidor que tiene en su espacio político, Vox; cuestión esencial de la que depende, a la postre, la obtención de una futura mayoría. Mi opinión es que no es buena táctica decir lo que convenga en función de cómo se presenten y dónde sean las siguientes elecciones o de dónde vengan las críticas, sino que es preciso mantener un criterio único y sostenido que genere una afección permanente a un determinado proyecto político, sólido y fiable. Pero qué sabré yo en un mundo lleno de gurús y politólogos.

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  • G
    Gorrono52

    que hubiera ocurrido si tras el golpe fallido del 23f,se les hubiera indultado,y permitido hacer un partido legal?…los independentistas dieron un golpe de Estado,y no solo sus dirigentes tomaron las calles,el aeropuerto y desarmaron a policias!…fueron los partidos..en aquel momento era adecuada la ilegalizacion!…pero decidieron revitalizarlos con unas elecciones expres en Cataluña:.culpables PP,psoe y ciudadanos…paso el momento!…cobardia a granel

  • V
    Very good

    Respecto al tema de restringir el acceso al Congreso de los partidos nacionalistas con un tanto por ciento de voto mínimo podrían evitarlo agrupándose en alianzas de partidos, por ejemplo el pnv con junts y coalición canaria sumaria el 3% de los votos, y Bildu con ERC y BNG sumaría otro 3% de los votos, si el acceso mínimo en el 3% no tendrían problemas, si lo elevas al 5% entonces esos seis partidos tendrían que unirse en una única candidatura electoral, sería positivo igualmente porque esos seis partidos tendrían un único portavoz en los debates parlamentarios y no acapararian tanto protagonismo a pesar de su baja suma de votos, que a veces parece que el BNG es el partido más votado en Galicia cuando es al revés, el menos votado

  • H
    Hermes

    Los delitos no los cometen los partidos, sino las personas. Y eso no impidió ilegalizar batasuna (hasta que a Zapatero se le antojó). Hay fines políticos ilícitos per se. ¿Se imaginan un partido que promueva la pederastia? ¿Admitiríamos un partido que defienda en sus estatutos la supremacía del hombre y el sometimiento de la mujer? Todo el mundo se ha escandalizado al ver en TV a unos cuantos italianos levantando el brazo, pero nadie se escandaliza por ver a todo un presidente de un gobierno levantando el puño, como hizo Zapatero y ha hecho Sánchez. Ese es el problema. Tras la II GM se criminalizó la ideología nazi, y no puede ser admitida en ningún sistema. Pero se transigió con el comunismo porque los soviéticos eran los juzgadores.
    Naturalmente que la democracia debe defenderse. No todas las ideas son legítimas. Lo que ocurre es que tendemos a asumir como legítimas solo las que vienen de cierto sector político.

  • N
    Norne Gaest

    ¿Hay partidos parlamentarios nacionales que defienden la vuelta a la democracia orgánica del franquismo? Díga uno y demuéstrelo.

    Sobre el contenido del artículo. La Constitución española, como la de otros países vecinos y democráticos, debiera recoger el extremo de la prohibición de partidos separatistas, así como precisar mejor las competencias del Estado y las autonomías.
    Pero en España el dilema de los nazionalismos (hay que escribirlo correctamente) no es solo lo que pretenden, sino lo que hacen. Y si el nazionalismo catalán no ha hecho bastante para ilegalizarlo (además de ser independentista, dar un golpe de estado, e incumplir sistemáticamente las leyes y chantajear contra los fundamentos del Estado de Derecho), pues ya no se que le falta más que una insurrección armada, el terrorismo o la violencia en general (por cierto, ¿no fueron violentos los CDR que tenían que apretar?).

    El otro asunto pendiente es la democratización de la izquierda,

    Nazionalismos rozagantes y privilegiados, mas izquierdas que no respetan ni entienden las reglas de la democracia y ahora en manos de un tahur sin escrúpulos y una besucona populista, mas una derecha mayormente acomplejada ante las anteriores fuerzas disolventes: parece demasiado para una nación, incluso tan antigua como la nuestra.

    Pero hay que resistir.

  • X
    XaviLopez

    Ayyy.. el articulo iba muy bien hasta que hemos sacado al dichoso Popper y su “ser intolerantes con los intolerantes”, la frase con la que los intolerantes se escudan para perpetrar sus intolerancias.

    “Matar a los asesinos”, “robar a los ladrones”, “estafar a los estafadores”, “hacer terrorismo contra los terroristas”… ¿verdad que no nos suena bien? Pues “no tolerar a los intolerantes” es lo mismo, y es el problema actual: cada uno usa su intolerancia para no tolerar al de al lado, y éste a su vez a nosotros, justificandolo en que el otro es también intolerante.

    La democracia es convivencia de opiniones.

    Y por supuesto, en ninguna sociedad se tolera todo, ni en todas las sociedades (occidentales y democraticas) se toleran las mismas cosas: Así pues ¿en que momento pasamos a ser esos intolerantes que no hay que tolerar?

    • X
      XaviLopez

      Por lo demás, estoy de acuerdo con el articulo.
      Después de los que hicieron en 2017, deberían ser prohibidos.
      Pero más allá de esos, los pactos de los partidos mayoritarios y su presencia en el Congreso ha sido la fuerza de estos partidos desde el inicio de la democracia. Dejar de pactar con ellos y de darles representación en el Congreso sería suficiente, probablemente, para extinguirlos.